Transformaciones del paisaje
La pandemia nos ha ofrecido tres lecciones: descubrir profesiones indispensables para el sistema, cuestionar el ego¨ªsmo individual y limitar la propiedad privada cuando hay necesidades colectivas
El paisaje que nos ha dejado la pandemia nos ha transformado¡±. Lo dijo el presidente S¨¢nchez en su argumentario en defensa de los indultos que han sacado a la derecha de sus casillas, reacci¨®n que no sorprende porque est¨¢ en su car¨¢cter. ¡°S¨¢nchez ha humillado a Espa?a¡± es la cantinela impulsada por la primera vocalista del PP, Isabel D¨ªaz Ayuso. Humillar viene del lat¨ªn humus (suelo, tierra) ?De verdad Espa?a es tan d¨¦bil que nueve indultos la llevan a arrastrarse por el suelo perdida y desconsolada?
Pero si he tra¨ªdo a colaci¨®n la frase del presidente, no es para hablar de la en¨¦sima representaci¨®n del espect¨¢culo reactivo de una derecha que no escapa a la visi¨®n paranoica del mundo que hered¨® de sus ancestros, siempre viendo p¨¦rfidos enemigos por todas partes, sino para preguntarme si realmente la pandemia nos ha transformado. Y desde luego a la derecha parece que no, porque sigue d¨®nde siempre y cada vez un poco m¨¢s escorada.
Ahora se vende ya la ilusi¨®n de una recuperaci¨®n econ¨®mica milagrosa cuando el sem¨¢foro sanitario est¨¢ en ¨¢mbarAhora se vende ya la ilusi¨®n de una recuperaci¨®n econ¨®mica milagrosa cuando el sem¨¢foro sanitario est¨¢ en ¨¢mbar
El virus, con las marcas que nos ha dejado en cuerpo y alma durante su paso, sirve como argumento para todo servicio. A S¨¢nchez le resulta ¨²til para justificar los indultos enfatizando el cambio de etapa. Comparto la idea de que el estado de esp¨ªritu de la ciudadan¨ªa ha cambiado y que, por mucho que la derecha y parte del independentismo no quiera enterarse, hay fatiga de confrontaci¨®n y ganas de que se abran ventanas para que respiremos un poco. Una vez liberados del encierro en nuestras casas, m¨¢s palabras y menos barreras. Y, sin embargo, no estoy seguro de que aprovechemos la experiencia vivida en la pandemia, un corte brusco en los modos de vida y en las relaciones sociales que nos ha dado pistas para repensar las verdades resultantes de las hegemon¨ªas que configuran nuestra sociedad. La idea de que la suerte de cada uno de nosotros est¨¢ marcada estrictamente por la econom¨ªa configuraba la verdad colectiva antes de la pandemia y la sigue configurando ahora. Ahora mismo se vende ya la ilusi¨®n de una recuperaci¨®n econ¨®mica milagrosa cuando el sem¨¢foro sanitario est¨¢ todav¨ªa en ¨¢mbar.
?Qu¨¦ podr¨ªamos haber aprendido de la pandemia? Como dice el fil¨®sofo alem¨¢n Axel Honneth, se nos han presentado varias oportunidades ¡°de reconsiderar los fundamentos problem¨¢ticos de nuestro orden social y de proponer arreglos nuevos y diferentes¡± y no parece que las vayamos a aprovechar. Honneth se?ala tres momentos en que aparecieron ¡°conceptos e ideas que suger¨ªan la posibilidad de pr¨¢cticas sociales diferentes¡±.
La covid no ha cambiado a la derecha, porque sigue d¨®nde siempre y cada vez un poco m¨¢s escoradaLa covid no ha cambiado a la derecha, porque sigue d¨®nde siempre y cada vez un poco m¨¢s escorada
El primer impulso lleg¨® pronto: los indispensables. Fue el momento en que ¡°descubrimos¡±, perm¨ªtanme la iron¨ªa, que determinadas profesionales ¡°eran indispensables para el mantenimiento del sistema¡±. Sobre ellos se organiz¨® un ritual que dur¨® mientras sirvi¨® de exorcismo. Por unos d¨ªas parec¨ªa que ¡°la jerarqu¨ªa en los sistemas de evaluaci¨®n social de las profesiones y de las actividades¡± cambiaba. Pod¨ªamos pensar que se anunciaba un cambio estructural y que ¡°la relaci¨®n entre la oferta y la demanda mediada por el mercado¡± pod¨ªa entrar en fase de mutaci¨®n. Puro espejismo.
Poco despu¨¦s se abri¨® una reflexi¨®n ¡°sobre les condiciones normativas de nuestra coexistencia democr¨¢tica¡±: la libertad individual y su dependencia de los dem¨¢s. La necesidad de asumir responsabilidades no s¨®lo ¡°por el propio bien sino tambi¨¦n por el bien del otro¡±, ven¨ªa a recordarnos los l¨ªmites de la cultura ¡°del ego¨ªsmo privado, de la m¨¢xima habilitaci¨®n del beneficio propio¡±, de la meritocracia sin cuartel. Sin embargo, como si nada hubiera pasado hemos vuelto ¡°al lenguaje del sujeto individual¡±, al homo economicus que nos leg¨® la cultura neoliberal.
Y la tercera lecci¨®n fugaz, ha sido en torno a los l¨ªmites de la propiedad privada, cuando hay necesidades evidentes que tienen que satisfacerse m¨¢s all¨¢ de los recursos de cada uno. Por ejemplo, las vacunas, que requieren modos de abastecimiento completamente diferentes y que dar¨ªan motivo a reflexionar sobre les alternativas al mercado y a las econom¨ªas en curso. Es decir, renovar ¡°la reflexi¨®n sobre la primac¨ªa del bien com¨²n sobre los intereses individuales¡±.
De momento, estas oportunidades han pasado de largo. Dicen que las grandes crisis dejan huella. ?Hay tiempo de recuperar algunas de estas cuestiones que podr¨ªan ayudar a desconfinar el futuro? Cuando S¨¢nchez habla de la pandemia que nos ha transformado lo hace en el prosaico terreno de la seducci¨®n pol¨ªtica. Y con ambiciones claramente limitadas y muy deudoras de las querellas hisp¨¢nicas. Por algo hay que empezar si se quieren cambiar las cosas, que era lo propio de los proyectos progresistas.
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