Pere Aragon¨¨s ante el reto de liderazgo real
Hace tanto tiempo que la gente ve¨ªa al republicano como el ¨²nico candidato realmente existente que la investidura parec¨ªa el simple cumplimiento de un tr¨¢mite
El primer reto de Pere Aragon¨¨s como presidente de la Generalitat, incluso antes de tomar posesi¨®n del cargo, est¨¢ siendo atraer el protagonismo y la relevancia que corresponden a su flamante dignidad. No le ha resultado f¨¢cil por ahora: el lunes, al anunciar el acuerdo con Junts per Catalunya, apareci¨® con su tono discreto habitual al lado de Jordi S¨¤nchez, l¨ªder juntero, que luci¨® aplomo y esa experiencia en la proclama que se remonta a cuando era l¨ªder de la Crida; S¨¤nchez asumi¨® adem¨¢s el discurso m¨¢s ¨¦pico, el que se lleva los titulares de la prensa inmediata y los tuits de ac¨®litos fervorosos y de apasionados odiadores; la ret¨®rica siempre es m¨¢s magn¨¦tica.
Seguimos: el jueves, d¨ªa de la primera sesi¨®n de investidura de Aragon¨¨s, las portadas de la ma?ana las ocup¨® Elsa Artadi con su espant¨¢ de ¨²ltima hora, borr¨¢ndose de la vicepresidencia del Govern que todo quisqui le daba por descontada. La habilidad del espacio post-neo-para convergente para retener la hegemon¨ªa es tal que incluso controlan el relato por pasiva.
Y me dir¨¢n: bueno, pero el viernes, cuando finalmente lo iban a votar como president, entonces s¨ª habr¨¢ atra¨ªdo los focos. Pues, en fin, tampoco del todo. A mitad de la sesi¨®n, ha aparecido en el Parlament Oriol Junqueras, el l¨ªder de Esquerra, con un permiso penitenciario, y mientras sub¨ªa las escaleras flanqueado por la plana mayor del partido ¡ªexcepto Aragon¨¨s, que escuchaba a J¨¦ssica Albiach (En Com¨² Podem) en el hemiciclo¡ª, ha arrancado los aplausos de los fieles que se distribu¨ªan por la sala de los pasos perdidos. La noticia era Junqueras, as¨ª lo entend¨ªan los medios que hac¨ªan cola junto a ¨¦l para conseguir una dosis de palabras como vacuna de Pfizer. Y Aragon¨¨s segu¨ªa anclado al esca?o soportando los improperios de la oposici¨®n (unos m¨¢s duros que otros, todo hay que decirlo).
Al nuevo president de la Generalitat lo ha perjudicado la previsibilidad. Hace tanto tiempo que la gente lo ve¨ªa como el ¨²nico candidato realmente existente que la investidura ¡ªa la tercera votaci¨®n, por si todo era a¨²n poco cansino¡ª parec¨ªa el simple cumplimiento de un tr¨¢mite de los que requieren un mont¨®n de papeleo; ni el mejor cava aguanta las burbujas tres meses despu¨¦s de descorcharlo. Y eso es lo que llevamos desde ¡°el mandato del 14-F¡±¡ªactualizaci¨®n realista del ¡°mandato del 1-O¡± hecha por la portavoz republicana Marta Vilalta.
Lo que est¨¢ fuera de toda duda es que Pere Aragon¨¨s es el primer presidente que ha ascendido en el partido desde abajo: como ¨¦l mismo ha recordado, lleva m¨¢s de 20 a?osLo que est¨¢ fuera de toda duda es que Pere Aragon¨¨s es el primer presidente que ha ascendido en el partido desde abajo: como ¨¦l mismo ha recordado, lleva m¨¢s de 20 a?os
Pero vaya, con m¨¢s flashes o menos, Pere Aragon¨¨s ya es el presidente de Catalu?a. Lo ha proclamado Laura Borr¨¤s desde la presidencia del Parlament, con voz desganada: una mezcla de cansancio por la sesi¨®n tediosa y poco entusiasmo por el resultado.
