Esperando en el campo base independentista
La consolidaci¨®n de un voto netamente independentista a partir de 2012 no ha hecho m¨¢s que reforzar la idea de que el estado no es la consecuci¨®n de una aspiraci¨®n, sino algo que corresponde a Catalu?a
Estado espa?ol, estamos dando un mensaje a nuestros electos, a los diputados independentistas, que tienen un reto muy complejo, y somos conscientes, que es culminar el proceso de independencia¡±. La presidenta de la Assemblea Nacional Catalana (ANC), Elisenda Paluzie, anunciaba as¨ª el s¨¢bado en Europa Press el objeto de la movilizaci¨®n del pr¨®ximo 11 de setiembre, d¨ªa nacional de Catalu?a.
Cualquiera que no se mantenga al corriente de la pol¨ªtica catalana o no haya sido testigo de lo ocurrido en el ¨²ltimo lustro podr¨ªa pensar que el independentismo est¨¢ en el campo base, pertrechado con su equipo alpino, a la espera que mejoren las condiciones meteorol¨®gicas para alcanzar la cima. El ¡°estado propio¡±, se entiende.
Los diputados secesionistas saben que no est¨¢n en condiciones de culminar un estado propioLos diputados secesionistas saben que no est¨¢n en condiciones de culminar un estado propio
Incluso los apelados, los diputados independentistas, al escuchar a Paluzie deben pensar que si supiesen c¨®mo ¡°culminar el proceso¡± ya lo habr¨ªan hecho. Sin ox¨ªgeno, si fuese menester. En realidad saben que, hoy por hoy, ni est¨¢n en el campo base, ni con posibilidades de lanzar un ataque a la cima. ?Y entonces qu¨¦ motiva las declaraciones de la presidenta de la ANC? ?En qu¨¦ tradici¨®n se incardinan?
Desde la aparici¨®n del catalanismo pol¨ªtico a finales del siglo XIX y, en particular, desde la asunci¨®n que Catalu?a era una naci¨®n con la teorizaci¨®n de Enric Prat de la Riba, el nacionalismo catal¨¢n asumi¨® que le correspond¨ªa encuadrarse en un estado ¡ªindependiente, federado o confederado¡ª. Una parte del catalanismo lo vivi¨® como una aspiraci¨®n pol¨ªtica, mientras otro segmento ¡ªdif¨ªcil de calibrar num¨¦ricamente¡ª lo asumi¨® como una interpretaci¨®n teleol¨®gica: ser¨ªa as¨ª.
Por ejemplo, si Catalu?a es una naci¨®n con unas caracter¨ªsticas diferenciales ?por qu¨¦ no se convirti¨® en estado despu¨¦s de la Primera Guerra Mundial como otras naciones europeas?, pregunt¨® este segmento del catalanismo. Si asume que tiene un marcador, la lengua, que distingue la naci¨®n incluso m¨¢s que Irlanda de Inglaterra, ?por qu¨¦ no consigui¨® el Estado mientras los irlandeses se separaban del Reino Unido?
Una parte del catalanismo se pregunta: ¡°?por qu¨¦ Catalu?a no se independiz¨® tras la Primera Guerra Mundial?¡±Una parte del catalanismo se pregunta: ¡°?por qu¨¦ Catalu?a no se independiz¨® tras la Primera Guerra Mundial?¡±
Bajo el r¨¦gimen franquista, en la etapa final de la Segunda Guerra Mundial, no era f¨¢cil hacerse las mismas preguntas, pero una vez recobrada la democracia s¨ª. Entonces, ?si Catalu?a era incluso m¨¢s naci¨®n que las rep¨²blicas b¨¢lticas porqu¨¦ no consegu¨ªa cuajar un estado como ellas? Y si, echando una ojeada a los libros de historia, Catalu?a ten¨ªa m¨¢s pedigr¨ª que Quebec, ?por qu¨¦ no lograba tan siquiera que se planteara la posibilidad de optar a negociar convertirse en Estado?
La ¨²ltima pregunta se ha hecho con respecto a Escocia y, en los pr¨®ximos meses, se volver¨¢ a hacer. Si somos una naci¨®n y no un invento dependiente del petr¨®leo del mar del Norte, ?porqu¨¦ no somos capaces de certificar que queremos un Estado? A cada nueva oleada de aparici¨®n de estados o de opciones de crearlos, el catalanismo ha planteado una pregunta y ha obtenido una respuesta de frustraci¨®n.
Entre estos estadios se han intercalado picos de exaltaci¨®n que han proyectado en el movimiento la sensaci¨®n que, por fin, hab¨ªa llegado el momento de realizar aquello que su propio discurso finalista anunciaba: la campa?a autonomista de 1919, la proclamaci¨®n de la Rep¨²blica catalana de 1931, la del Estado Catal¨¢n de 1934, la de la Catalu?a cuasi-estado de 1936/37, la de 2017¡ y a todos ellos ha seguido un per¨ªodo de desconcierto.
El destino teleol¨®gico decanta el discurso catalanista hacia aquello que deber¨ªa corresponder a Catalu?a por el hecho de considerarla naci¨®n y ciega la mirada a su alrededor para tratar de entender las limitaciones que impone su propia composici¨®n identitaria, pol¨ªtica, econ¨®mica y social. La consolidaci¨®n de un voto netamente independentista a partir de 2012 no ha hecho m¨¢s que reforzar la idea de que el estado no es la consecuci¨®n de una aspiraci¨®n, sino algo que corresponde a Catalu?a.
Es por eso que una parte del independentismo se ve en el campo base, a la espera de culminar aquello que el nacionalismo catal¨¢n asumi¨® que un d¨ªa le deparar¨ªa la historia. Es esta perspectiva la que da sentido a las declaraciones de Paluzie. No hace falta indagar en los motivos internos catalanes que frustran los ataques a la cima. Como otros territorios antes, el turno de Catalu?a llegar¨¢. Est¨¢ escrito. Lo dem¨¢s no importa.
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