Liceo: espect¨¢culo social, banalidad esc¨¦nica
Poco brillo en la ¨®pera ¡®Ariadne auf Naxos¡¯ que inaugur¨® la temporada del coliseo barcelon¨¦s, cita a la que falt¨® la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau
La inauguraci¨®n de la temporada del Liceo la noche del mi¨¦rcoles dej¨® un sabor agridulce. A las puertas del teatro, gran ambiente en La Rambla barcelonesa, con mucha gente ansiosa de ver caras famosas desfilando por la alfombra roja y posando en el photocall. En el interior, cumpliendo las medidas Covid y con reducci¨®n del aforo al 80%, aluvi¨®n de pol¨ªticos, actores y modelos invitados al evento, porque el Liceo est¨¢ dispuesto a casi todo para recobrar el brillo social apagado por la pandemia. Otra cosa es la calidad y ambici¨®n del espect¨¢culo que ofrecen. Deber¨ªa ser lo m¨¢s relevante s...
La inauguraci¨®n de la temporada del Liceo la noche del mi¨¦rcoles dej¨® un sabor agridulce. A las puertas del teatro, gran ambiente en La Rambla barcelonesa, con mucha gente ansiosa de ver caras famosas desfilando por la alfombra roja y posando en el photocall. En el interior, cumpliendo las medidas Covid y con reducci¨®n del aforo al 80%, aluvi¨®n de pol¨ªticos, actores y modelos invitados al evento, porque el Liceo est¨¢ dispuesto a casi todo para recobrar el brillo social apagado por la pandemia. Otra cosa es la calidad y ambici¨®n del espect¨¢culo que ofrecen. Deber¨ªa ser lo m¨¢s relevante si pretenden ganar protagonismo y prestigio en la escena internacional, pero no pas¨® de discreto ¡ªpor su poco brillo vocal y su mucha banalidad esc¨¦nica¡ª, el montaje de Ariadne auf Naxos, la maravillosa ¨®pera del compositor alem¨¢n Richard Strauss y el dramaturgo y libretista austriaco Hugo von Hofmannsthal, t¨¢ndem clave en la ¨®pera del siglo del XX.
Los fastos de la gala ganaron la partida al discreto ¨¦xito de la funci¨®n. La fiesta de celebraci¨®n de los 175 a?os del buque insignia de la ¨®pera en Catalu?a se prolong¨® tras caer el tel¨®n, con los vips tomando una copa en tres espacios acotados para mantener cierta distancia de seguridad: los mecenas, en la terraza del Liceo; el Sal¨® dels Miralls, para los artistas l¨ªricos y el foyer, reservado a los actores y dem¨¢s famoseo.
La significativa ausencia de Ada Colau, alcaldesa de Barcelona, fue lo m¨¢s comentado y criticado en las conversaciones. Cuando a un evento art¨ªstico acuden las m¨¢s altas esferas institucionales (asistieron Pere Aragon¨¦s, presidente de la Generalitat; Laura Borr¨¤s, presidenta del Parlament de Catalu?a, y los ministros Miquel Iceta y Jos¨¦ Luis Escriv¨¢, acompa?ados por un amplio continente de consejeros y exconsejeros, diputados y concejales), la ausencia de la alcaldesa de la capital catalana causa extra?eza y decepci¨®n. Sus asesores deber¨ªan explicarle lo que significa el Liceo como instituci¨®n cultural clave para la ciudad que gobierna.
Lo relevante, sin embargo, era la ¨®pera. Strauss hace maravillas con una plantilla orquestal de 37 instrumentos que, en ejercicio de deslumbrante virtuosismo, debe sonar con la transparencia y luminosidad de un conjunto de c¨¢mara en unas escenas, y en otras con colores m¨¢s densos e intensidad wagneriana. Los m¨²sicos de la orquesta del Liceo consiguieron momentos de gran belleza sonora, pero est¨¢n lejos de alcanzar el nivel de excelencia straussiana.
Josep Pons dio brillo a los momentos m¨¢s l¨ªricos y c¨¢lidos, subrayando la belleza mel¨®dica de la joya musical, pero su direcci¨®n, espl¨¦ndida en muchos aspectos, prim¨® m¨¢s la respuesta orquestal que la ¨¢gil e incisiva teatralidad de una obra que, precisamente, aborda el teatro dentro del teatro para poner en tela de juicio las convenciones del g¨¦nero, los l¨ªmites de la creaci¨®n y la naturaleza del amor. Actuaron, adem¨¢s, con el foso elevado, tapando en demasiadas ocasiones a las voces.
En el reparto quedaron demasiados flancos d¨¦biles. La cancelaci¨®n de Ir¨¦ne Theorin dej¨® el grandioso papel de Ariadne/Primadonna en manos de la soprano Miina-Liisa V?rel?, de menor carisma y potencia vocal. Su rendimiento, algo irregular en el control de la voz, fue ganando enteros hasta culminar su actuaci¨®n con razonable ¨¦xito.
Muy musical y expresiva estuvo la mezzosoprano Samantha Hankey como Compositor (su d¨²o con Zerbinetta fue hermoso), pero no tiene el volumen necesario en un teatro de las dimensiones del Liceo. Lo mismo la soprano Elena Sancho Pereg, valiente pero poco audible Zerbinetta, papel de pirot¨¦cnica coloratura.
Lo mejor que puede decirse del tenor Nicolai Schukoff en su breve y comprometida parte como Tenor/Bacchus es que lleg¨® vivo a la escena final tras lidiar dura batalla contra una tesitura inclemente. Se sabe que Strauss odiaba a los tenores, pero la parte que les reserva en esta ¨®pera roza el sadismo.
Un ¡®tiro¡¯ al libreto
De todo hubo en el resto del amplio reparto (la ¨®pera tiene 17 personajes), con resultados m¨¢s voluntariosos que relevantes. Por si fueran pocos, la directora de escena, Katie Mitchell, se inventa dos papeles hablados: el rico burgu¨¦s y su esposa, los anfitriones que encargan y pagan dos espect¨¢culos (uno serio, sobre el mito de Ariadna abandonada por Teseo en la isla de Naxos y otro bufo a cargo de una compa?¨ªa de la Commedia dell?arte) para amenizar la velada en su mansi¨®n. Al final, ordenan que se representen a la vez para terminar antes de los fuegos artificiales, sumiendo al compositor en la absoluta desesperaci¨®n.
Nada aporta su propuesta, salvo a?adir confusi¨®n a una trama ya compleja con nuevos di¨¢logos que le sientan como un tiro al genial libreto de Hofmannsthal. La ambientaci¨®n en nuestros d¨ªas, con una Zerbinetta convertida en diva pop y m¨¢s personajes travestidos de los que imaginaron Strauss y su libretista, no es m¨¢s que un falso barniz de modernidad, porque la direcci¨®n de actores flojea mucho. Lo m¨¢s delirante es la presencia de una Ariadne embarazada que da a luz en directo, asistida en el parto por las tres ninfas y la mujer del rico burgu¨¦s que paga la fiesta.