El S¨®nar llena el CCCB de la inteligencia de las m¨¢quinas
El festival trata de derribar las fronteras entre arte y ciencia
Curioso lugar para sentir dos cosas completamente distintas. Por un lado, mal entorno para un ludita, por otro excelente decorado para sentirse anacr¨®nico, aunque si los hab¨ªa, lo disimulaban. Era en el CCCB, donde el S¨®nar, transmutado en SONAR A+I, inteligencia artificial, pero al rev¨¦s, celebraba el primero de sus dos festivales oto?ales. La inteligencia maquinal como epicentro de una serie de actividades, conferencias y espect¨¢culos para repensar el sentido mismo de espect¨¢culo, de generaci¨®n de m¨²sica y para derruir paulatinamente las barreras entre lo art¨ªstico y lo cient¨ªfico. Todo lo que se vio en sus diversos escenarios planteaba preguntas que iban desde qu¨¦ se estaba viendo hasta cu¨¢l era el origen de lo que se estaba escuchando, y adem¨¢s, para ayudar a esa reflexi¨®n que no dejaba lugar a las autofotos, buena parte de lo visto se represent¨® en una oscuridad absoluta. El futuro sigue lejos, pero ya vive entre nosotros.
Lo ver¨¢ una criatura que gateaba en el Pati de les Dones mientras en un lado, un escenario mostraba un tot¨¦mico ordenador que emit¨ªa un sonido propio de una m¨¢quina de ferrocarril de vapor, pero digital. ?l no lo sab¨ªa, pero escuchaba una suerte de red neuronal maquinal entrenada con archivos de la emisora de radio Dublab BCN bajo supervisi¨®n del Laboratorio Databots. Este es uno de los lugares comunes de experimentos as¨ª, la enervante longitud de sus nombres. Olv¨ªdense de Yes. En el Hall, de nuevo espacio de ultratumba como en el viejo S¨®nar poblado de artistas japoneses, actuaban AWWZ b2b AI DJ. Para el empleado que controlaba el doble sentido del pasillo de acceso, se resum¨ªa en ¡°el acto del Hall¡±, ejemplo de operativa simplificaci¨®n.
Antes se hab¨ªa notado que pese a dialogar con el futuro, algunos problemas son muy del pasado. El experimento Hongshou Fan no pudo realizarse con su ejecutor, ya que los problemas derivados del Brexit, en definitiva, papeles, sellos y visados, todo muy anal¨®gico, hab¨ªa impedido su llegada a Barcelona. A cambio se proyect¨® un video con el espect¨¢culo, en el que su protagonista ¡°tocaba¡± un viejo instrumento chino de percusi¨®n, el bianqing, con mandos de consola Wii, que sonaba a campanas de bolsillo mientras dos m¨¢quinas interactuaban y diversas im¨¢genes llenaban la pantalla de l¨ªneas y borrones blancos y negros en constante mutaci¨®n que representaban las notas. Traducci¨®n: el trabajo sonoro de las m¨¢quinas se ve¨ªa, las notas ten¨ªan un correlato en imagen, no eran algo latente e ignoto. Eso convenci¨® a los directores del certamen a incluirlo dado su car¨¢cter did¨¢ctico.
M¨¢s tarde, en el teatro del CCCB, tambi¨¦n a oscuras, pero esta vez con el p¨²blico sentado como en el Canet Rock, el artista digital Franz Rosati presentaba un proyecto que sonaba mediante crepitaciones, graves en aumento, papeles de lija en frotaci¨®n y nubes de lo que parec¨ªan teclados, mientras la pantalla mostraba im¨¢genes que pod¨ªan parecer desde el gr¨¢fico en 3D del volc¨¢n Cumbre Vieja a un mar que se convert¨ªa en monta?as pasando por la imagen microsc¨®pica de un helecho descompuesto por la humedad o la piel de un nonagenario. Fascinante. Explicaci¨®n: exploraci¨®n de territorios virtuales con m¨²sica generada por herramientas de aprendizaje autom¨¢tico con fuerte presencia de la aleatoriedad para representar y descontextualizar las fronteras. Te lo ten¨ªa que explicar el programa, de otra manera llegar a estas conclusiones estaba solo al alcance de los organizadores. A¨²n con todo, ni ellos pudieron discernir si un corte abrupto de sonido era voluntario o fruto de un error. Eso s¨ª, el final como siempre, un crescendo ensordecedor que una vez desaparecido provoc¨® una brusca descompresi¨®n de los o¨ªdos.
Pero no todo fue inextricable en este festival de un solo d¨ªa. Por ejemplo, la preciosa actuaci¨®n de Nabihah Iqbal y Libby Heaney, la primera etnomusic¨®loga e int¨¦rprete y la segunda artista y f¨ªsica cu¨¢ntica. Su espect¨¢culo, de los pocos con focos en escena y proyecciones interpretables sin manual de uso, plantearon una reflexi¨®n sonora sobre la voz humana y la naturaleza, con sonidos de p¨¢jaros que desembocaron en lo que parec¨ªan multitudes humanas en un estadio de f¨²tbol, generadas en buena parte por inteligencia artificial, que como en todos los casos, y este es el quid de la cuesti¨®n, la inter actuaci¨®n persona-m¨¢quina funcionaba en tiempo real. Se vio en escena incluso una guitarra, aunque no son¨® a guitarra y hubo incluso ritmo, acunado por luces azules y rojas.
Y ya completamente l¨²dico fue el proyecto de ¡°el acto del Hall¡±, el de AWWZ etc etc. Una disc-jockey que hab¨ªa alimentado una inteligencia artificial dise?ada por un equipo de la UPC con una serie de temas, pinchaba al alim¨®n con la m¨¢quina en una sesi¨®n de baile azotada por trap, reget¨®n y dembow. Fue el ¨²nico lugar en el que si se activaba el Shazam se obten¨ªan respuestas, aunque para reconocer a C Tangana no es precisa mucha tecnolog¨ªa. Finalmente, Holly Herndon, Mar¨ªa Arnal y Tarta Relena expusieron en un acto mitad charla mitad concierto sus experimentos sobre voces artificiales, desarrollado esta semana en el Hangar. Como proyecto inacabado fue una especie de esbozo de lo que ser¨¢, unos apuntes que alg¨²n d¨ªa se convertir¨¢n en obra acabada en la que una m¨¢quina que ha aprendido a cantar acompa?ar¨¢ a su equivalente humano.
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