Lo que me pas¨® citando a gente para vacunarse contra el coronavirus
Lejos del personaje conspiranoico con papel de aluminio en la cabeza que se perfila habitualmente, las personas que no quieren el pinchazo llegan al negacionismo m¨¢s por falta sincera de informaci¨®n que por convicci¨®n
La campa?a de vacunaci¨®n contra la covid-19 en Catalu?a lleva un mes abierta a todas las personas mayores de 16 a?os para intentar frenar la explosi¨®n de contagios entre los m¨¢s j¨®venes y con la intenci¨®n de alcanzar cuanto antes la ansiada inmunidad de reba?o. Mi experiencia durante dos meses y medio programando citas en un hospital de Barcelona arroja un pu?ado de an¨¦cdotas y dos ideas clave. Una, que lejos del personaje conspiranoico con papel de aluminio en la cabeza que se perfila habitualmente, la gente que no quiere el pinchazo llega al negacionismo m¨¢s por falta sincera de informaci¨®n que por convicci¨®n. Y dos, que la inercia consumista con la que estamos obligados a vivir nos empuja a elegir vacunas como quien se compra unas zapatillas caras, con una mezcla de deseo y miedo a la vez. Daba igual la franja de edad en la que estuvi¨¦ramos que, antes que saber d¨®nde hab¨ªa que ir o a qu¨¦ hora ser¨ªa la vacuna, la pregunta del mill¨®n no fallaba: ¡°Pero, ?cu¨¢l me van a poner?¡±
La cuesti¨®n asaltaba al otro lado del tel¨¦fono a los pocos segundos de empezar la conversaci¨®n. Unas veces con un inter¨¦s inocente y otras, como un mordisco directo a la yugular, un golpe tajante sobre la mesa antes de seguir avanzando y que lo condicionar¨ªa todo. Cuando la idea de no vacunarse estaba clar¨ªsima, la llamada duraba realmente poco. El tiempo justo de colgar corriendo despu¨¦s de un ¡°no, gracias¡± bien impostado. Pero de las personas clasificadas como no vol vacunar (alrededor de un 15% del total de nuestro censo, seg¨²n mis propios c¨¢lculos), la mayor¨ªa era simplemente gente con dudas, una buena dosis de soledad y, sobre todo, un ingrediente m¨¢gico: demasiadas horas de televisi¨®n. En estos casos, detr¨¢s del rechazo aparec¨ªa un poquito de esperanza que aprovech¨¢bamos con los pocos argumentos que ten¨ªamos a mano.
Los vaivenes informativos y las decisiones dudosas sobre los trombos que se han reportado han dejado un sesgo clar¨ªsimo para todos los que no tenemos la carrera de Farmacia, que somos la mayor¨ªa. B¨¢sicamente: de vacunas, hay marcas buenas y marcas malas. No se pod¨ªa saber. Y no como el ibuprofeno, que es siempre maravilloso. La imagen de AstraZeneca no hay algoritmos ni estrategias de gur¨²s de la comunicaci¨®n que la levante y, en la franja de entre 60 y 69 a?os, hab¨ªa verdaderos casos de p¨¢nico por tener que pon¨¦rsela. Porque qu¨¦ hay m¨¢s humano que el miedo en el cuerpo y, sobre todo, en medio de una pandemia mundial.
Con Moderna, quiz¨¢ de las vacunas menos conocidas, las personas que programamos pod¨ªamos hacer de la necesidad virtud y jugar un poco al mercadillo y al regateo. ¡°Esa es de las buenas, se?ora. Como la Pfizer, pero de otra marca¡±. Siempre ven¨ªa bien tirar de la broma f¨¢cil: ¡°Le va a dejar a usted nuevo, ya lo ver¨¢¡±. Hab¨ªa que llenarla de significado, porque eso es lo que tiene estar en medio de la dicotom¨ªa Pfizer, bien; AstraZeneca, mal. Y la cuesti¨®n es que quienes nos encarg¨¢bamos de esa comunicaci¨®n tan especial ¡ªen alguna ocasi¨®n se super¨® el borde de la lagrimita de felicidad, como cuando llam¨¦ a una se?ora el mism¨ªsimo d¨ªa de su cumplea?os¡ª, ten¨ªamos que intentarlo. Al fin y al cabo, para la mayor¨ªa, era una buen¨ªsima noticia. Incluso cuando la llamada era a horas intempestivas.
Como en el hospital se suministra Moderna ¡ªal estar recomendada para personas con determinadas patolog¨ªas de base y por tanto, de alto riesgo¡ª, las situaciones para escaquearse de ¡°la mala¡± y venir a vacunarse all¨ª ¡ªevitando el ambulatorio o los puntos masivos¡ª se multiplicaban demostrando una vez m¨¢s el ingenio humano. Ahora, por mucha sofisticaci¨®n que aporte la imaginaci¨®n, al final la t¨¦cnica infalible era la de la gota malaya y llamar absolutamente todos los d¨ªas sin descanso para nuestros o¨ªdos. A medida que avanzaba el proceso y se acercaban las vacaciones, ganaban relevancia las peticiones para vacunarse con Janssen, ¡°la de un pinchazo solo¡±, por motivos log¨ªsticos evidentes. Y, por supuesto, siempre estaba quien dejaba las entre cero y pocas opciones de: ¡°O Pfizer o nada¡±.
El anonimato del tel¨¦fono y la magia del momento hiper-sanitario que vivimos hac¨ªa que muchas de las personas con las que contact¨¢bamos pensaran que ¨¦ramos directamente m¨¦dicos los que llam¨¢bamos y ped¨ªan consejos que en ning¨²n caso usurp¨¢bamos a los profesionales de la salud. La duda m¨¢s extendida, ¡ªatenci¨®n a los que inform¨¢is sobre vacunas para que lo llev¨¦is a destacados o r¨®tulos¡ª era ¡°si hay que venir en ayunas¡±. La respuesta correcta es no.
Aun as¨ª, no dejamos de vivir muchas situaciones que seguro se repiten a diario en las consultas y, con esa distancia que aporta el auricular, vivimos excusas y justificaciones de toda clase, a veces basadas en falta de informaci¨®n y otras en ¡ªde nuevo¡ª ingenio puro. ¡°Es que estoy tomando x medicamento¡±, ¡°es que tengo un retiro¡±, ¡°me va mal, ?puedo posponer la segunda dosis 17 semanas?¡±. O ¡°es que trabajo¡±. Aqu¨ª otro aviso importante, las vacunas son salud y motivo justificado de ausencia laboral, no hace falta ir de madrugada, como en Madrid (a la vista est¨¢n los datos). Una pregunta que se repet¨ªa era ¡°si no quiero, ?qu¨¦ me va a pasar?¡±. ?A qui¨¦n no le preocupa su futuro? Y otra combinaci¨®n explosiva que una buena comunicaci¨®n podr¨ªa revertir: ¡°Si yo estoy bien, ?para qu¨¦ me tengo que vacunar?¡±. An¨ªmense, responsables sanitarios.
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