Junts, dividida entre la gesti¨®n y la autoridad de Puigdemont
Altos cargos posconvergentes ven peligrar su continuidad ante la inestabilidad del Govern alentada desde Waterloo
A 48 horas de la Diada, el expresident Carles Puigdemont daba un golpe de autoridad ante los parlamentarios de Junts per Catalunya en Bruselas: defend¨ªa la estrategia de la unilateralidad y emplazaba a Esquerra Republicana a que los 23 diputados independentistas del Congreso dejaran caer al Gobierno de Pedro S¨¢nchez y rechazaran los Presupuestos Generales del Estado. Era el en¨¦simo intento del puigdemontismo para enterrar la v¨ªa del di¨¢logo que ven est¨¦ril. En algunos de los siete departamentos de la Generalitat controlados por Junts, los cargos de confianza comenzaron a inquietarse. En apenas 100 d¨ªas, el Gobierno de coalici¨®n amenazaba ruina. Todo se materializ¨® 24 horas antes de la reuni¨®n de la mesa, cuando Junts decidi¨® que tres de los cuatro componentes de su delegaci¨®n negociadora no fuesen miembros del Govern, contrariamente a lo acordado. El desenlace lleg¨® con otro golpe de autoridad, esta vez de Pere Aragon¨¨s, vetando a la representaci¨®n propuesta por los de Puigdemont.
Las explicaciones de Junts no convencieron en muchos casos ni a la propia clientela. Primero los puigdemontistas pidieron que Pere Aragon¨¨s no acudiera a la reuni¨®n si no lo hac¨ªa Pedro S¨¢nchez. Seg¨²n la portavoz de la formaci¨®n, Elsa Artadi, la ausencia de S¨¢nchez era un ¡°menosprecio¡±. Despu¨¦s, cuando el presidente y l¨ªder del PSOE confirm¨® la asistencia, Junts mantuvo el pulso y se sali¨® del guion con su delegaci¨®n mayoritariamente extragubernamental. Un cargo intermedio de una consejer¨ªa en manos de Junts expuso t¨ªmidamente en Twitter: ¡°Cuando has de dar tantas explicaciones para justificar tu ausencia, quiz¨¢s te faltan argumentos para justificarla¡±.
No abundan los disidentes en Junts, que vive del aura de caudillaje de Carles Puigdemont. Sin embargo, el hecho de que la formaci¨®n decidiera optar el pasado mes de mayo por algunos independientes, evitando que sus dirigentes se integraran en el Ejecutivo, no ha dado los resultados apetecidos. No se ha obtenido esa suerte de golem pretendido, porque algunos consejeros manifiestan su voluntad de administrar el d¨ªa a d¨ªa, ese ¡°mientras tanto¡± al que reiteradamente se refiere el president Aragon¨¨s para referirse a lo cotidiano. De hecho, la propia din¨¢mica de pertenencia al Gobierno les obliga a ello y, por derivaci¨®n, a hacer pol¨ªtica. En la gesti¨®n de consejeros como Jaume Gir¨® (Econom¨ªa), Josep Maria Argimon (Salud) e incluso en la del puigdemontista y vicepresidente Jordi Puigner¨®, asoma de una u otra forma el viejo gen convergente de la negociaci¨®n, aseguran fuentes pr¨®ximas a Junts. Una muestra de ello fue el pacto ef¨ªmero para invertir 1.700 millones en la ampliaci¨®n del aeropuerto de Barcelona, acordado unilateralmente entre Puigner¨® y la ministra de Transportes, Raquel S¨¢nchez.
Pero con la mesa de di¨¢logo, el fantasma de la crisis de Gobierno ha sobrevolado el Ejecutivo de coalici¨®n. Antes del episodio del veto de Aragon¨¨s, nadie le daba al Govern una vida superior a los dos a?os, pero tampoco nadie esperaba que todo estallara apenas pasados los cien d¨ªas de su constituci¨®n. Desde algunos sectores del independentismo se ha tra¨ªdo a colaci¨®n la expulsi¨®n de Esquerra del Gobierno de Pasqual Maragall por su no al Estatut en mayo de 2006. No es lo mismo, pero es parecido. ¡°Todo es muy fr¨¢gil y hay mucho nerviosismo en Waterloo porque a Puigdemont se le va apagando el foco medi¨¢tico¡±, aseguran fuentes posconvergentes. Jordi S¨¤nchez ¡ªsecretario general de Junts¡ª intenta articular el partido, pero no le es f¨¢cil sustraerse a los golpes de autoridad de Puigdemont. El principal activo de JuntsxCat es el aura del expresident, pero en la medida en que la tensi¨®n pol¨ªtica se relaje en Catalu?a su liderazgo menguar¨¢, aseguran fuentes de Esquerra.
De momento, en Junts las divergencias no pasan de la fase de matiz. Por un lado, los altos cargos que aspiran a no perder el empleo de forma inminente y conf¨ªan en consolidarse gracias a la gesti¨®n del d¨ªa a d¨ªa. Luego est¨¢ la c¨¦lebre war room de Puigdemont ¡ªintegrada, entre otros por la presidenta del Parlament, Laura Borr¨¤s, y Quim Torra¡ª dispuesta al unilateralismo a ultranza y a mostrar que la autonom¨ªa es un impedimento para acceder a la independencia, seg¨²n doctrina del propio Torra, el pen¨²ltimo responsable de la Generalitat. En esta relaci¨®n no hay que olvidar a los consejeros independientes. Y tampoco falta el pulso entre dos l¨ªderes que compartieron presidio: Jordi S¨¤nchez y Jordi Turull. El primero tiene el benepl¨¢cito de Puigdemont para dirigir la formaci¨®n, mientras que el segundo es un veterano convergente que se resiste a arrojar la toalla y no renuncia a nada. Turull, que ingres¨® en prisi¨®n en marzo de 2019 a las pocas horas de que la CUP frustrara su primera sesi¨®n de investidura como president de la Generalitat, mantiene actualmente ¨¢reas de influencia nada desde?ables, como el Departamento de Derechos Sociales.
No obstante, un partido incapaz de sustraerse a los golpes de autoridad de Puigdemont convierte al Govern del que forma parte en un ¡°artefacto inestable¡±, t¨¦rmino que emple¨® Ernest Maragall para referirse al segundo tripartito del que formaba parte como consejero socialista y que ahora continua vigente.
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