Las v¨ªctimas olvidadas de los atentados de Barcelona y Cambrils: ¡°A¨²n espero una llamada¡±
Las v¨ªctimas del 17-A denuncian su abandono tras una sentencia que las rescata del ¡°olvido¡±
Virginia L¨®pez ha pisado tres veces La Rambla desde los atentados del 17-A. ¡°Es parte de la terapia¡±, dice. Camina por el paseo y, cuando llega al mosaico de Joan Mir¨® ¡ªel lugar donde par¨® la furgoneta homicida de Younes Abouyaaqoub¡ª se toma una fotograf¨ªa mientras cierra el pu?o como se?al de que est¨¢ fuerte, en¨¦rgica: de que sigue viva. La tarde del 17 de agosto de 2017, una amiga escocesa a la que ense?aba las perlas de la arquitectura de Barcelona entr¨® en un quiosco de flores. ¡°Me grit¨®: ?Una furgoneta! Iba a girarme pero no tuve tiempo de nada. La furgoneta choc¨® contra el quiosco. Un ruido como una bomba, horrible. Me qued¨¦ bloqueada. Luego salimos corriendo¡±.
Virginia, 45 a?os, figura como v¨ªctima n¨²mero 131 en la sentencia de la Audiencia Nacional que ha condenado a los tres procesados por los atentados de Barcelona y Cambrils, que dejaron 16 muertos y centenares de heridos. Sobre las v¨ªctimas, es una resoluci¨®n sin precedentes, coinciden asociaciones y abogados que han participado en las grandes causas por terrorismo en Espa?a. El tribunal afirma que han sido las ¡°grandes olvidadas¡± en esta historia y reprocha a los investigadores su labor deficiente: no fueron sistem¨¢ticos, lo que impidi¨® conocer el ¡°verdadero n¨²mero¡± de heridos; no dieron a todos los afectados la oportunidad de personarse en el procedimiento; no fueron exhaustivos con los informes forenses sobre las lesiones.
De ese olvido colectivo ¡ªreforzado por el hecho de que muchas v¨ªctimas del 17-A fueron turistas extranjeros¡ª se siente parte Virginia. ¡°Lo han hecho fatal. Hemos vivido un atentado, debe haber reparaci¨®n y reconocimiento¡±, sostiene con la voz entrecortada: cada nuevo cap¨ªtulo del 17-A (ahora, la sentencia) le hace volar mentalmente a aquella soleada tarde de verano de hace cuatro a?os.
Virginia fue atendida en el ambulatorio. Sus heridas f¨ªsicas no fueron graves: ¡°Contusi¨®n en cara anterior de la rodilla derecha con eritema, erosi¨®n y edema¡±, recoge la sentencia. Se march¨® a trabajar una temporada a Escocia. All¨ª, coincidiendo con el primer aniversario del mayor atentado yihadista en Espa?a tras el 11-M, ley¨® sobre el abandono de otros en su misma situaci¨®n. Y supo de la Unidad de Atenci¨®n y Valoraci¨®n a Afectados por el Terrorismo (UAVAT) dirigida por Robert Manrique, un superviviente del atentado de Hipercor.
El despacho de Manrique es un peque?o museo: conserva las cintas de casete con la grabaci¨®n del juicio por la matanza de ETA en los grandes almacenes de Hipercor en 1987. Tambi¨¦n parece la sala de un estratega militar: junto a la pared hay un mapa con chinchetas de colores que sit¨²an e identifican a las v¨ªctimas del 17-A. ¡°El trabajo de la administraci¨®n era buscarlas, pero hemos tenido que hacerlo nosotros¡±, afirma. La oficina para atender a afectados de La Rambla, denuncia, apenas estuvo abierta unas semanas.
A Virginia, como a tantos otros, se le pas¨® el plazo de un a?o que concede el Ministerio del Interior para reclamar la condici¨®n de v¨ªctima del terrorismo. ¡°Las v¨ªctimas no tenemos por qu¨¦ conocer los plazos y nadie nos informa. Estamos en casa con nuestros miedos, desconcertadas¡±, cuenta. La sentencia ha revertido en parte esa situaci¨®n. Con ella, puede exigir la indemnizaci¨®n que le corresponde y los derechos que conlleva la condici¨®n de v¨ªctima.