El nuevo l¨ªder de la Generalitat lleva mucho tiempo cargando el peso de una doble vicar¨ªa: la de la presidencia y la del liderazgo de ERC. La primera ya se la ha sacado de encima. La segunda depende de su gesti¨®n, pero no solamente: la influencia de Junqueras sigue inc¨®lume, y as¨ª ser¨¢, como m¨ªnimo, mientras contin¨²e en la c¨¢rcel.
Lo cierto es que un cargo como el de president de la Generalitat imprime personalidad. Y aunque la negociaci¨®n de conselleries con Junts no haya sido la m¨¢s brillante, el sistema pol¨ªtico catal¨¢n es, de facto, bastante presidencialista. Si no, que se lo digan a Josep Tarradellas, a quien solo import¨® el rango y no las competencias. S¨ª, Tarradellas, el president que Esquerra solo reivindica con la boca peque?a, lo que trae de cabeza a los periodistas: ¡°?Pero qu¨¦ decimos, que Aragon¨¦s es el primer presidente de Esquerra desde Llu¨ªs Companys?¡± Bueno, as¨ª lo proclaman los portavoces del partido, que adoran al president m¨¤rtir, pero se incomodan con el que volvi¨® del exilio de la mano de Adolfo Su¨¢rez (aunque eso supuso la ¨²nica restauraci¨®n de una instituci¨®n republicana tras el franquismo, ojo). Aprovechando el vac¨ªo, fue Salvador Illa (PSC) quien se declar¨® tarradellista el jueves, lo que ha obligado el viernes a Marta Vilalta a hacer una finta e invocarlo tambi¨¦n: una cosa es tenerlo arrinconado en el ba¨²l de los recuerdos y otra dejar que se lo apropien los adversarios.
Lo que est¨¢ fuera de toda duda es que Pere Aragon¨¨s es el primer presidente que ha ascendido en el partido desde abajo: como ¨¦l mismo ha recordado, lleva m¨¢s de 20 a?os en pol¨ªtica, es decir, desde los 17. Es tambi¨¦n el president m¨¢s joven, no ha cumplido ni los 40 ¡ªno est¨¢ ni en las listas de vacunables inminentes¡ª, pero las rotaciones exacerbadas de la pol¨ªtica catalana estos ¨²ltimos tiempos lo han encumbrado precozmente, como un futbolista del juvenil llamado al equipo A por falta de titulares: durante alguna de las efervescentes jornadas de oto?o de 2017, algunos viejos dirigentes republicanos me hablaban de los j¨®venes valores llamados a protagonizar un relevo; no creo que entonces creyeran que iba a ser todo tan r¨¢pido.
La investidura s¨ª ha servido para intuir que el nuevo president sigue dando mucho peso a su discurso social, que usa m¨¢s el concepto ¡°republicano¡± que ¡°independentista¡± y que huye de los mitos del nacionalismo cl¨¢sico: este viernes, sus citas de autoridad fueron Manuel Serra i Moret, dirigente socialista y catalanista de la Segunda Rep¨²blica, y unos versos de Salvador Espriu que sirvieron antes tanto a Jordi Pujol como a Jos¨¦ Montilla.
Superado este primer tr¨¢mite, queda el problem¨®n de formar Govern. Tras la huida de Elsa Artadi, afloran candidatos a vicepresidentes; las c¨¢maras han captado al inicio de la sesi¨®n c¨®mo Dami¨¤ Calvet, actual conseller de Territori, se acercaba a Aragon¨¦s para ense?arle algo en su m¨®vil. Mientras, en los alrededores de la Ciutadella, aparentemente ajeno al juego de las sillas, hac¨ªa footing el doctor Josep Maria Argimon, el ¨²nico que, dicen, tiene la cartera asegurada.
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