El enredo pol¨ªtico del aeropuerto de Barcelona
El Gobierno ha jugado con temeridad y las instituciones catalanas no han sido capaces de defender sus intereses. La idea de que Madrid siempre acaba ninguneando a la comunidad volver¨¢ a adquirir vuelo
Entre las virtudes del pol¨ªtico ¡ªque Maquiavelo resum¨ªa en la capacidad de captar la oportunidad¡ª figura la habilidad en la explotaci¨®n de las contradicciones de los dem¨¢s, sean socios o adversarios. El anuncio, solemnizado por la ministra de Transportes, Raquel S¨¢nchez, del aplazamiento de la ampliaci¨®n del aeropuerto del Prat parece situarse en esta l¨®gica. A unos d¨ªas de la Diada catalana y a poco m¨¢s de una semana del presunto inicio de la mesa de di¨¢logo (sumergida desde el primer d¨ªa en el mar de las desconfianzas) el desplante busca poner en evidencia las fracturas en el frente independentista.
Cuando el independentismo compagina la ret¨®rica patri¨®tica con la pol¨ªtica de las cosas, las brechas crecenCuando el independentismo compagina la ret¨®rica patri¨®tica con la pol¨ªtica de las cosas, las brechas crecen
La reacci¨®n del Gobierno catal¨¢n ha evidenciado las grietas a las que apunta Pedro S¨¢nchez. El presidente Pere Aragon¨¨s se ve, una vez m¨¢s, a prueba en el dif¨ªcil equilibrio entre la voluntad de demostrar eficacia en la gesti¨®n de gobierno (y tener ¨¦xitos que apuntarse ante la ciudadan¨ªa) y la necesidad de mantener al independentismo tensionado. Aragon¨¨s empez¨® hablando de ¡°chantaje¡± y sigui¨® con una larga cambiada diplom¨¢tica: ¡°Confundir carpetas ser¨ªa un error¡± y no tiene que afectar ni a la mesa de di¨¢logo ni al apoyo parlamentario en Madrid. El vicepresidente Jordi Puigner¨® denunci¨® la ¡°deslealtad¡± del Gobierno espa?ol para, acto seguido, explicar que hab¨ªa trasladado al presidente catal¨¢n su ¡°malestar y enfado¡± y que ¡°la frivolidad del populismo ha hecho mucho da?o¡±. Pl¨¢ticas de familia.
Cuando el independentismo intenta compaginar la ret¨®rica patri¨®tica con la pol¨ªtica de las cosas, las brechas internas se agrandan y emergen las diferencias de intereses. Vuelven las derechas y las izquierdas, se visualizan sensibilidades ecol¨®gicas y sociales diversas, surge la realidad de un independentismo de mil caras, tan diverso como la propia sociedad. Hoy la fractura se agranda entre Esquerra y Junts per Catalunya, que cuenta con un sector m¨¢s pr¨®ximo a los intereses del dinero que ya hab¨ªa aplaudido la operaci¨®n aeroportuaria. Simplemente: la vida sigue, m¨¢s all¨¢ del proc¨¦s. Y el Gobierno catal¨¢n necesita resultados tangibles que exhibir en materia de progreso econ¨®mico y bienestar. De modo que el fiasco del aeropuerto no es una noticia que pueda capitalizar f¨¢cilmente.
Junts cuenta con un sector m¨¢s pr¨®ximo a los intereses del dinero que ya hab¨ªa aplaudido la operaci¨®nJunts cuenta con un sector m¨¢s pr¨®ximo a los intereses del dinero que ya hab¨ªa aplaudido la operaci¨®n
Si el Gobierno espa?ol se permite este arriesgado plante es porque sabe que el motivo del conflicto no hace unanimidad ni en la sociedad catalana en su conjunto, ni en el independentismo en particular. De modo que es impensable una movilizaci¨®n masiva contra esta maniobra. No solo eso; algunos sectores, empezando por los comunes y siguiendo por la CUP, han corrido a celebrarlo como un ¨¦xito. El PSOE piensa en el PSC como potencial recolector de frustraciones (lo que es por lo menos dudoso). Y al mismo tiempo, con su gesto, alivia a sus socios de Podemos, que lo viv¨ªan como un tr¨¢gala.
Aena vino con una promesa de inversi¨®n de 1.700 millones pensando que la magia de la cifra har¨ªa que las disidencias fueran marginales. Y se ha encontrado que las reticencias eran grandes. Al mismo tiempo no ha querido entrar en un debate serio para buscar un punto de encuentro. La oportunidad era digna de ser estudiada y el desenlace no favorece a nadie. El Gobierno espa?ol ha jugado con temeridad, las instituciones catalanas no han sido capaces de defender sus intereses. Nadie sale indemne. Si lo que quer¨ªa S¨¢nchez era ampliar campo, los sectores empresariales que ¨²ltimamente ven¨ªan haci¨¦ndole confianza no quedar¨¢n muy satisfechos. Y la idea de que Madrid siempre acaba ninguneando a Catalu?a volver¨¢ a adquirir vuelo.
El presidente del Gobierno juega muchas cartas a la vez. Quiere salvar la cara en Catalu?a sin riesgos que puedan impactar negativamente fuera de ella. S¨²bitamente retira un caramelo con el que pens¨® seducir a los catalanes. S¨¢nchez entra en la etapa final del mandato, ?empieza a pesarle ya el miedo a que otras regiones se le rebelen? ?Con este esp¨ªritu se puede esperar algo de la mesa de di¨¢logo? Si algo necesita este pa¨ªs es volver a hacer pol¨ªtica, no jugar a la pol¨ªtica. De modo que o reconstruyen la situaci¨®n o los dos gobiernos pierden. Ganan los sectores que desde el primer momento se han manifestado en contra del aeropuerto. Las manifestaciones gratuitas de autoridad no acostumbran a tener premio (y m¨¢s cuando resulta evidente que es un desplante para satisfacer a otros). La idea de que una vez m¨¢s se deja a Catalu?a colgada tiene recorrido y un gesto como este la extiende a sectores moderados, m¨¢s all¨¢ del independentismo.
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