Sol Pic¨® rinde homenaje a las ¡®vedettes¡¯ del Paral¡¤lel de los a?os 20 en el TNC
¡®Malditas plumas¡¯ mezcla iron¨ªa y drama y afronta con valent¨ªa y descaro el miedo del artista a envejecer
A la tercera va la vencida y por fin Sol Pic¨® ha podido presentar en la Sala Petita del Teatre Nacional de Catalunya (TNC), los d¨ªas 21 y 22 de julio, su espect¨¢culo Malditas plumas, aplazado dos veces a causa de la pandemia. La pieza, que, previsiblemente, har¨¢ temporada en alg¨²n otro espacio esc¨¦nico de Barcelona, es ¨¢gil y mezcla iron¨ªa y drama, humor y sarcasmo. Es el particular homenaje de esta reina de la danza contempor¨¢nea al mundo de las vedettes del Paral¡¤lel de los a?os 20 en el que, a la vez, bucea en el miedo que siente el artista a envejecer. Sol Pic¨® tiene 54 a?os y el paso del tiempo es una realidad que afronta en estas Malditas plumas con valent¨ªa y con descaro. Su puesta a punto f¨ªsica y su vital energ¨ªa son realmente envidiables. Baila como si no hubiera un ma?ana y su fuerza es un hurac¨¢n arrollador.
La bailarina y core¨®grafa est¨¢ arropada por un excelente equipo de profesionales. Los textos de Heinrich B?ll, Francisco Casavella y Cristina Morales, que tambi¨¦n firma la adaptaci¨®n dramat¨²rgica; la m¨²sica de Aurora Bauz¨¢ y Pere Jou; la interpretaci¨®n musical de Roger Juli¨¤ ¡ªpresente en todo momento al lado de Pic¨® como maestro de ceremonias en esta historia¡ª; la magn¨ªfica escenograf¨ªa de Joan Manrique, que inunda el escenario de plumas multicolores suspendidas en el aire, logran que esta pieza resulte entra?able y cruel a la vez.
El comienzo del espect¨¢culo no puede ser m¨¢s prometedor: Pic¨® baila la Muerte del cisne con la m¨²sica de Saint-Sa?ns tocada al acorde¨®n. El aleteo de los brazos, rudo que no delicado, y su expresividad de gesto encandilan al espectador. A partir de aqu¨ª, la protagonista desarrollar¨¢ diferentes solos y tambi¨¦n hablar¨¢ de la vida de las errantes vedettes de segunda categor¨ªa que no llegaron a triunfar, del Paral¡¤lel de una ¨¦poca lejana y de sus anhelos y fracasos. Subir¨¢ y bajar¨¢ con gran soltura por una escalera formada por cajas de verduras vac¨ªas de madera, siempre acompa?ada de Roger Juli¨¤ que, ataviado con un tocado de plumas, tocar¨¢ con diferentes instrumentos la partitura musical de la obra.
Cuando Sol Pic¨® baila canciones como La bien pag¨¢, cantada por Miguel de Molina; La Boh¨¨me, por Charles Aznavour, y Sag mir wo die blumen sind, por Marlene Dietrich, asistimos a los momentos m¨¢s brillantes de la pieza. La bailarina hace alarde de su madurez como int¨¦rprete y exhibe un fluido y rico vocabulario gestual contempor¨¢neo, en el que se adivina su buena formaci¨®n de danza cl¨¢sica. Tambi¨¦n hay que destacar el fragmento en el que luce un inmenso tocado de plumas y baila con puntas con gran seguridad. Llegados a este punto, solicita la presencia del cuerpo de baile: el colectivo Iniciativa Sexual Femenina, formado por mujeres de diferentes complexiones, provoca al p¨²blico tal como hac¨ªan las vedettes de revista en uno de los pasajes m¨¢s divertidos de la funci¨®n. Malditas plumas incluye, tambi¨¦n, un momento de magia, para el que Pic¨® ha contado con el asesoramiento del Mag Lari.
Al final, el espect¨¢culo se ti?e de tristeza: vejez y decrepitud se trenzan en una melanc¨®lica y bella danza acunada por la m¨²sica de Henry Purcell y Pere Jou. Pocos peros en este ¨²ltimo montaje de Sol Pic¨®.
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