El Ramad¨¢n para musulmanes sin hogar que se celebra en una iglesia cat¨®lica de Barcelona
La parroquia de Santa Anna celebra a diario el `iftar?, comida con la que se rompe el ayuno al ponerse el sol
El Ramad¨¢n es el noveno mes del calendario isl¨¢mico en el que los musulmanes practican el ayuno desde el amanecer hasta el ocaso. El mes de esta celebraci¨®n cambia dependiendo de la luna. De hecho, nunca se sabe si la festividad dura 29 o 30 d¨ªas ya que, tambi¨¦n, depende de si el sat¨¦lite se encuentra en posici¨®n creciente. En Barcelona este a?o pand¨¦mico los musulmanes que no tienen hogar y malviven en las calles de la capital catalana han podido romper cada anochecer el ayuno en el claustro de una parroquia cat¨®lica, la iglesia de Santa Anna, y con la connivencia del sacerdote Peio S¨¢nchez. El p¨¢rroco cre¨ªa que este martes podr¨ªa ser el ¨²ltimo d¨ªa del Ramad¨¢n, pero la luna ha sido caprichosa y ser¨¢ este mi¨¦rcoles. EL PA?S estuvo la noche de ayer celebrando el iftar, la comida con la que se rompe a diario el ayuno, con medio centenar de personas sin hogar.
En el claustro de la iglesia de Santa Anna se celebra desde el 13 de abril el iftar. A las 20.00 de este martes ya hab¨ªa una decena de voluntarios colocando sillas, cocinando y preparando el banquete. ¡°Comen d¨¢tiles, siempre en n¨²mero impar, leche, un huevo duro, un dulce, pan y una sopa que se llama Harira. Vienen hambrientos despu¨¦s de todo el d¨ªa en la calle. Cuando comenz¨® el Ramad¨¢n el 13 de abril, el sol se pon¨ªa a las 20.31. Hoy lo har¨¢ a las 20.59 y no comer¨¢n hasta esa hora. Ya somos especialistas en Islam¡±, ironiza Maria Teresa Icart, una de las voluntarias de la parroquia.
El reloj pasa de las 20.45 y decenas de personas, la mayor¨ªa muy j¨®venes, guardan cola en el exterior del claustro. Otro voluntario toma la temperatura ¨Cotra de las medidas que impone la pandemia- de los que entran a comer. El Houssaine tiene 29 a?os y es de Marruecos. Destaca en la fila entre sus compa?eros que van a entrar en el claustro porque va cargado con su herramienta de trabajo: una bolsa t¨¦rmica de la compa?¨ªa Glovo. Es un repartidor. ¡°En realidad trabajo para Uber, pero la bolsa que tengo es de Glovo. Llevo trabajando nueve meses¡±, se sincera. El Houssaine vive en Barcelona desde 2019. ¡°Para llegar a Espa?a atraves¨¦ nueve pa¨ªses. No quise cruzar directamente de Marruecos a Espa?a porque es peligroso. Cog¨ª un avi¨®n hacia Turqu¨ªa. All¨ª atraves¨¦ la frontera caminando y luego en autob¨²s, tren¡ hice m¨¢s de 1.000 kil¨®metros caminando. Yo en Marruecos trabajaba en una f¨¢brica de coches y tengo el certificado universitario de Geograf¨ªa, pero no ten¨ªa futuro. Sab¨ªa que deb¨ªa venir a Barcelona a ganarme la vida¡±, explica El Houssaine. Ese viaje le llev¨® a vivir primero al raso en las calles de l¡¯Hospitalet de Llobregat y luego dentro de una f¨¢brica abandonada. Ahora ha alquilado la cuenta a otro repartidor. Le tiene que pagar el 35% de los servicios que ¨¦l mismo entregue.
¡°Gano entre 300 y 350 euros al mes y con eso pago una habitaci¨®n y poco m¨¢s¡±, lamenta El Houssaine, al que todav¨ªa le queda un a?o en Espa?a para poder acreditar ¡°el arraigo¡± y comenzar a tramitar alg¨²n tipo de permiso que le saque de la situaci¨®n irregular en la que vive. La parroquia de Santa Anna no es una desconocida para ¨¦l. ¡°Antes del Ramad¨¢n ya ven¨ªa a desayunar y a ducharme cada ma?ana¡±, admite este usuario del conocido como Hospital de Campa?a de la Iglesia de Santa Anna.
