Una cita para recuperar prestigios
Con o sin barco nacional, de entrada, la designaci¨®n de Barcelona por parte de Nueva Zelanda es un ¨¦xito del que no andan sobrados ni el ayuntamiento ni el Govern en los ¨²ltimos tiempos
Y el vencedor es¡. ¡°Barcelona, en la regi¨®n de Catalu?a¡±. Ni las procelosas aguas de Irlanda ni las de Arabia Saud¨ª ni las aguas calmas de M¨¢laga. La competici¨®n m¨¢s antigua del mundo, la Copa del Am¨¦rica de vela, se disputar¨¢ en Barcelona a finales de 2024 por elecci¨®n de los actuales poseedores del trofeo, el Royal New Zealand Yacht Squadron.
Desde que en 1851 la goleta Am¨¦rica cruz¨® el Atl¨¢ntico para desafiar a un barco del Imperio Brit¨¢nico, la historia de esta competici¨®n de yates se ha ido cargando de leyendas, deportivas, econ¨®micas y hasta del coraz¨®n. Multimillonarios de los tres ¨²ltimos siglos han ambicionado conseguir la jarra, del bar¨®n Lipton, el del t¨¦, al italiano Patrizicio Bertelli, el de Prada, o el americano de Oracle, Larry Ellison, el ¨²nico de ellos que ha conseguido su objetivo.
Si algo define a esta peculiar competici¨®n es el capricho. No hay calendario, el poseedor de la jarra la pone en juego cuando quiere, donde quiere y como quiere. ?l pone las reglas. Entre 1901 y 1933, por ejemplo, solo se disput¨® en tres ocasiones. Y durante 132 a?os la jarra no sali¨® de Estados Unidos.
Si la primera regata fue en la Isla de Wight, la ¨²ltima ser¨¢ en Barcelona; entre medio, tragedias, p¨ªrricas victorias y derrotas humillantes (en 2015, New Zealand perdi¨® por 9-8 despu¨¦s de ir ganando 8-1 a Oracle). Sin embargo, tanto el c¨¦nit (2007) como el abismo (2010) de la historia del torneo han tenido como protagonista a la misma ciudad, Valencia.
Guste o no, es el espejo al que debe mirarse Barcelona, en lo econ¨®mico y en lo deportivo. Uno de los t¨®picos que rodean a la Copa es que, despu¨¦s de unos Juegos Ol¨ªmpicos o un mundial de f¨²tbol, no hay acontecimiento de mayor impacto medi¨¢tico y econ¨®mico. Queda bonito, pero que se lo digan a los actuales campeones, el New Zealand que, el pasado a?o, en sus aguas de Auckland, apenas reuni¨® a 34.000 visitantes y 4 barcos. La ciudad no recuper¨® el 30% de la inversi¨®n. Las anteriores citas tampoco rozaron el ¨¦xito de Valencia-2007. Entonces, la alcaldesa Rita Barber¨¢ bailaba con los maor¨ªes y entre ella, la Generalitat de Francisco Camps y el Gobierno se gastaron m¨¢s de 2.000 millones de euros; en vez de gaviotas, por la ciudad del Turia volaban billetes de 500 euros. Nueva d¨¢rsena, nuevo aeropuerto y hasta nueva ciudad, un dispendio ¨²nico que atrajeron al evento a 12 barcos ¡ªentre ellos uno chino, otro sudafricano y un buen espa?ol¡ª, a casi 6 millones de visitantes y que dieron unos beneficios superiores a los 2.400 millones de euros, diez veces m¨¢s que en la anterior edici¨®n, disputada en Auckland, y 8 veces m¨¢s que la posterior, en la bah¨ªa de San Francisco.
La candidatura de Barcelona, respaldada por Generalitat, Ayuntamiento y Fira, invertir¨¢ en los preparativos 70 millones (Auckland se gast¨® el pasado a?o 250), con un impacto econ¨®mico previsto de 1.000 millones de euros. Depender¨¢, en gran parte, del n¨²mero de yates que se animen a participar, aparte del campe¨®n y el desafiante. De momento se ignora si habr¨¢ barco espa?ol y/o catal¨¢n, aunque no parece que el empresariado local pueda aportar a la aventura unos 50 millones a fondo perdido, pues ganar, incluso ser finalista, escapa a la l¨®gica.
El reglamento que ha impuesto el campe¨®n ¡ªNew Zealand-¡ª con acuerdo del desafiante ¡ªel brit¨¢nico Ineos¡ª busca un equilibrio entre la tradici¨®n del torneo y la innovaci¨®n tecnol¨®gica de estos f¨®rmula 1 del mar. Ser¨¢ dif¨ªcil llegar a los 12 barcos de Valencia-2007 pero tampoco se caer¨¢ en la charlotada judicial de Valencia-2010, cuando la Copa del Am¨¦rica se liquid¨® en tres d¨ªas y dos barcos, uno de ellos el estrafalario trimar¨¢n de Oracle, que vol¨® literalmente a 42 nudos (77 km/h).
El nuevo reglamento pretende reducir costes. Frente a ediciones en las que los participantes constru¨ªan tres barcos y doblaban tripulaci¨®n, s¨®lo se podr¨¢ construir uno, se limita la cantidad de velas y la tripulaci¨®n se reduce de 11 a 8 miembros (en Valencia eran 17), todos ellos con pasaporte del pa¨ªs que represente el yate.
Con o sin barco nacional, de entrada, la designaci¨®n de Barcelona por parte de Nueva Zelanda es un ¨¦xito del que no andan sobrados ni el ayuntamiento ni el Govern en los ¨²ltimos tiempos. Tampoco la Copa del Am¨¦rica vive sus mejores d¨¦cadas, pues apenas dos o tres barcos osan retar al campe¨®n. El desaf¨ªo de Barcelona es atraer al mayor y m¨¢s diverso n¨²mero de barcos. El presupuesto, de partida, es modesto, y no parece que la alcaldesa est¨¦ por la labor de destinar recursos a una competici¨®n tan elitista, por mucho que se le adorne con regatas femeninas y juveniles. La Copa del Am¨¦rica es para escogidos. Barcelona tiene la oportunidad de popularizarla y la ciudad, a la vez, de publicitarse con la Copa del Am¨¦rica.
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