La diversidad funcional conquista los escenarios
La compa?¨ªa dirigida por Cl¨¤udia Ced¨® culmina con gran ¨¦xito un mes de funciones en el TNC con ¡®Mare de sucre¡¯, obra protagonizada por Andrea ?lvarez y otros actores con discapacidad
Sentada en las se?oriales escaleras del Teatre Nacional de Catalunya (TNC), Andrea ?lvarez r¨ªe a carcajadas cuando piensa en todo lo que ha vivido durante los ¨²ltimos dos meses. Ha sido la protagonista de Mare de sucre, un montaje que se ha representado en la sala Tallers con un ¨¦xito inapelable de taquilla: las entradas de las funciones programadas se agotaron en pocos d¨ªas, y las de la pr¨®rroga de la ¨²ltima semana se terminaron en dos horas. R¨ªe porque, acostumbrada a vivir en un hogar compartido para personas con diversidad funcional en Girona, a trabajar en el taller ocupacional fabricando joyas y a asistir a los cursos de teatro de Escenaris Especials, su d¨ªa a d¨ªa cambi¨® completamente y lleva un tiempo en una monta?a rusa. Ahora volver¨¢ a su rutina, aunque la compa?¨ªa quiere montar una gira y seguir actuando. En estas funciones, los espectadores tambi¨¦n se han subido a esa monta?a rusa: con la voz del reparto inclusivo y la direcci¨®n de Cl¨¤udia Ced¨®, la obra ha abierto muchas preguntas acerca de los deseos de un colectivo muy grande y cuyos intereses est¨¢n muy a menudo invisibilizados.
La voz de ?lvarez ha sido la de un colectivo tan dispar como lo son sus diversidades funcionales. Seg¨²n los datos de la Generalitat, en Catalu?a hay 616.052 personas con discapacidad, ya sea de tipo f¨ªsico o intelectual, con todas sus variantes. A pesar de todas sus diferencias, comparten una suerte de identidad, la de saber que la sociedad no piensa siempre en ellos. No solo por los problemas de accesibilidad f¨ªsica que se solucionan con rampas y elevadores, sino tambi¨¦n por los deseos e intereses que no se tienen en cuenta, y que el mundo, a veces, prefiere no ver para no tener que asumir la responsabilidad de garantizar todos los derechos de las personas con discapacidad. ¡°No me gusta esta palabra. No me gustan las palabras que hablan de m¨ª y que deciden cu¨¢les se usan y cu¨¢les no. Antes dec¨ªan subnormal, retrasado, borderline, minusv¨¢lido. Ahora resulta que hemos de decir diversidad funcional. Ellos y nosotros. Y no hay ellos y nosotros. Todo el mundo es diferente¡±, dice en la obra Marc, con par¨¢lisis cerebral y sentado en una silla de ruedas.
La obra empieza con la expresi¨®n irrefrenable de un deseo: ¡°Me llamo Cloe, tengo una discapacidad intelectual del 65%, y quiero ser madre¡±. Durante dos horas, explora el deseo de la maternidad, de tener una vida sexual activa y de ser responsable de uno mismo. Anhelos que en las personas con discapacidad chocan con todo: las instituciones, la familia, los educadores, la falta de recursos que ponen los gobiernos¡ Pero, al indagar sobre estas cuestiones, estas llevan a otras. En un momento del montaje, Marc se dirige al director de su centro para decirle que quiere ser el entrenador del equipo de rugby. Al hablar con ¨¦l, se desdice y decide que no lo ser¨¢, reprimido por los propios miedos y la falta de confianza, lo mismo que le lleva a dudar de si Cloe ser¨ªa o no una buena madre. ?Qui¨¦n puede decir qu¨¦ puede hacer alguien? ?Est¨¢ la sociedad preparada para garantizar todos los derechos, tambi¨¦n los de las personas con discapacidad?
El mero hecho de que estos dilemas los planteen con tanta maestr¨ªa actores con diversidad funcional abre otras preguntas: ?Pueden estos actores seguir trabajando profesionalmente en teatros? ?Despu¨¦s de este ¨¦xito, les llamar¨¢ alg¨²n director reconocido para hacer un Shakespeare? ¡°Queremos pensar que las cosas est¨¢n cambiando, pero falta mucho camino por recorrer. En Londres ya lo hacen, te programan un Ricardo III con un actor con una discapacidad, porque es un buen actor¡±, dice Ced¨®, directora y dramaturga de esta obra. ¡°La diversidad tiene que conquistar las ficciones como una avalancha, porque en todo este tiempo que llevo trabajando con ellos, cada d¨ªa me pregunto ?qu¨¦ es lo normal? La vida no es homog¨¦nea, y o lo aceptamos o nos perdemos mucha riqueza¡±.
Ced¨®, que cosech¨® un gran ¨¦xito con Una gossa en un descampat, sobre la dificultad de asumir la muerte de los hijos antes de nacer, lleva 15 a?os dirigiendo cursos de teatro para personas con discapacidad. Con el proyecto Escenaris Especials han actuado en Banyoles, Girona y en el Teatre Lliure de Barcelona, y tambi¨¦n lo har¨¢n en Temporada Alta. ¡°Esta obra no ha salido como una seta, llevamos mucho tiempo trabajando. Y en concreto, en esta idea llevamos dos a?os: en los cursos anuales ya sal¨ªa mucho el tema de la maternidad y la sexualidad. La dramaturgia la hemos hecho entre todos. Todo ha sido compartido, para que conecten con el texto y lo defiendan¡±, explica Ced¨®.
La propia ?lvarez cuenta que en el hogar en el que vive hablan a menudo con los educadores de estos temas: ¡°Hablamos de sexo claro, nos interesa, y del cuerpo humano. Yo creo que es importante hablar de esto, no nos tenemos que cerrar, tenemos que explicar lo que queremos, decirlo¡±. ¡°Escenaris Especials tiene un punto espont¨¢neo muy importante, hay muchos momentos en los que la verdad traspasa¡±, explica Marta Iglesias, productora de la obra y psic¨®loga.
Tanto el elenco como las organizadoras creen que el proceso, aunque se han vivido nervios, ha sido ¡°feliz¡±, y sobre todo ¨²til. ¡°Antes ve¨ªa el teatro de personas con discapacidad como algo bueno para ellos, ahora creo que es algo pol¨ªtico¡±, dice Ced¨®. Iglesias remata: ¡°Si pones diversidad en el escenario, la tendr¨¢s tambi¨¦n en la platea. Ha venido gente al TNC que seguramente ni se planteaba que pod¨ªa venir¡±. La actriz tambi¨¦n lo siente as¨ª, y aunque tiene ganas de volver a su trabajo y su d¨ªa a d¨ªa, tambi¨¦n quiere seguir actuando: ¡°Ha sido una experiencia brutal, all¨¢ tengo una casa y una familia, pero aqu¨ª, con el teatro, tambi¨¦n¡±.
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