La independencia no es una estrategia
?Hay estrategias que no sean humo y delirios? Ante todo, est¨¢ la recuperaci¨®n de la salud y de la econom¨ªa de los ciudadanos. A la vez, naturalmente, los indultos y la mesa de di¨¢logo
El genio del pa¨ªs es inagotable. Con humo se han hecho construcciones imaginarias. De la nada hay quien ha sacado petr¨®leo. Todo se ha probado y se ha hecho todo el ruido posible. Hemos invocado y sacado a pasear la musa de la historia, gr¨¢vida del futuro de Catalu?a, pero al final no ha parido ni un humilde rat¨®n, menos todav¨ªa que aquel c¨¦lebre parto de los montes. Se dir¨ªa que Catalu?a se ha convertido estos a?os en una especie de Quijote ¡ª?cruel paradoja, un hidalgo castellano!¡ª que cre¨ªa ver gigantes y ej¨¦rcitos enemigos en todas partes y sal¨ªa siempre apaleado y escarmentado, aunque nunca desenga?ado respecto a sus ideales, enamorado de su dama como los catalanes soberanistas de la independencia.
Ahora ya lo saben incluso los creyentes de la fe del carbonero aunque hagan como si no lo supieran. No habr¨¢ independencia. Era una quimera. Los caminos que se hab¨ªan dibujado en las pizarras del voluntarismo procesista eran imaginarios. La ¨²ltima excusa para explicar la derrota es la denuncia de la cruel represi¨®n del Estado enemigo. Pero en los tiempos de George Floyd, de Navalny, del genocidio uigur o de la represi¨®n desatada en Hong Kong y en Myanmar, estos sufrimientos y estos presos dif¨ªcilmente sirven para construir un caso internacional contra la dictadura espa?ola. Despu¨¦s de los indultos y del di¨¢logo pol¨ªtico, el tiempo y una ca?a, muy poco quedar¨¢ de todo esto en la memoria del mundo. Una peque?a y tartarinesca historia local, en definitiva.
No hay estrategia alguna que lleve a la independencia. Las que hubo fracasaron y nada las ha sustituido. Solo queda la estrategia del ¡®pollo¡¯ que Puigdemont prometi¨® para Espa?a, propiamente m¨¢s jur¨ªdica que pol¨ªtica, organizada por Gonzalo Boye para sacar el m¨¢ximo partido de los errores y las grietas del sistema judicial espa?ol y de su legalidad constitucional. No la tiene Esquerra. De hecho, nadie la tiene. Una vez fracasado el intento de 2017, en condiciones objetivas probablemente dif¨ªciles de repetir, hay que decir claramente que la independencia s¨®lo es un deseo, un sentimiento, un sue?o, y que cuando gente pol¨ªticamente tan despierta como Jordi Cuixart dice que lo volver¨¢ a hacer, est¨¢ diciendo sencillamente que nunca dejar¨¢ de desearla, ni dejar¨¢ de sentirse independentista, ni se permitir¨¢ so?ar en nada m¨¢s que no sea la independencia, como Alonso Quijano hac¨ªa con su Dulcinea. Y har¨¢ bien: no se debe renunciar a los sue?os.
De lo que siempre se ha tratado era de conseguir la dif¨ªcil alquimia que convierte los deseos, sentimientos y sue?os que hab¨ªan estallado popularmente a partir de 2012 en resultados electoralmente tangibles, en poder real dentro del mundo real. Tambi¨¦n en esto el c¨¢lculo era malo. Una apuesta tan alta se ha traducido en una derrota sin remedio. Del esfuerzo independentista no ha salido ni una mejor financiaci¨®n, ni un incremento del poder econ¨®mico y pol¨ªtico de Barcelona y de Catalu?a dentro del paisaje espa?ol y europeo, ni una mutaci¨®n constitucional que hiciera avanzar el autogobierno en direcci¨®n federal o en la todav¨ªa m¨¢s improbable direcci¨®n confederal. Nada. La fuerza interior de Catalu?a tambi¨¦n ha disminuido. Dividida en frente de la independencia, ahora ofrece menos impulso y energ¨ªas para negociar una sencilla mejora de la autonom¨ªa.
Se entiende pues la demanda de estrategia, expresada con tanta verbosidad como sea necesario por el invento del Espacio de Coordinaci¨®n, Consenso y Direcci¨®n Estrat¨¦gica Colegiada, el artefacto imaginado por Pere Aragon¨¨s y Jordi S¨¤nchez como paliativo al desacuerdo sobre el papel del Consejo de la Rep¨²blica. Su creaci¨®n permite entender que ten¨ªa raz¨®n aquel mosso sancionado por haber dicho que la rep¨²blica no exist¨ªa. En lugar de Consejo tenemos pues un Espacio, construcci¨®n verbal mucho m¨¢s modesta y confusa. Y en lugar de Rep¨²blica, tenemos tres tareas algo imprecisas como son la coordinaci¨®n, el consenso y la direcci¨®n, de las que se ocupar¨¢n las tres fuerzas independentistas y las dos entidades implicadas en el proceso: si las reuniones no fueran discretas y no quedaran ¡°fuera del foco medi¨¢tico¡± tal como se propone en el acuerdo de gobierno, el espect¨¢culo quedaba garantizado.
Entre las tres tareas destaca la direcci¨®n. La coordinaci¨®n y el consenso son unos conceptos tan nebulosos que permiten dar por buena una cosa y la contraria. La direcci¨®n es de otra envergadura, y sobre todo si es estrat¨¦gica y adem¨¢s colegiada, un adjetivo que tiene como principales destinatarios a los dirigentes, para mirar que ninguno de ellos, ni Puigdemont ni Aragon¨¦s, tengan la ¨²ltima palabra. Pero la piedra de toque es el adjetivo ¡®estrat¨¦gico¡¯, dado que esta direcci¨®n podr¨¢ dirigir muchas cosas, peri¨®dicos y televisiones incluso, que de eso s¨ª que hay experiencia, pero no puede dirigir una estrategia que no existe ni existir¨¢.
?Hay estrategias que no sean humo y delirios? Ante todo, est¨¢ la recuperaci¨®n de la salud y de la econom¨ªa de los ciudadanos, es decir, vacunar a todo el mundo e invertir correctamente los fondos de recuperaci¨®n europeos. A la vez, naturalmente, los indultos y la mesa de di¨¢logo. Sin los pies forzados imposibles de la amnist¨ªa y la autodeterminaci¨®n, pero con el objetivo de obtener con las reformas que se propugnen el m¨¢ximo nivel de autogobierno posible, la m¨¢xima participaci¨®n en la vida pol¨ªtica espa?ola y europea, quiz¨¢s la bicapitalidad barcelonesa e incluso el reconocimiento constitucional de la lengua catalana.
Todo ello, al final, no es una estrategia para la independencia, pero podr¨ªa conducir a una estrategia mejor que la independencia. O como m¨ªnimo, m¨¢s tangible y pr¨¢ctica que los sentimientos, los deseos y los sue?os y sobre todo que aquel misterioso ¡®embate democr¨¢tico¡¯ que nos prometen para el caso harto probable de que todo falle.
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