Ruinas de octubre
Si hay un legado del 1 de octubre, es negativo y t¨®xico: impide recuperar el di¨¢logo y la convivencia entre catalanes y las instituciones auton¨®micas se han desprestigiado
No existe el legado del primero de octubre, a pesar de las tozudas proclamas de ciertos propagandistas independentistas. El ¨²nico legado del falso refer¨¦ndum de autodeterminaci¨®n organizado en 2017, en contravenci¨®n a la legalidad espa?ola e internacional, a los dict¨¢menes del Consejo de Europa y a los consejos de los letrados del Parlamento catal¨¢n, es un mont¨®n de ruinas.
A cuatro a?os vista de aquel ¡®oto?o amarillo¡¯ de apariencias insurreccionales, los efectos son todos negativos. La independencia no se produjo ni tiene visos de hacerlo en los pr¨®ximos a?os e incluso d¨¦cadas, digan lo que digan los dirigentes y militantes con sus bravatas y mentiras. Si se trataba tan solo de conseguir la m¨¢xima agitaci¨®n para terminar con una negociaci¨®n bilateral que condujera a una mejora del autogobierno, tampoco se ha conseguido: no lo es la mesa de di¨¢logo, aunque la propaganda siga present¨¢ndola como tal.
El efecto conseguido con una estrategia de tal calibre, la m¨¢s parecida a una intimidaci¨®n y a un chantaje inaceptables, es exactamente el contrario. Quienes idearon la operaci¨®n y la estrategia, si es que exist¨ªa, y quienes la dirigieron y protagonizaron, han quedado descalificados: para obtener la independencia, para conseguir un mayor autogobierno e incluso para gobernar en cualquiera de ambos casos.
Su credibilidad es nula, tanto en direcci¨®n a quienes creyeron sus promesas entre los seguidores como en quienes creyeron sus amenazas entre los adversarios. Por no hablar de su irresponsabilidad y de su frivolidad, corroboradas un d¨ªa tras otro por la ausencia de capacidad para ser consecuentes con su fracaso y persistir en la difusi¨®n de argumentos demostradamente falsos y realidades que solo exist¨ªan y siguen existiendo dentro de sus cerebros.
La descalificaci¨®n, por tanto, es doble: del m¨¦todo y de los protagonistas, por m¨¢s que la propaganda, cada vez de tono m¨¢s pueril, siga insistiendo en la necesidad de la unilateralidad, en la existencia de algo parecido a un legado y, m¨¢s chistoso, en la realidad de una rep¨²blica proclamada, gobernada por un grotesco consejo de la rep¨²blica, que solo espera el impulso de la movilizaci¨®n popular para echar a andar.
Hs sido una aut¨¦ntica derrota, pero no de los independentistas, sino de todos, catalanes de todas las ideolog¨ªas y tambi¨¦n espa?oles
El error es de calibre hist¨®rico. En pol¨ªtica el tiempo perdido es irrecuperable, al igual que los esfuerzos de los gobiernos y los presupuestos dedicados a una causa mal orientada de principio. Esta d¨¦cada perdida es el tiempo de un retroceso catal¨¢n del que son responsables Artur Mas, Carles Puigdemont, Quim Torra y, en la medida en que no salga del barrizal, tambi¨¦n Pere Aragon¨¨s.
La derrota no es solo de los independentistas, sino de todos los catalanes, e incluso de los espa?oles. El retroceso que han experimentado Barcelona y Catalu?a en estos diez a?os, subrayado recientemente por el Cercle d¡¯Economia, es parte del estancamiento y de la desorientaci¨®n espa?ola, y si es malo para Catalu?a, tambi¨¦n lo es para el conjunto de Espa?a. M¨¢s aun si, como parece el caso, solo ha favorecido al Madrid del jacobinismo de la derecha extrema que considera un ataque a Espa?a el federalismo o la desconcentraci¨®n fuera de Madrid de las instituciones del Estado al estilo de Alemania.
Si hay un legado s¨®lido del primero de octubre es t¨®xico y abiertamente negativo para todos. Aquel ¡®oto?o amarillo¡¯, lleno de audaces provocaciones y saturado de agitprop, despert¨® los peores sentimientos e instintos. Vox es la parte m¨¢s sustancial de esta reacci¨®n, pero la m¨¢s grave es la que proporciona el PP, con su f¨¢cil y perversa utilizaci¨®n de Catalu?a para movilizar el voto en toda Espa?a hasta llegar al mimetismo perverso que significa levantar una muralla nacionalista, sentimental e identitaria, similar a la que han levantado los independentistas en Catalu?a. El legado del 1 de octubre es la Espa?a tribal de los nacionalismos identitarios enfrentados.
Barcelona y Catalu?a han experimentado un grave retroceso en estos diez a?os, subraya el Cercle d¡¯Economia
Hay un balance de los desperfectos del aut¨¦ntico legado de octubre. Han sufrido las instituciones catalanas, empezando por el prestigio de la propia Generalitat y de su presidencia, del Parlament, del S¨ªndic de Greuges, de la radio y la televisi¨®n p¨²blicas, del sistema escolar, por no hablar de la instituci¨®n social m¨¢s destacada para los catalanes, como es la lengua, convertida en bandera exclusivista, defendida por unos y atacada por otros con id¨¦ntica y errada orientaci¨®n: como si hablarla, escribirla, promoverla, defenderla y protegerla fuera sin¨®nimo de independencia. Tambi¨¦n ha sufrido la convivencia, por mucho que se nieguen a aceptarlo quienes se acogen al mito del pueblo ¨²nico alrededor de su causa. En el legado de octubre est¨¢ el final del consentimiento, definido por Anton Costas como la obliteraci¨®n del pacto impl¨ªcito que un¨ªa, a cambio del respeto mutuo, a los mundos del nacionalismo catal¨¢n gobernante y a quienes son ajenos a ¨¦l.
Este es el legado ruinoso del primero de octubre. Si acaso, queda el improbable provecho que pueda proporcionar la experiencia para unos y otros, sin distinci¨®n de ideolog¨ªas y sentimientos, siempre que se utilice para la reflexi¨®n y la racionalizaci¨®n en vez de la propaganda y la demagogia. Si todav¨ªa hay quien duda sobre la necesidad de un espacio de di¨¢logo entre catalanes, el legado divisivo de octubre es el argumento central para que se convierta en tarea program¨¢tica urgente. Nada se podr¨¢ hacer entre todos si se mantiene y exhibe la celebraci¨®n de las fechas divisivas y nefastas del oto?o amarillo, el 1, el 3 y el 27 de octubre, como si fueran parte de un capital pol¨ªtico e hist¨®rico sobre el que construir alg¨²n futuro juntos, prescindiendo para colmo de la manipulaci¨®n de los atentados de agosto, de la verg¨¹enza del 6 y 7 de setiembre y de los brotes de violencia callejera posteriores promovidos desde las instituciones.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.