4.000 millones de d¨®lares y un suicidio
Un gesto de Cristiano Ronaldo hace perder una fortuna a Coca-Cola, pero una democracia no puede dotarse de herramientas contra la situaci¨®n de un ciudadano que acab¨® con su vida al ser desahuciado
El gesto de Cristiano Ronaldo de apartar dos botellas de Coca-Cola durante una rueda de prensa de la Eurocopa pudo ser la causa de que la compa?¨ªa perdiera en su particular lunes negro en Wall Street la friolera de 4.000 millones de d¨®lares. Un simple movimiento ¡ªcambiar los refrescos por un botell¨ªn de agua sin etiqueta¡ª evidenci¨® la fragilidad de esos mercados, aunque algunos les confieran tanta infalibilidad como P¨ªo IX al papado despu¨¦s de promulgar su Pastor Aeternus . No deja de ser parad¨®jico que la acci¨®n de un influencer sea capaz de revertir una tendencia, mientras las maltrechas instituciones de las sociedades democr¨¢ticas se muestran inoperantes a la hora de tomar medidas para prevenir las amenazas a la colectividad.
Es una clara expresi¨®n de la modernidad l¨ªquida en que vivimos. Seg¨²n Zygmunt Bauman, nuestras sociedades son m¨¢s libres que nunca, pero m¨¢s impotentes que en ning¨²n otro momento de la historia para cambiar las cosas. Justamente el mismo d¨ªa en que Cristiano Ronaldo hac¨ªa ese juego de manos en desdoro de la multinacional, Segundo F., de 58 a?os, se arrojaba por la ventana de su tercer piso en el barcelon¨¦s barrio de Sants. La periodista Rebeca Carranco avanz¨® la noticia en este diario. Segundo viv¨ªa solo, llevaba tres a?os sin trabajo y gracias a C¨¢ritas envi¨® su curr¨ªculum para pedir empleo en ocho ocasiones, entre febrero y noviembre del a?o pasado, con resultado negativo. A pesar de la incontestable evidencia, la documentaci¨®n aportada, seg¨²n la magistrada Nieves Osuna, ¡°no acreditaba la p¨¦rdida sustancial de ingresos¡±. Su abogada persigui¨® los informes que precisaba la justicia. Segundo era un hombre an¨ªmicamente hundido que no contestaba muchas veces al tel¨¦fono. A buen seguro se sent¨ªa, tras su prolongada situaci¨®n de paro, derrotado por la vida. Ni siquiera respondi¨® a la petici¨®n de autorizar el tr¨¢mite para que sus datos personales llegaran a los servicios sociales. No acudi¨® al amparo municipal hasta que C¨¢ritas lo presion¨®. El Ayuntamiento de Barcelona envi¨® sus informes de vulnerabilidad al juzgado en abril. Pero fue en vano. Es dif¨ªcil salir a flote cuando durante a?os han ido carg¨¢ndote los bolsillos de plomo. En esa vaporosa y voluble modernidad l¨ªquida en que vivimos son m¨¢s importantes los gestos que las razones.
Su historia es pues la de una v¨ªctima m¨¢s del paro, la precariedad y la lucha por la supervivencia en una sociedad en la que llorar por los s¨ªntomas es m¨¢s importantes que acabar con la enfermedad. El ciudadano que se quit¨® la vida el pasado lunes se suma a la lista de quienes en los ¨²ltimos a?os decidieron suicidarse ante la inminencia de ser desahuciado. Jordi, en Cornell¨¤; Jos¨¦ Miguel, en Granada; Inocencia, en Castell¨®n; Jos¨¦ Antonio, de Baracaldo, o Juan, de L¡¯Hospitalet, son algunos de ellos.
El ascenso de las f¨®rmulas simplistas ¡ªsingularmente de la derecha populista y la extrema derecha¡ª encuentra terreno abonado en la dejaci¨®n que hacen las sociedades a la hora de tomar el tim¨®n y enderezar el rumbo. La izquierda tambi¨¦n naufraga en el intento y de forma chapucera, como demuestra el recurso del Gobierno central contra la ley catalana del alquiler ante el Tribunal Constitucional por ¡°invasi¨®n de competencias¡±. El Ejecutivo lo anunci¨® el mismo lunes 14, un d¨ªa cargado de tintes negros en el que se cumpl¨ªan exactamente tres a?os desde que Jordi se arrojara desde un d¨¦cimo piso del bloque siete de la calle Cam¨¨lies de Cornell¨¤ de Llobregat ante su inminente desahucio por impago del alquiler.
Los suicidios son un s¨ªntoma. El problema es la enfermedad: la precariedad y la falta de perspectivas con la que muchas personas afrontan el d¨ªa a d¨ªa. Sin medidas estructurales, los ayuntamientos ¡ªla primera instancia de asistencia al ciudadano¡ª se ven obligados a poner parches. Deber¨ªan ser los gobiernos los que desarrollaran pol¨ªticas de vivienda, tomaran medidas para combatir el paro y lucharan por evitar el crecimiento y consolidaci¨®n del precariado. De momento, tanto el Gobierno central como el de la Generalitat gesticulan con escasa repercusi¨®n en la vida real de la ciudadan¨ªa. El terreno es pues propicio a las f¨®rmulas m¨¢gicas de una extrema derecha ¡ªcuarta fuerza pol¨ªtica en Catalu?a y tercera en Espa?a¡ª que utiliza el abono de la demagogia como f¨®rmula de crecimiento. Ese es el resultado cuando lo s¨®lido deja paso a l¨ªquidos de baja densidad.
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