El triunfo occidental en 1989 incub¨® las turbulencias de 2019
La ca¨ªda del muro de Berl¨ªn certific¨® la victoria de las democracias liberales, pero tambi¨¦n el pr¨®logo de su crisis treinta a?os despu¨¦s
Fue un momento de ilusi¨®n, en el doble sentido de la palabra. Ilusi¨®n como esperanza. E ilusi¨®n como espejismo. La ca¨ªda del muro de Berl¨ªn represent¨® el triunfo de las democracias liberales ante el bloque sovi¨¦tico, e inaugur¨® una etapa en la que nada iba a frenar la expansi¨®n de los derechos humanos, las elecciones libres y el Estado de derecho. Pero 1989 tambi¨¦n fue un momento de ilusi¨®n en el sentido de vano autoenga?o. Las crisis que 30 a?os despu¨¦s fracturar¨ªan Occidente incubaban en aquellos d¨ªas de vino y rosas.
¡°Hay un dicho famoso del mariscal polaco Pilsudski: 'Ganar y dormirse en los laureles es una derrota. Perder y no rendirse es una victoria¡±, dice el historiador brit¨¢nico Timothy Garton Ash. ¡°Lo que hicimos en Occidente fue ganar y dormirnos en los laureles¡±. El 9 de noviembre de 1989 perdieron las dictaduras comunistas y gan¨® el mundo libre. Unos meses antes, en un art¨ªculo que se convertir¨ªa en El fin de la historia y el ¨²ltimo hombre, Francis Fukuyama capt¨® el esp¨ªritu de los tiempos: ¡°La democracia liberal podr¨ªa constituir el punto final de la evoluci¨®n ideol¨®gica y la forma definitiva de gobierno humano y, como tal, el fin de la historia¡±. Con alegr¨ªa se certificaba la muerte del Estado-naci¨®n, de las ideolog¨ªas, de las clases sociales, de las etnias y de las fronteras. Poco despu¨¦s Internet derribar¨ªa los muros naturales de la geograf¨ªa. ¡°El mundo es plano¡±, sentenciar¨ªa el columnista Thomas Friedman.
Cuando Dominique Mo?si, polit¨®logo franc¨¦s e hijo de un superviviente del Holocausto, mira el pedazo de muro que a¨²n conserva, le embarga la nostalgia. ¡°Siento que fue el gran momento de mi generaci¨®n, y ocurri¨® mucho antes de lo que esper¨¢bamos¡±, explica Mo?si, que acaba de publicar Le?ons de lumi¨¨res (Lecciones ilustradas), un manifiesto europe¨ªsta. ¡°El a?o 2019 es, en algunos aspectos, el exacto contrario que 1989. La c¨®lera y el miedo han sucedido a la esperanza¡±.
Treinta a?os despu¨¦s, la expansi¨®n de las democracias se ha frenado y se habla de una ¡°tercera ola autoritaria¡± (las anteriores fueron en 1922-1942 y en 1960-1975). La erosi¨®n viene de fuera: el ascenso de China y la consolidaci¨®n del autoritarismo putiniano en Rusia. Y de dentro: la doble victoria del Brexit y de Donald Trump en 2016, que dislocan Occidente.
¡°1989 fue un momento de esperanza y victoria para Occidente y para los valores que defendemos. Centenares de millones de personas ya no viven bajo la tiran¨ªa de la Uni¨®n Sovi¨¦tica¡±, celebra desde Washington Danielle Pletka, del laboratorio de ideas conservador American Enterprise Institute. ¡°Mi mayor temor¡±, a?ade, ¡°es que hayamos olvidado lo que significa defender la libertad, y que ni nosotros ni nuestros aliados en Europa est¨¦n lo suficientemente comprometidos para defender a las personas oprimidas por tiran¨ªas como la de la URSS¡±. Hoy el mismo concepto de Occidente est¨¢ en duda. ¡°Si se alude a un actor geopol¨ªtico, que es lo que quer¨ªamos decir entre 1939 y 1989, Occidente ya apenas existe¡±, sostiene el profesor Ash. ¡°El Occidente geopol¨ªtico se manten¨ªa unido por el enemigo com¨²n: primero la Alemania nazi, despu¨¦s la Uni¨®n Sovi¨¦tica. Una vez que el enemigo com¨²n desapareci¨®, era casi inevitable que el Occidente se debilitase¡±.
