Voluntarios espa?oles para ir a la guerra: ¡°Hoy es en Ucrania, ma?ana puede ser aqu¨ª¡±
Seis hombres, de 21 a 60 a?os y la mayor¨ªa sin experiencia militar, explican a EL PA?S por qu¨¦ intentan alistarse en el consulado de Barcelona
Media docena de hombres han atendido este mi¨¦rcoles la llamada de la guerra. Se han presentado en el Consulado de Ucrania en Barcelona con la intenci¨®n, m¨¢s o menos firme, de alistarse en la legi¨®n extranjera y combatir al invasor ruso. La mayor¨ªa son chicos muy j¨®venes sin experiencia militar, pero tambi¨¦n hay dos veteranos que han servido en unidades de ¨¦lite. Sus motivaciones son diversas, pero los une un impulso irresistible: viajar a Ucrania y empu?ar las armas.
Carlos todav¨ªa no le ha dicho a su familia que ha venido a presentarse voluntario para combatir. Por eso pide que se use un nombre ficticio y se limita a decir que vive ¡°en el ¨¢rea metropolitana de Barcelona¡±. Por su t¨®rax poderoso, parece curtido en el entrenamiento militar; pero las apariencias enga?an: se dedica al montaje de escenarios. ¡°Voy mucho al gimnasio, pero no tengo ninguna formaci¨®n ni he hecho la mili¡±, cuenta. Nervioso, con el pelo muy corto, Carlos fuma un cigarrillo detr¨¢s de otro y evita confrontar la mirada al hablar. Es parco en las respuestas y no desarrolla demasiado las ideas. ¡°Claro que tengo miedo. Lo hago por patriotismo, para defender Espa?a y Europa¡±.
Los seis voluntarios, que se acaban de conocer, forman un corrillo mientras decenas de mujeres depositan durante la ma?ana alimentos, ropa y medicamentos a las puertas del consulado, donde Uliana, que trabaja como voluntaria, est¨¢ desbordada ante tanta ayuda.
Roberto, colombiano que vive desde hace solo tres meses en Barcelona, se ha integrado c¨®modamente en el corrillo de aspirantes a soldado a la espera de que llegue un funcionario para dar instrucciones. Tiene claro por qu¨¦ quiere luchar. ¡°Hay que aportar un grano de arena a la paz. Estamos en Europa y vivimos muy tranquilos, pero esto se puede acabar de la noche a la ma?ana. Hoy es en Ucrania, ma?ana puede ser aqu¨ª¡±, dice sonriente Roberto (nombre ficticio), que pas¨® por la escuela militar de su pa¨ªs. Su decisi¨®n parece firme, aunque admite que es ¡°un golpe para la familia¡± (si se va, dejar¨¢ mujer y dos hijos) y que antes de tomarla quiere escuchar ¡°condiciones¡±. ¡°Aqu¨ª tomamos una decisi¨®n esencial sobre la vida y la muerte¡±.
Su compatriota Luis Casta?o ¨Deste s¨ª es su nombre real¨D tiene 46 a?os y afirma que ha sido miembro de la armada colombiana. ¡°He luchado contra las Farc, contra los paramilitares¡ no tengo miedo a morir. Adem¨¢s, soy cristiano evang¨¦lico y Dios no dejar¨¢ que muera¡±, cuenta, soltando una carcajada. Luis sigue con el resto del grupito al funcionario de la embajada, que ya ha llegado y, tras darles unas breves explicaciones, les pide que anoten su n¨²mero de tel¨¦fono en un papel. Las autoridades ucranias analizar¨¢n el perfil de cada uno y los llamar¨¢n para comunicarles si cuentan con ellos. ¡°Hay que poner el coraz¨®n en la mano y ayudar a la gente que lo necesita. La vida ya me ha dado mucho¡±, dice Luis, que trabaja haciendo reparaciones. Su decisi¨®n de alistarse se ha topado con la resistencia feroz de su hija y con una oposici¨®n m¨¢s moderada de su mujer.
Rescatar a la abuela
Jordi Nogales es otro veterano que muestra id¨¦ntico aplomo. Asegura que en 1985 sirvi¨® en la Infanter¨ªa de Marina del ej¨¦rcito espa?ol, pero resta importancia a su preparaci¨®n b¨¦lica. Quiere alistarse para ayudar, pero su objetivo es m¨¢s personal: rescatar a la madre de su mujer, que es ucrania. La llama ¡°abuela¡±. ¡°Tiene 90 a?os y vive sola en una dacha en Odesa. Tengo que sacarla de all¨ª cueste lo que cueste. Y si para eso hace falta que vaya con el ej¨¦rcito, lo har¨¦¡±, dice antes de estrechar con firmeza la mano y subir a una moto de gran cilindrada.
Calado en una boina gris, Gerard (nombre ficticio) es un viajero ¡°medio italiano, medio alem¨¢n¡± que lleva seis meses en Barcelona. Es el m¨¢s joven de todos y matiza que, aunque ha venido a alistarse, quiere sobre todo ofrecerse a Ucrania para ¡°lo que haga falta¡±. Su ¨²nico v¨ªnculo con el pa¨ªs eslavo es que su novia es ucrania. Nunca ha disparado, pero sostiene con candidez que est¨¢ dispuesto a aprender ¡°si es necesario¡±.
A su lado aguarda Hakim, un joven espa?ol de origen marroqu¨ª que trabaja en la seguridad privada como auxiliar, no como vigilante, de modo que tampoco ha estado nunca en contacto con un arma de fuego. Lo empuja a Ucrania una mezcla de grandes ideales y cierto fatalismo. ¡°Tengo que hacerlo por humanidad, hay que estar al lado del pueblo que sufre. No tengo miedo a morir, no podemos elegir nuestro destino¡±. Tambi¨¦n ha firmado el papel con su nombre y tel¨¦fono, pero no le ha dicho nada a su familia: ¡°Si se enteran, no me dejar¨¢n ir¡±.
¡°Unas 50 personas, espa?oles y de otros pa¨ªses, se han interesado en participar en la Legi¨®n Extranjera a trav¨¦s del consulado¡±, ha explicado este mi¨¦rcoles Vorobyov Artem, c¨®nsul general de Ucrania en Barcelona, que evita precisar los tr¨¢mites burocr¨¢ticos que se seguir¨¢n a partir de ahora. ¡°Los llamaremos y les daremos las instrucciones precisas a trav¨¦s de la embajada¡±, ha dicho el c¨®nsul. Artem ha afirmado que se tendr¨¢ en cuenta la experiencia militar, pero que ¡°cualquiera puede apuntarse¡±. ¡°Necesitamos toda la ayuda posible¡±.
Los voluntarios se marchan en solitario, como hab¨ªan llegado, del consulado, donde se acumulan cajas con ayuda humanitaria. La llamada que reciban en pr¨®ximos d¨ªas puede cambiar, para siempre, el curso de sus vidas.
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