De la calle y la guerra justa
Exijamos sentido estrat¨¦gico a los gobernantes en el c¨¢lculo coste-beneficio y ayudemos a Zelenski en su presi¨®n
![Una manifestaci¨®n contra la guerra de la comunidad ucraniana de Barcelona, el pasado mes de febrero.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/SRE35BPQN6JLHLHCDTL6DOWRYM.jpg?auth=5337aaabb968be512dc8d420647cc48337884a9ee023563c026e0510d079ff29&width=414)
¡°La pol¨ªtica exterior de los Estados Unidos no la pueden marcar las manifestaciones de Barcelona¡±. Esta frase es de George Bush padre. El 15 de febrero de 2003, la capital catalana vivi¨® una de las manifestaciones m¨¢s masivas de su historia: contra la guerra de Irak, de la que Bush hijo era el comandante en jefe. ¡°No a la guerra¡± era la consigna que qued¨® como una exigencia moral. El responsable era inequ¨ªvoco: el jefe del imperio. La implicaci¨®n incondicional de Aznar, que meti¨® a Espa?a en la coalici¨®n atacante, contribuy¨® a que la marcha desbordara todas las previsiones.
La guerra en Ucrania no ha tenido grandes expresiones en la calle, excepto algunas manifestaciones testimoniales promovidas por los ucranios que residen entre nosotros. S¨ª ha tenido y tiene un gran peso sobre el estado mental y psicol¨®gico de la ciudadan¨ªa: hay miedo y hay dolor. La poblaci¨®n atacada est¨¢ cerca, es europea, vemos las caravanas de los que huyen de la guerra e incluso, en pocos d¨ªas, llegan aqu¨ª. Hay un culpable. Y este es Putin. Los titubeos iniciales de algunos sectores de la izquierda se han disipado: la invasi¨®n sin causa alguna que la justifique, construida sobre un montaje de fake news, es inadmisible. Hasta tal punto ha calado en la sociedad la condena general de Putin, que quienes hab¨ªan flirteado con ¨¦l, patriotas de la extrema derecha y compa?¨ªa seducidos por su figura, aliados en la construcci¨®n del autoritarismo postdemocr¨¢tico, guardan ahora c¨ªnico silencio. Y, desde la izquierda, se est¨¢ pasando del ¡°No a la guerra¡± a la ¡°guerra justa de resistencia¡± y, por tanto, a advertir contra la tentaci¨®n del apaciguamiento. Las interpelaciones del presidente Zelenski a los parlamentos occidentales inciden en esta prioridad.
De modo que el ¡°No a la guerra¡± esta vez es un S¨ª a la resistencia, a la ayuda humanitaria pero tambi¨¦n militar y a todas aquellas acciones que puedan debilitar a Putin y forzar una salida. El futuro de la democracia no est¨¢ asegurado y hay que defender las libertades. ?Lo descubrimos ahora porque la tragedia ocurre en Europa? S¨ª. Y es triste y doloroso ver la diferencia de trato que merecen los refugiados de las guerras seg¨²n del lugar de donde vienen. Las manifestaciones de 2003 eran contra el Mal, el invasor, las v¨ªctimas quedaban en la sombra. Ahora, las reconocemos y apostamos por ellas. Identifiquemos las guerras justas y no miremos a otra parte, ni busquemos rodeos en nombre de un falso pacifismo. Simplemente, exijamos sentido estrat¨¦gico a los gobernantes en el c¨¢lculo coste-beneficio y ayudemos a Zelenski en su presi¨®n. Ahora mismo, la prioridad es la resistencia de los ucranios. Pero el apoyo a su guerra justa no debe impedir plantear cualquier pregunta pertinente sobre los errores que nos han llevado hasta aqu¨ª. As¨ª veremos que esta guerra nos concierne a todos, porque viene de un pasado que tambi¨¦n es nuestro y puede marcar nuestro futuro.
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