Treinta a?os despu¨¦s, surgen nuevas divisorias. ¡°Antes el Muro divid¨ªa el Este y el Oeste, y de hecho esta divisi¨®n no ha desaparecido del todo. Pero hay una divisi¨®n norte-sur en la UE. Y una ruptura en el interior de los pa¨ªses¡±, dice la periodista Marion van Renterghem, autora de Mon Europe, je t¡¯aime moi non plus. 1989-2019?(Mi Europa, te quiero yo tampoco. 1989-2019). Los muros internos son ideol¨®gicos (nacionalistas y europe¨ªstas), territoriales (ciudades y provincias) o clasistas (personas con altos ingresos y estudios universitarios, y clases medias empobrecidas). ¡°Estoy en contra de la idea que entonces fu¨¦ramos tan entusiastas¡±, dice el historiador Pierre Grosser, autor de 1989. L¡¯ann¨¦e o¨´ le monde a bascul¨¦?(1989. El a?o en que todo se tambale¨®). ¡°Nadie sab¨ªa lo que iba a ocurrir¡±, recuerda Grosser. ¡°Pens¨¢bamos que la Uni¨®n Sovi¨¦tica iba a impresionar pero nos sab¨ªamos si ser¨ªa muy peligros. En Yugoslavia vimos que pod¨ªa serlo¡±. Todo habr¨ªa podido ir mal; el mundo de 1989, sin el viejo orden de la Guerra Fr¨ªa, era una selva llena de riesgos.
La quimera postnacional dur¨® un instante. Con el champ¨¢n por la ca¨ªda del Muro fresco, se perpetr¨® un genocidio en el continente por primera vez desde la Segunda Guerra Mundial. Los 200.000 muertos en los Balcanes son un ant¨ªdoto ante los discursos m¨¢s catastrofistas en 2019. ¡°La gente descubre nuevas pero a menudo viejas identidades y se agrupa bajo nuevas pero a menudo viejas banderas para librar guerras contra nuevos pero a menudo viejos enemigos¡±, diagnostic¨® Samuel Huntington en El choque de civilizaciones y la reconfiguraci¨®n del orden mundial.
Todo est¨¢ inventado. El euroescepticismo: en 1992 Francia estuvo cerca de rechazar el Tratado de Maastricht. Trump no es el primer magnate en el poder: Silvio Berlusconi fue un precursor en la Italia de los noventa. Mientras, el terrorismo islamista se preparaba para el 11-S. La guerra de Irak en 2003 y la crisis financiera de 2008 socavaron la autoridad del modelo occidental. Ambos derivan del exceso de confianza tras el ¨¦xito de 1989: la creencia de que pod¨ªa exportarse la democracia en un abrir y cerrar de ojos, o la reducci¨®n del liberalismo a un capitalismo desregulado y globalizado, que dispar¨® las desigualdades. ¡°Las ra¨ªces de los problemas actuales se encuentran en el terreno de la victoria de entonces¡±, resume Timothy Garton Ash, que acaba de reeditar The magic lantern (La linterna m¨¢gica), sus cr¨®nicas de 1989.
En los viejos pasos a nivel franceses se ve una se?al que dice: ¡°Un tren puede esconder otro¡±. Es un llamamiento a no confiarse. Cuando haya pasado el convoy, conviene asegurarse que no viene otro en el sentido contrario. Es una lecci¨®n moral: el peligro llega cuando uno cree que ya lo ha esquivado. En 1989 ocurri¨® algo similar. Cuatro d¨¦cadas de Guerra Fr¨ªa y de un mundo al borde del apocalipsis nuclear quedaban atr¨¢s. Fin de la pel¨ªcula. Despu¨¦s apareci¨® la otra locomotora. El 11-S, Lehman Brothers, el regreso del nacionalismo. Las se?ales estaban ah¨ª.