Los enigm¨¢ticos meteoritos de Herzog cierran un Kosmopolis estelar
La fiesta literaria del CCCB, centrada en la ciencia-ficci¨®n, convoca a m¨¢s de 6.200 personas y 1.700 visualizaciones
En una danza ancestral, los ind¨ªgenas del Yucat¨¢n se pasan bolas de fuego, quiz¨¢ representaci¨®n, aunque ellos no estaban, del meteorito que hace unos 65 millones de a?os impact¨® ah¨ª y gener¨® el cr¨¢ter de Chicxulub, una de las m¨¢s grandes cicatrices de la Tierra. Con ese enigma y esas bolas rojas saltarinas en la noche arranca Fireball: Visitors from Darker Worlds, el documental con el que Werner Herzog alimentar¨¢ su fama de cineasta exc¨¦ntrico y un punto megal¨®mano: persigue en casi hora y media el rastro y pregunta sobre posibles significados de los cuerpos celestes desplomados en el planeta. ¡°No sabemos qu¨¦ vendr¨¢ del futuro¡±, afirm¨® ayer tras el pase de su documental con el que Kosmopolis, el festival literario del Centro de Cultura Contempor¨¢neo de Barcelona (CCCB), cerr¨® una espectacular convocatoria basada en la ciencia-ficci¨®n. Y lo hizo con cifras nada despreciables para ser la primera parcialmente presencial tras la pandemia: m¨¢s de 6.200 personas, la mitad de una convocatoria AdC (antes de la Covid) y 1.700 visualizaciones por Internet.
Desde Los ?ngeles, en escorzo y ¡°bajo ciertos efectos del jet-lag¡±, como reconoci¨®, el cineasta dialog¨®, moderado por la cr¨ªtica cinematogr¨¢fica Vileta Kovacsis, con el vulcan¨®logo Clive Oppenheimer (¨¦ste s¨ª en Barcelona), el particular presentador del documental. Herzog pone la direcci¨®n y su voz profunda en el off para un viaje que tiene algo de la obsesi¨®n (y la fascinaci¨®n) innata que ya reflejan las tramas de Fitzcarraldo y de Aguirre o la c¨®lera de Dios. ¡°Siempre he tenido la capacidad de maravillarme, desde ni?o¡±, dijo ayer a preguntas de un auditorio compuesto por 190 personas. ¡°Uno de mis primeros recuerdos de infancia es mi madre arranc¨¢ndonos de la cama y dici¨¦ndonos: ¡®Mirad la ciudad, est¨¢ en llamas¡¯. Est¨¢bamos al final de la Segunda Guerra Mundial. Desde lejos, ve¨ªamos unos tonos amarillos, naranjas y rojos... Hay un peligro que me interesa y que es bonito... Mi curiosidad empez¨® all¨ª: est¨¢n hablando con la misma persona de cuando ten¨ªa dos a?os y medio¡±, dijo quien hoy cuenta 78.
De uno a otro conf¨ªn, Herzog y Oppenheimer buscan todo rastro posible. En Oslo, por ejemplo, hablan con Jon Larsen, que captura micrometeoritos con un im¨¢n en la azotea de un gigantesco complejo deportivo y que luego estudia aument¨¢ndolos 3.800 veces. Tiene 2.500 distintos. ¡°No son part¨ªculas industriales¡±, se defiende. Y hace bien en matizarlo porque , aunque los entrevistados no pueden o¨ªrle, Herzog pespuntea la narraci¨®n con cierta iron¨ªa y distancia (¡±a pesar de ser quienes son, se toman la ciencia seriamente¡±, dice, por ejemplo, cuando entrevistan en el parque Castel Gandolfo, residencia del Papa, al jesuita de uno de los observatorios m¨¢s importantes del mundo, con una colecci¨®n de m¨¢s de un millar de fragmentos de meteoritos).
Lo hace tambi¨¦n Herzog para quitar tensi¨®n ante los enigmas y los resquemores que genera el tema, como cuando visitan el telescopio Maui, en Hawai, donde cada noche una pareja de especialistas hacen guardia para vigilar que un meteorito no pueda sorprender a la Humanidad. De detectarse uno, ¡°quiz¨¢ no ser¨ªa necesario destruirlo como vemos en las pel¨ªculas sino s¨®lo tocarlo ligeramente para empujarle y hacerle cambiar de direcci¨®n¡±, apunta la experta de la Coordinaci¨®n de Defensa Planetaria de la NASA.
El peregrinaje (India, Francia, Ir¨¢n, una isla entre Nueva Zelanda y Australia donde, con rituales, los viejos ind¨ªgenas hacen viajar las almas de los muertos a nuevas vidas a trav¨¦s de las estelas de los cometas...), llegan a la Ant¨¢rtida, la zona donde m¨¢s caen de todo el planeta. Puro azar, durante su estancia Oppenheimer acabar¨¢ encontrando el fragmento de meteorito m¨¢s grande de la temporada.
¡°Todos somos polvo de estrellas¡±, concluye una cient¨ªfica sobre el posible origen de la vida en la Tierra a partir de un meteorito. En la ¨²nica vez que interviene Herzog en la grabaci¨®n, suelta desde detr¨¢s de la c¨¢mara: ¡°Yo no, yo soy bavar¨¦s¡±. Genio gal¨¢ctico.
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