El Liceo se convierte en el bosque po¨¦tico de Joan Margarit

¡°Per¨° cal recordar si es vol entendre (¡­) Nom¨¦s ¨¦s no perdent mai de vista el dolor / ni el pas silenci¨®s, indiferent, del temps, / que podem assolir una certa pau¡±. Joan Margarit siempre fue muy consciente de sus or¨ªgenes en una infancia de guerra colectiva y soledad intransferible, del papel de la memoria, de la serenidad necesaria para asumir los golpes, del imperativo de vivir sin trampas. Y lo fue m¨¢s que nunca, quiz¨¢, en las postreras semanas de su vida, mientras pul¨ªa las 77 composiciones de Animal de bosc (Proa; en edici¨®n biling¨¹e en castellano en Visor), poemario in¨¦dito y p¨®stumo que destila como pocos de sus libros todo ello. Un volumen que vertebr¨® buena parte del sentido homenaje que el Liceo de Barcelona, donde esta temporada Margarit deb¨ªa ejercer de primer poeta residente, le tribut¨® la tarde del martes reuniendo a familiares y amigos, de Joan Manuel Serrat a Paco Ib¨¢?ez, de Pere Rovira a Luis Garc¨ªa Montero, convocando su palabra y su persona, s¨®lo esta ¨²ltima desaparecida el pasado 16 de febrero.

Fiel y confiado tambi¨¦n a otro de los versos de Animal de bosc (¡°Sovint, sento aquest vent que udola / des de llocs del passat. / L¡¯escolto sense cap inquietud: m¡¯avisa que trair ja no ¨¦s possible¡±), el poeta de Sana¨¹ja se muestra sereno y mira al pasado y a los suyos como pocas veces antes. Dedicado el libro a su esposa, Mariona Ribalta, ¡°la Raquel de toda mi obra¡±, ¨¦sta aparece en la primera (la de 1962, cuando la conoci¨®) y la ¨²ltima de las nieves (la de este pasado invierno) de su vida, igual como vuelven de manera notable muchas im¨¢genes de su infancia, ya sea por la visi¨®n de unos gorriones picoteando unas migajas o unas canciones que tararea 80 a?os despu¨¦s de que las oyera en la radio de la primer¨ªsima posguerra. ¡°Pero em tranquilitza i em commou /evocar aquells dies tan humils¡±, resume.

Asoman en ofrendas y estrofas, pues, esposa, hijos, nietos y amigos, a veces motivo de poema (el arquitecto Josep Maria Subirachs) y, claro, la hija perdida, Joana, nunca por su nombre: ¡°No em queda m¨¦s desig que la noblesa / de no poder aturar les ll¨¤grimes per tu (¡­.) Lluito per poder dir: no s¨¦ on deus ser. / I que no em trenqui el cor / saber el significat de que no hi siguis¡±). ¡°Su voluntad con este t¨ªtulo era cerrar su obra po¨¦tica y eso se ve en la reincidencia y la intenci¨®n de profundizar en los temas de su obra, as¨ª como en ese homenaje a sus pr¨®ximos¡±, resumi¨® su editor catal¨¢n Josep Lluch.

Que es un libro de madurez en lo po¨¦tico y lo emotivo lo van recordando versos por todas partes porque ¡°per dir el que saps, calen els anys: / esperar que es confonguin els records / amb nosaltres mateixos¡±. No es f¨¢cil hacer inventario de lo vivido en tanto ¡°L¡¯exist¨¨ncia ¨¦s una heura / que amb la pr¨°pi for?a esquerda el mur / mentre, verda i frondosa, ens l¡¯adorna i oculta¡±, como describe. El coraz¨®n del mensaje est¨¢ en el poema que da t¨ªtulo al libro, que reflexiona sobre la muerte: ¡°Vaig con¨¨ixer millor cada vegada / el bosc interior on un acaba sol / i amb un convenciment: / comprendre ¨¦s l¡¯¨²nic que ennobleix¡±. En otro momento, reconoce: ¡°M¡¯extravio sovint / dins el bosc de les pr¨°pies nost¨¤lgies¡±.

La verdad m¨¢s profunda

¡°El murmullo de la muerte est¨¢, pero no manda: sab¨ªa que era un libro p¨®stumo, pero no por el c¨¢ncer sino porque era consciente de la senectud, de que llegaba al final, no quer¨ªa prolongar una energ¨ªa literaria que pudiera ir ya languideciendo¡±, apunt¨® el cr¨ªtico y amigo Jordi Gracia.

Margarit sol¨ªa refugiarse en el jazz, Haydn y Beethoven. Este ¨²ltimo son¨® en el Liceo (Albert Guinovart, al piano) tras la evocaci¨®n del poeta (su imagen, en su sill¨®n de lectura, junto a su biblioteca, proyect¨¢ndose al fondo) por parte de su tambi¨¦n amigo Garc¨ªa Montero (¡°su poes¨ªa siempre apost¨® por la verdad m¨¢s profunda¡±) y de Gracia; como lo hizo acto seguido Summertime, la composici¨®n de George Gershwin, con el maestro Josep Pons en la direcci¨®n y, en el saxo, Carles Margarit, hijo del poeta.

Y con un adagio de Samuel Barber sonando, siguiendo la m¨¢xima de otro verso del libro (¡°Sempre necessitem poder obrir alguna porta. / El poema ¨¦s la clau que el lector porta als ulls¡±), sus amigos (el periodista Josep Cun¨ª, el escritor Marcel Riera, la estudiante Irene S¨¢ez, siempre dispuesto a ayudar¡­) escogieron sus llaves y fueron recitando composiciones de Animal de bosc. Serrat, una en la que se ensalza la intimidad como ¨²ltimo refugio donde resistir, despu¨¦s de que el poeta admitiera que ¡°Per por a la crueltat dels conve?uts / he callat moltes coses, per exemple / una ja vella aversi¨® a les p¨¤tries, / la meva i la dels altres¡±. Ib¨¢?ez (camisa quiz¨¢ m¨¢s negra si cabe esta vez), otra en la que Margarit dice: ¡°Des d¡¯aqu¨ª avui escric protegit i envoltat / per tant de temps tots junts. Me n¡¯anir¨¦ estimant-vos. / I alguna cosa meva intentar¨¤ tornar¡±. La tarde del martes, volvi¨®.