Ang¨¦lica Liddell baila con el fantasma de Belmonte
La dramaturga y actriz presenta en el Grec ¡®Liebestod¡¯, un espect¨¢culo que une la tragedia cl¨¢sica con la tauromaquia
Ang¨¦lica Liddell regresa al Grec con ¡°un acto de inmolaci¨®n y autodestrucci¨®n¡± a trav¨¦s de la palabra. As¨ª ha definido este mi¨¦rcoles por la ma?ana su obra Liebestod, inspirada en el torero Juan Belmonte y descubierta a trav¨¦s de la biograf¨ªa de Manuel Chaves Nogales (Juan Belmonte, matador de toros) y que se podr¨¢ ver del 23 al 25 de julio en el Teatre Lliure de Montju?c dentro de la programaci¨®n del Festival Grec de Barcelona. El espect¨¢culo, en palabras de la autora, directora y actriz, explora ¡°los or¨ªgenes del teatro y de la tauromaquia unidos por la idea de tragedia cl¨¢sica¡± y toma el t¨ªtulo de una expresi¨®n que aparece en el aria final de la ¨®pera Trist¨¢n e Isolda, de Richard Wagner, que a¨²na en una ¨²nica palabra los conceptos de amor y de muerte.
Estos dos conceptos, junto con el de belleza, son los pilares de la obra y, de alguna manera, el torero sevillano, que se suicid¨® en Utrera a los 70 a?os, los representa. Por ello, la figura de Belmonte surgi¨® enseguida: ¡°Mi identificaci¨®n con ¨¦l fue inmediata¡±, ha relatado la artista, que comparte con el torero sevillano su visi¨®n tr¨¢gica de la vida y del amor, hasta el punto de reconocer que no hay nadie con quien se haya identificado tanto como con Juan Belmonte. ¡°Fue un hombre tr¨¢gico, un hombre atravesado por la tragedia, que muri¨® con la frustraci¨®n de no haber muerto sobre la arena de la plaza¡±, ha asegurado. ¡°Lo que hago es tragarme a Belmonte, meterlo en mi sangre y bailar con su fantasma¡±.
¡°?l dec¨ªa que se toreaba como se amaba¡±, ha recordado Liddell, subrayando esa relaci¨®n entre amor y muerte que lleva a escena en su espect¨¢culo, en el que busca la belleza: ¡°Esa b¨²squeda es casi como resolver un problema astrof¨ªsico. Es una composici¨®n de varios cuadros para expresar el sufrimiento a trav¨¦s de im¨¢genes hermosas¡±. De hecho, Liddell considera que ¡°el deseo, a veces de autodestrucci¨®n, tiene que ver con la palabra, que es mucho m¨¢s protagonista que la propia sangre¡±, pero a la vez recupera la frase de Bacon ¡°el olor a sangre no se me quita de los ojos¡±, frase que considera ¡°la definici¨®n perfecta de la est¨¦tica¡±. ¡°El texto es donde me he puesto en peligro. No pod¨ªa bailar con el fantasma de Belmonte sin ponerme en peligro. Me pongo en peligro como un torero, pero a trav¨¦s de la palabra¡±.
La autora, que concibe el toreo como un arte aunque nunca ha asistido a una corrida, no entra en el debate ¨¦tico sobre la tauromaquia. ¡°No me interesa porque no aporta nada¡±, ha explicado. ¡°Jos¨¦ Bergam¨ªn, gran ensayista con una obra taurina importante, dice que la tauromaquia no es espa?ola, ni castiza, ni universal, que es interplanetaria. Todas las diferentes posturas empobrecen esta expresi¨®n de las bellas artes¡±.
Desde la b¨²squeda de la belleza, Ang¨¦lica Liddell, Premio Nacional de Literatura Dram¨¢tica en 2012, combate la uniformidad: ¡°Y la lucha contra este mundo donde todo tiene que empatizar, ser higi¨¦nico, ser na¨ªf, est¨¢ m¨¢s relacionada con las ideas que con la sangre¡±, insiste. A¨²n as¨ª, la escen¨®grafa admite que lo que practica sobre su cuerpo siempre est¨¢ relacionado con el sacrificio dram¨¢tico. ¡°Es necesario llevar mi cuerpo al l¨ªmite¡±, sentencia. Aqu¨ª entra en escena el pintor brit¨¢nico Francis Bacon: ¡°Su imagen de la carne, de las reses, es soberbia, no necesita ser explicada porque lo dice todo¡±.
Adem¨¢s de Wagner, como en un contrapeso, en la pieza tambi¨¦n destaca la m¨²sica popular espa?ola. ¡°Son m¨²sicas que aparecen en la experiencia personal de mi vida, casi como un diario y las uso como parte de lo que llevo dentro¡±, se explica la dramaturga. ¡°Es una manera de volver a convocar lo que sent¨ª escuchando esa m¨²sica: a lo mejor me enamor¨¦ escuchando una sevillana¡±, confiesa, e insiste en que la m¨²sica ¡°renueva cosas y sentimientos muy profundos, y eso es bueno para no perder la emoci¨®n¡±.
Las del Grec son las primeras representaciones de Liebestod tras el estreno en Avi?¨®n, la semana pasada. All¨ª, el recibimiento ha sido bueno. ¡°Mi relaci¨®n con Avi?¨®n es casi como un noviazgo¡±, ha revelado Liddell, que ha presentado ocho obras desde 2010 en el festival. ¡°Mantengo con el p¨²blico franc¨¦s una relaci¨®n con toda la complicidad de un noviazgo: a veces se enfada, pero acepta mi propuesta. Lo importante es la pasi¨®n. Yo traigo la liturgia, lo irracional a Francia, que es la c¨²spide del racionalismo. Pero agradecen esa beligerancia, esa idea de desequilibrio que les supone a ellos, un pa¨ªs tan racional, mi misticismo. Ah¨ª est¨¢ el conflicto¡±, ha explicado, antes de revelar, en tono de broma: ¡°Creo que si no fuera por los italianos y los espa?oles, los franceses se morir¨ªan de aburrimiento¡±.
Rechazo del Premio Nacional de Catalu?a
Liddell regres¨® a Barcelona en el Grec del a?o pasado con The Scarlet Letter, despu¨¦s de 10 a?os de ausencia. ¡°?Estaba deseando venir! No pod¨ªa entender no venir aqu¨ª, pero era porque no me llamaban¡±. Su disgusto era enorme: ¡°Un dolor grande¡±, ha confesado. Tanto que, antes de representar esa obra en el Grec en 2020, rechaz¨® el Premio Nacional de Cultura 2019 que le concedi¨® el CoNCA, ¨®rgano asesor de la Generalitat en pol¨ªtica cultural. ¡°No lo quise, yo lo que quer¨ªa era trabajar en Catalu?a. El p¨²blico me quiere. Pero no es el p¨²blico el que te lleva al teatro¡±. Encantada de repetir en dos a?os la experiencia que no se le propuso durante 10, se ha mostrado agradecida a Salvador Sunyer y al festival que dirige, el Temporada Alta de Salt y Girona, que se ha convertido durante esa d¨¦cada, en el puente entre la artista y Catalu?a.
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