El retablo de los desprop¨®sitos
La recuperaci¨®n se har¨¢ sobre un terreno devastado por este largo a?o a bajo ritmo: el deseo de pasar p¨¢gina chocar¨¢ con la cruda realidad de los efectos aplazados de la crisis
Estamos en un momento crucial: la vacuna ha conseguido que los rostros esbocen algunas sonrisas. Los ciudadanos que ya la llevan puesta porque sienten como baja la temperatura del miedo, y todos juntos porque ya no vemos imposible volver a vivir sin pedir permiso. Pero la recuperaci¨®n se har¨¢ sobre un terreno devastado por este largo a?o a bajo ritmo: el deseo de pasar p¨¢gina chocar¨¢ con la cruda realidad de los efectos aplazados de la crisis. Es un momento en que ser¨ªa exigible m¨¢s que nunca una cierta grandeza a quienes desde el poder pol¨ªtico deber¨ªan generar positividad y empat¨ªa. Y, sin embargo, esta semana se han incorporado abundantes aportaciones al retablo de la mediocridad. Para muestra, un bot¨®n. Dice Pablo Casado: ¡°Quiero ser la media entre Feij¨®o y Ayuso¡±. A falta de criterio, ubicaci¨®n. El oportunismo: el conjunto vac¨ªo de la pol¨ªtica.
Pero m¨¢s all¨¢ de la an¨¦cdota, la escena pol¨ªtica gira ahora mismo en torno a dos espect¨¢culos que transmiten una desasosegante sensaci¨®n de decadencia. Desde luego viene de lejos y no es una exclusiva hisp¨¢nica. Despu¨¦s de haberse columpiado en la fantas¨ªa del fin de la historia, tras el hundimiento de los sistemas de tipo sovi¨¦tico, despu¨¦s de que la derecha y la izquierda, liberadas de los viejos fantasmas, se entregaran por completo, durante la revoluci¨®n neoliberal, a los dictados del dinero, las democracias occidentales llevan tiempo buscando actores que las relancen. Y cuesta encontrarlos, entre otras razones, porque la pol¨ªtica se ha instalado en un lenguaje simplista nada exigente que desconoce y rechaza la complejidad y alimenta la frivolidad. Una dial¨¦ctica negativa que resulta contagiosa.
En Madrid, Isabel D¨ªaz Ayuso ha llevado esta l¨®gica al extremo. Es dif¨ªcil ver un rostro tan indiferente a la verdad y a la realidad. Cuando se le ponen las cifras delante a lo sumo se le escapa una mueca de hast¨ªo: pesados, con qu¨¦ me ven¨ªs ahora. Y ha elevado este ejercicio hasta la hip¨¦rbole, sin que sus adversarios hayan brillado a la hora de desarticular la parodia. Ella marca el pulso. Los cimientos de su figura pol¨ªtica son d¨¦biles: creci¨® por su descaro y por mantener bares y restaurantes abiertos cuando los dem¨¢s los cerraban. Los esfuerzos para introducir racionalidad por parte de sus adversarios no calan, porque reaccionaron demasiado tarde y van a remolque. El PSOE no quiso asumir que frente a la frivolidad convertida en valor supremo no basta la r¨ªgida imagen del sabio introvertido. Y as¨ª nos encontramos ante unas elecciones que pueden servir en bandeja la hegemon¨ªa de la derecha espa?ola al sector m¨¢s reaccionario.
Simult¨¢neamente, Catalu?a vive el penoso espect¨¢culo de una oscura e interminable negociaci¨®n para la formaci¨®n de gobierno. Un ejercicio de desgaste entre los dos principales actores del soberanismo que Junts per Catalunya parece dispuesta a llevar hasta el l¨ªmite. Un juego que, como todo, tiene su lado siniestro ¨Cque a menudo es el que mejor ayuda a entender el desatino. En este caso, el resentimiento por la p¨¦rdida de la presidencia que consideraban que les pertenec¨ªa de modo vicario, la colocaci¨®n de la red de personal af¨ªn y la eterna psicopatolog¨ªa de las peque?as diferencias.
Pero en el fondo es m¨¢s que eso: es la expresi¨®n de la impotencia que se esconde tras una ficci¨®n (la ruptura unilateral por desobediencia masiva que reclama el expresidente Torra, que no hizo nada para conseguirla durante su ef¨ªmero mandato). Un ritual de supervivencia que solo puede conducir al desencanto, como ya se est¨¢ notando. Y que ahonda en la ceremonia de la confusi¨®n, intentando equiparar a las instituciones representativas con determinadas organizaciones de la sociedad civil, contra la m¨¢s elemental l¨®gica democr¨¢tica. Lo fundamental (la independencia) queda devaluado al convertirlo en recurso coyuntural para la supervivencia partidaria, mientras se renuncia a una pol¨ªtica efectiva capaz de captar las oportunidades de mejorar posiciones y empezar a cambiar las cosas de verdad. Si al final hay gobierno, estar¨¢ amortizado antes de empezar.
Ahora mismo, con la desaparici¨®n de Ciudadanos, el PSOE cada vez necesitar¨¢ m¨¢s a los partidos independentistas para que el Gobierno siga adelante. ?Sabr¨¢n aprovechar la oportunidad? Y aqu¨ª evidentemente emerge la responsabilidad de la otra parte: ?ser¨¢ capaz Pedro S¨¢nchez de asumir el atrevimiento necesario para contribuir a desatascar la situaci¨®n o se sumar¨¢ a la mediocridad generalizada? Hacer del estancamiento normalidad es el refugio de la impotencia. Y solo sirve para aumentar los niveles de contaminaci¨®n pol¨ªtica que conducen a la decadencia.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.