Los art¨ªfices de que se celebre el Ramad¨¢n dentro de una iglesia son dos: por un lado el padre Peio S¨¢nchez y, por otro, la presidenta de la asociaci¨®n de mujeres marroqu¨ªes de Catalu?a: Fouzia Chati Badou. Chati lleva ya un buen rato preparando la sopa ¡ª¡±no es sopa. Es Harira¡±, protesta ¡ª a la que a?ade carne, garbanzos, lentejas, cebolla, tomate, apio, perejil, cilantro, aceite, muchas especies y harina. Una bomba hipercal¨®rica y deliciosa muy necesaria para todos los que llevan un d¨ªa de ayuno y m¨¢s para aquellos que, adem¨¢s, viven en la calle. ¡°Cada a?o hago el iftar para gente vulnerable, pero lo sol¨ªamos hacer en sitios cerrados. En 2020, con la pandemia, no se pudo hacer. Hemos entregado comidas en los jardines de Sant Pau del Camp en el Raval o en las tres chimeneas del Paral¡¤lel. Este a?o mi marido me dijo que podr¨ªamos preguntarle al padre Peio y el cura nos ofreci¨® el claustro¡±. Fue as¨ª de simple. La mayor¨ªa de los comensales son originarios de Marruecos, pero tambi¨¦n los hay argelinos, tunecinos, senegaleses, sudaneses, paquistan¨ªs¡¡±Celebrar el Ramad¨¢n dentro de una iglesia cat¨®lica es pura interculturalidad. Todos somos hermanos y delante de dios no existe diferencia entre un musulm¨¢n y un cristiano¡±, asegura.
Todos los usuarios ya han entrado y se han sentado alrededor del claustro con sus bandejas repletas de comida. Preparan los manjares, pero no prueban bocado. En el centro del claustro se coloca un chico con un micr¨®fono que comienza a cantar versos en ¨¢rabe. Cuando acaba el ¨²ltimo verso es el momento de romper el ayuno. El padre Peio S¨¢nchez observa desde un extremo la imagen que lleva repiti¨¦ndose a diario desde el 13 de abril. ¡°Para nosotros en Santa Anna es muy normal tener musulmanes en la iglesia. Atendemos a muchas personas en situaci¨®n de calle que son musulmanas. De hecho, yo vivo con algunas personas de religi¨®n musulmana¡±, advierte.
El p¨¢rroco defiende que en su iglesia se celebra el ¨²nico iftar de toda Catalu?a para personas sin hogar. ¡°Empezaron viniendo 70 personas, ahora son 50 porque algunos se han ido a trabajar a otros sitios y otros han entrado en centros que cierran antes de las ocho.¡±, recuenta. Ante la pregunta de si ha recibido presiones o cr¨ªticas por acoger dentro de una iglesia una celebraci¨®n musulmana, S¨¢nchez es tajante: ¡°Todos somos hermanos y en un momento en que hay muchas divisiones, nosotros damos ejemplo. Aunque la lengua o la religi¨®n sean diferentes, la posibilidad de vivir la fraternidad la tenemos en la mano. No es una propuesta ideol¨®gica, sino una disposici¨®n. De hecho, si alguien ha criticado esta celebraci¨®n dentro de la iglesia lo ha hecho a mis espaldas porque no me ha llegado¡±.
Anna Torr¨® tiene 14 a?os y, junto a su madre y su hermana, es una de las voluntarias que desde el 13 de abril limpia, prepara y entrega comidas a los desfavorecidos en Santa Anna. ¡°Hemos hecho una gran familia. Al principio ven¨ªan de mal humor, sobre todo los fumadores que no pod¨ªan encender el cigarrillo hasta la puesta del sol, ahora que ya acaba el Ramad¨¢n est¨¢n m¨¢s contentos. Ven el final¡±.
Mohamed tiene 18 a?os y lleg¨® a Barcelona hace seis meses. ¡°Hablo m¨¢s o menos bien espa?ol porque estuve en un centro de menores en Melilla. Luego me col¨¦ en los bajos de un cami¨®n que entraba en el ferri y pude llegar a la pen¨ªnsula. Aqu¨ª he vivido en la calle y ahora en una habitaci¨®n con un amigo¡±, asegura. Le sorprende que una iglesia cat¨®lica abra las puertas a musulmanes pero tampoco pregunta.
Este martes la parroquia de Santa Anna ha recibido la visita del c¨®nsul de Marruecos en Barcelona. En menos de 15 minutos todos han acabado de comer y salen r¨¢pido de la iglesia. ¡°Nos vamos porque hay que dormir en la calle y si no nos damos prisa nos quitar¨¢n el sitio¡±, revela uno de los comensales. Para El Houssaine y otro compa?ero comienza ahora su jornada laboral repartiendo comidas con su mochila de Glovo, aunque en realidad trabaja para Uber.
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