Un fen¨®meno contempor¨¢neo
No estamos en un conflicto entre sistemas econ¨®micos, como era en la guerra fr¨ªa entre capitalismo y comunismo, sino entre reg¨ªmenes pol¨ªticos
En un mundo tan entrelazado, en que la aceleraci¨®n de las comunicaciones acorta vertiginosamente las distancias y los mensajes llegan al instante, el impacto de las noticias es inmediato. Y a menudo, nos abre los ojos sobre hechos de nuestra propia realidad que pasaban desapercibidos. Ahora mismo hemos descubierto que Guissona, por ejemplo, tiene m¨¢s de mil habitantes ucranianos, conciudadanos nuestros que viven momentos dolorosos. Pero tambi¨¦n que algunos de los grandes yates que moran en el puerto de Barcelona son de magnates rusos y ya est¨¢n poniendo rumbo hacia refugios amigos de Mosc¨²; que en la Costa Brava hay grandes mansiones propiedad de gentes enriquecidas a la sombra de Putin; o que tambi¨¦n aqu¨ª alcanzan algunos flujos de la econom¨ªa rusa. Afortunadamente, la franquicia del Hermitage ya hab¨ªa deca¨ªdo y nos hemos ahorrado un escarnio.
Estos datos sirven para recordar lo que no siempre se dice: no estamos en un conflicto entre sistemas econ¨®micos (como era en la guerra fr¨ªa entre capitalismo y comunismo) sino entre reg¨ªmenes pol¨ªticos: las diferentes decantaciones de la democracia liberal y una cleptocracia que rige el capitalismo olig¨¢rquico ruso. Lo que traducido en la pr¨¢ctica significa que el modelo Putin no es ajeno a las organizaciones del capitalismo internacional y que, por tanto, no es nada f¨¢cil aplicar unas sanciones efectivas y aceptadas por todos los pa¨ªses que se oponen a la aventura imperial del Kremlin. Los v¨ªnculos en el suministro energ¨¦tico son fundamentales, las compa?¨ªas rusas est¨¢n presentes en Occidente como las occidentales en Mosc¨², el dinero corre por los circuitos del capitalismo global, y empresas con poder y reputaci¨®n tienen intereses all¨ª. Ah¨ª est¨¢n el excanciller Schroeder y el frustrado candidato a la presidencia francesa Fillon, metidos en el entramado af¨ªn al Kremlin. No es f¨¢cil deshacer el nudo.
Las complicidades tambi¨¦n alcanzan a la pol¨ªtica. Y especialmente al espacio de la extrema derecha. Sin ning¨²n recato Donald Trump acaba de alabar la estrategia de Vladimir Putin del que dice que es ¡°un genio¡± y ¡°muy inteligente¡± (very savvy). Ni siquiera la brutal agresi¨®n en curso contra un Estado soberano ha alterado a Trump. Mientras Le Pen o Zemmour en Francia e incluso Abascal aqu¨ª borran mensajes e intentan hacer olvidar sus flirteos con el aut¨®crata ruso, Trump se muestra insensible ante esta escalada de la barbarie.
Ni Estado de derecho, ni sociedad civil: Rusia. Este es el modelo Putin. Que vuelve a mostrar descarnadamente lo que ocurre cuando se pone por encima de todo la sumisi¨®n a una f¨¢bula de obligado cumplimiento, en este caso la condici¨®n rusa de los ucranianos, hasta el extremo de justificar la invasi¨®n y la muerte. Una parte de la derecha lo compra, e incluso la tentaci¨®n ha alcanzado en algunos momentos a alg¨²n sector, felizmente minoritario, del independentismo catal¨¢n. Mary Kaldor lo formula con precisi¨®n: ¡°El r¨¦gimen ruso es t¨ªpico de un fen¨®meno contempor¨¢neo que mezcla capitalismo salvaje, autoritarismo y nacionalismo ¨¦tnico¡±. Peligro.
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