Iolanda Ortiz, de 47 a?os, vive a cuatro kil¨®metros de Ripoll, donde se fragu¨® la c¨¦lula yihadista. Pero la tarde del 17 de agosto estaba en La Rambla con su familia. ¡°La furgoneta pas¨® a un metro. Si no llego a tirar de la camiseta a mi hijo, se lo lleva por delante¡±. Al contrario que Virginia, solo se atrevi¨® a volver a La Rambla el a?o pasado, y acompa?ada de la psic¨®loga de la UAVAT. ¡°Nos sugiri¨® comer en el mercado de la Boqueria, para crear recuerdos nuevos de ese lugar¡±. Iolanda y su familia llegaron a pasar por el hospital de campa?a montado en plaza de Catalunya, pero ni eso les sirvi¨® para tener el reconocimiento de Interior. Pero lo peor para Iolanda, v¨ªctima 108 de la sentencia, es la falta de apoyo. ¡°Hemos sufrido mucho. Y hemos echado de menos una llamada. Las v¨ªctimas hemos estado completamente abandonadas, olvidadas¡±.
La Audiencia Nacional afirma que ha intentado ¡°paliar¡± esa anomal¨ªa con una sentencia que ampl¨ªa a m¨¢s de 300 el n¨²mero de heridos en los distintos escenarios de los ataques (La Rambla, el paseo mar¨ªtimo de Cambrils, la urbanizaci¨®n de Alcanar), incluidos los que han sufrido da?o psicol¨®gico. Los magistrados a?aden que, aunque no han podido condenar por los homicidios a los autores materiales (fallecidos), las v¨ªctimas tienen ¡°derecho a conocer la verdad¡± y a que se reconozca el ¡°dolor y el da?o, casi siempre irreparable¡± que se les ha infligido. Por eso, en el juicio se examin¨® todo y no solo las conductas de los tres procesados: Mohamed Houli (condenado a 53 a?os y medio de c¨¢rcel), Driss Oukabir (otros 46) y Said Ben Iazza (8).
La Fiscal¨ªa se defiende
Las cr¨ªticas in¨¦ditas al juez instructor y a los Mossos por su escasa pericia con las v¨ªctimas no fue asumida como propia por la Fiscal¨ªa. En rueda de prensa, el fiscal jefe de la Audiencia Nacional, Jes¨²s Alonso, afirm¨® ayer que la sentencia da a las v¨ªctimas ¡°el puesto de honor que merecen¡± y marca un ¡°precedente¡± para que se les reconozca en casos en que no se puede juzgar a los autores materiales. La fiscal que lider¨® toda la investigaci¨®n, Ana No¨¦, s¨ª se sinti¨® algo m¨¢s aludida, pero defendi¨® que las v¨ªctimas estuvieron presentes ¡°desde el minuto uno¡± del procedimiento, y que se hicieron gestiones para pedir informaci¨®n a los hospitales. No¨¦ admiti¨® que fue complicado ofrecerles acciones porque muchas resid¨ªan en el extranjero.
¡°No hay precedentes de un varapalo similar a un instructor por el trato a las v¨ªctimas. Lo venimos denunciando desde hace mucho, y por primera vez se ha puesto de manifiesto en una sentencia¡±, opina Antonio Garc¨ªa, abogado de la Asociaci¨®n 11-M, que ha participado en el juicio del 17-A. Garc¨ªa explica que tambi¨¦n la Fiscal¨ªa y el Ministerio del Interior tienen ¡°enormes responsabilidades¡± en ese olvido. En l¨ªnea con el tribunal, opina que la pieza de la investigaci¨®n dedicada a las v¨ªctimas (la n¨²mero 5) fue ¡°un desprop¨®sito¡± y ¡°una mera acumulaci¨®n de informes sin clasificar, sin un m¨ªnimo rigor¡±. Todo lo contrario, dice, de lo que pas¨® en el 11-M.
El abogado cree que es una buena sentencia porque abre la v¨ªa para que ninguna v¨ªctima quede excluida. Virginia admite que es un paso adelante, pero no acaba de estar satisfecha. ¡°A los tres procesados les considero tan culpables de las muertes como al que conduc¨ªa la furgoneta¡±, dice. A Iolanda le importa menos el destino penitenciario de los yihadistas que el bienestar de su hijo, Iv¨¢n, que ahora tiene 14 y sufre a¨²n las secuelas de aquel d¨ªa. ¡°A veces, las cosas son m¨¢s sencillas. Se trata de levantar el tel¨¦fono y preguntar: ¡®?C¨®mo est¨¢ el ni?o?¡¯ A¨²n espero una llamada¡±.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.