Reescribir la historia
El af¨¢n del independentismo hiperventilado por reinterpretar el pasado lo conduce a actitudes sectarias como prescindir de CC OO en el acto institucional del 50 aniversario de la Assemblea de Catalunya
El historiador Sebastian Balfour afirma que la identificaci¨®n de la clase obrera con el catalanismo se debi¨® m¨¢s al rechazo a una dictadura centralista que a la adopci¨®n de la identidad catalana. Quiz¨¢s eso explica ciertas actitudes que desde el independentismo hiperventilado ponen en duda la pureza nacional de la clase obrera, lo que a todas luces la har¨ªa incompatible con el dogma de la inmaculada concepci¨®n del proc¨¦s. El caso es que, por si hab¨ªa dudas de haber ca¨ªdo en la herej¨ªa del botiflerisme, al acto que conmemor¨® hace unos d¨ªas el 50 aniversario de la Assemblea de Catalunya en el Parlament no se invit¨® a Comisiones Obreras (CC OO), que estuvo en la fundaci¨®n del organismo de coordinaci¨®n contra la dictadura y desde los sesenta ven¨ªa siendo el alma de la fiesta antifranquista. En la mejor y m¨¢s rancia tradici¨®n, como cuando a principios de siglo XX la burgues¨ªa catalana decidi¨® desterrar a los inc¨®modos neomaltusianos, la presidenta de la C¨¢mara legislativa catalana, Laura Borr¨¤s, opt¨® por alejar del acto a obreros con tufo a comunista y seguramente con un acento que los har¨ªa poco recomendables como pareja ling¨¹¨ªstica.
Para ello nada mejor que recurrir a una astilla del mismo palo: Rafael Rib¨®, un converso al procesismo que fuera secretario general del Partit Socialista Unificat de Catalunya (PSUC). Rib¨® ¡ªque fue quien seleccion¨® a los invitados¡ª no hizo ni una sola menci¨®n al partido que dirigi¨®, quiz¨¢s en agradecimiento a los 17 a?os ¡ªcasi una mayor¨ªa de edad¡ª que lleva como S¨ªndic de Greuges, o en aras de ese ecumenismo unitarista que tan poco practican y tanto predican algunos sectores del soberanismo.
Ser¨ªa c¨ªnico a estas alturas poner cara de sorpresa por c¨®mo cierto independentismo y sus ac¨®litos reescriben los hechos pasados a la luz de sus intereses presentes. En este mismo diario el historiador Marc Andreu advert¨ªa a prop¨®sito del sectarismo del acto celebrado en el Parlament. Tambi¨¦n lo hac¨ªa en La Vanguardia el periodista Francesc Marc ?lvaro. Tantas advertencias no son sobreras, puesto que hay asociaciones subvencionadas con dinero p¨²blico empecinadas en demostrar que Crist¨®bal Col¨®n era catal¨¢n, Miquel Sirvent era el nombre real de Miguel de Cervantes y Teresa de ?vila era en realidad Caterina de Cardona. Con tales mimbres podemos llegar f¨¢cilmente a la conclusi¨®n de que ni el movimiento obrero ni el PSUC tuvieron nada que ver con la lucha por la democracia.
Hay que reescribir un pasado inc¨®modo en el que el independentismo era testimonial. Pero exist¨ªa. Quienes ya peinan canas, no nacieron a la pol¨ªtica el 1-O, ni sestearon durante la dictadura recuerdan que en la lucha antifranquista se compart¨ªa trinchera en la Assemblea de Catalunya con militantes del independentista Partit Socialista d¡¯Alliberament Nacional dels Pa?sos Catalans (PSAN), en sus dos ramas oficial y provisional. Tambi¨¦n con los nacionalistas del Front Nacional de Catalunya (FNC), el Partit Popular de Catalunya (PPC), Uni¨® Democr¨¤tica, Esquerra Republicana o el Grup d¡¯Acci¨® al Servei de Catalunya (GASC). O con los militantes del Moviment Socialista de Catalunya (MSC). Nadie puede sin embargo negar que la hegemon¨ªa de la lucha correspond¨ªa a los comunistas: el PSUC copaba las representaciones estudiantiles, vecinales y obreras que solo le eran disputadas muy parcialmente desde su izquierda por el Partido del Trabajo, Bandera Roja o el Moviment Comunista. La habilidad del dirigente del PSUC Antoni Guti¨¦rrez D¨ªaz consist¨ªa en tejer alianzas que daban protagonismo pol¨ªtico a quienes, desde su derecha, eran minoritarios. De esta manera y en plena guerra fr¨ªa, el peso de los comunistas no se hac¨ªa tan evidente a la hora de ver qui¨¦n tiraba del carro antifranquista. El PSUC ya entendi¨® en los sesenta que la reivindicaci¨®n nacional catalana era clave en la alianza entre la clase obrera y capas medias antifranquistas, como se encarg¨® de recordar en el acto del Parlament el ex convergente Miquel Sellar¨¨s, quien, al igual que CCOO, estuvo en el nacimiento de la Assemblea de Catalunya.
Esa era y es la realidad de la lucha antifranquista por mucho que el independentismo hiperventilado se empe?e en reescribirla. Lo intenta en cada ocasi¨®n que se le presenta. Ya en 2017 una exposici¨®n sobre la c¨¢rcel Modelo, celebrada en el propio centro penitenciario, olvid¨® que los principales inquilinos de aquella prisi¨®n hab¨ªan sido hist¨®ricamente anarquistas y comunistas. S¨ª figuraba en el frontispicio de la exposici¨®n el franquista Ramon Alb¨®, destituido como director del centro por la ministra Victoria Kent. Alb¨® se pas¨® con armas y bagajes al r¨¦gimen de Burgos y volvi¨® a tener cargos cuando regres¨® con las banderas victoriosas. Presidi¨® el Tribunal Tutelar de Menores, siendo corresponsable de la desaparici¨®n y deportaci¨®n de ni?os ¡ªhijos de republicanos¡ª a los pocos a?os de transcurrida esa guerra que algunos se empecinan en asegurar que ¨²nicamente fue contra Catalu?a.
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