Populismo cuqui
Laura Borr¨¤s rompe cada d¨ªa la etiqueta pol¨ªtica de las redes respondiendo a elogios de cuentas an¨®nimas, retuiteando comentarios laudatorios de sintaxis cuestionable y mostrando su aprobaci¨®n por cualquier fotomontaje que la alabe
Una suerte que tenemos con el caso Juvill¨¤ es que era tan banal y previsible que no es necesario examinar los hechos y nos podemos centrar en la poes¨ªa. Concretamente, en la poes¨ªa de Twitter, porqu¨¦ la diferencia m¨¢s interesante entre Laura Borr¨¤s y el resto de pol¨ªticos catalanes es su uso de la red social. Contra los bur¨®cratas que intentan mantener una aura t¨¦cnica y una cierta fachada de racionalidad, Borr¨¤s rompe cada d¨ªa la etiqueta pol¨ªtica de las redes respondiendo a elogios de cuentas an¨®nimas, retuiteando comentarios laudatorios de sintaxis cuestionable y mostrando su aprobaci¨®n por cualquier fotomontaje que la alabe, sin l¨ªmite aparente en lo kitsch. Una de sus declaraciones m¨¢s reproducidas la semana pasada por todos los medios dec¨ªa: ¡°No he dicho mi ¨²ltima palabra¡±. Era un tuit con el que Borr¨¤s hab¨ªa respondido a un usuario con menos de quinientos seguidores.
El populismo exige fundirse con el pueblo a trav¨¦s de sus medios de comunicaci¨®n de masas. Berlusconi fue el rey de la tele y Donald Trump inaugur¨® la era de Twitter. La mayor¨ªa de an¨¢lisis que acusan a Borr¨¤s de trumpismo detectan una mezcla de lenguajes impropios de un pol¨ªtico convencional y la sustituci¨®n de los criterios de verdad por el wishful thinking. Despu¨¦s siempre se intenta ir m¨¢s all¨¢ y denunciar una derivada supuestamente peligrosa, insinuar que la cosm¨¦tica de la posverdad es una rampa que baja hasta el viejo fascismo. En realidad, lo que emparenta el estilo de Borr¨¤s con los nuevos populismos es que no quieren ganar la batalla que proclaman, solo postergarla indefinidamente.
Al igual que Donald Trump no tom¨® las riendas de sus seguidores para dar un golpe de Estado, o que Vox gobierna de forma indistinguible del PP en las comunidades aut¨®nomas donde ha llegado al poder, el procesismo no tiene un proyecto revolucionario verdaderamente estructurado. De hecho, los tres ejemplos tambi¨¦n ayudan a ver c¨®mo las pol¨ªticas concretas que se aplican no s¨®lo no contradicen las de las ¨¦lites que dicen combatir, sino que las refuerzan: Trump denuncia la desindustrializaci¨®n mientras baja los impuestos de quienes la han causado, Vox critica las autonom¨ªas pero ocupa todos los organismos auton¨®micos que puede, el independentismo demoniza a Espa?a pero facilita la gobernabilidad que le da prestigio delante de Europa.
La novedad del caso Borr¨¤s es el estilo: mientras la mayor¨ªa de nuevos populismos se nutren de machos alfa y critican la dictadura woke, el populismo cuqui de Borr¨¤s maneja el feminismo, la democracia y la empat¨ªa. Pero el efecto espejo es el mismo: la batalla pol¨ªtica sobre hechos y conflictos estructurales se sustituye por un antagonismo cultural agotador. El problema principal Catalu?a no es que Espa?a no reconozca la soberan¨ªa del Parlament, cosa que ya sabe todo el mundo, sino que los catalanes independentistas no tienen ning¨²n proyecto realista para lograr este reconocimiento. El segundo es que cualquier intento de articularlo est¨¢ bloqueado por unas ¨¦lites posprocesistas capaces de mantener en tensi¨®n a un n¨²mero de catalanes lo suficientemente grande para seguir ganando elecciones. Despu¨¦s de una entrevista en que Borr¨¤s sigui¨® mintiendo y no present¨® ning¨²n plan alternativo, el tuitero a quien respondi¨® lo de la ¨²ltima palabra ha escrito: ¡°Hay que reconocer que, aunque los pol¨ªticos supuestamente independentistas, los llamados procesistas, han perdido toda credibilidad, @LauraBorras tiene la propiedad de convencer y salir cre¨ªble de todos los obst¨¢culos¡±.
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