Unas municipales para actualizar el mapa pol¨ªtico
Sorprende que socialistas y republicanos hayan mantenido las candidaturas del envite anterior, en vez de buscar alg¨²n revulsivo que pudiera marcar diferencias
El horizonte inmediato de la pol¨ªtica catalana est¨¢ en las elecciones municipales del 28 de mayo de 2023. M¨¢s all¨¢ de los encuadramientos ideol¨®gicos, los partidos traban su implantaci¨®n territorial en los comicios locales. La tensi¨®n ideol¨®gica en torno a las grandes promesas no es eternamente sostenible. Y en los pueblos y ciudades es d¨®nde se da el roce cotidiano que acaba dando solidez a las complicidades, a los intereses, a las afinidades.
Desde los a?os 80, en Catalu?a, las ciudades m¨¢s pobladas han sido territorio de la izquierda, mientras el pujolismo tej¨ªa sus redes y constru¨ªa su hegemon¨ªa (en un sistema electoral que prima al territorio sobre la poblaci¨®n) a medida que se alejaba del ¨¢rea metropolitana de Barcelona. Las pr¨®ximas elecciones municipales tienen que dirimir el nuevo reparto del poder despu¨¦s de la escalada soberanista.
La batalla por Barcelona, una de las asignaturas pendientes del independentismo, regada estos d¨ªas por la en¨¦sima indecencia del aparato de Estado en el espionaje pol¨ªtico, ser¨¢ referencial. Pero tambi¨¦n pasar¨¢n la prueba las principales ciudades del ¨¢rea metropolitana de Barcelona, feudo tradicional del PSC. Y ser¨¢ interesante ver si la izquierda soberanista, Esquerra Republicana y la CUP, son capaces de abrir brecha en estas latitudes. En el resto de la geograf¨ªa catalana lo que se dirime en el fondo es una pelea de familia: la herencia del poder territorial sobre el que se asent¨® el pujolismo, y que es ahora objeto de disputa entre Junts per Catalunya, el PDECAT y otros grupos que quieren ofrecer moderaci¨®n a los sectores m¨¢s conservadores de este espacio. En esta pelea hay muchos roces entre aliados porque el territorio Junts i el territorio Esquerra se tocan. Lo cual garantiza meses de turbulencias en la mayor¨ªa que ahora mismo gobierna Catalu?a.
En Barcelona, los comunes plebiscitan a la alcaldesa Ada Colau para aspirar a un tercer mandato. En 2015, su llegada al poder desde la calle, en la estela de la crisis generalizada del bipartidismo, fue un impacto. Y sectores significativos del poder econ¨®mico y medi¨¢tico no han sabido disimular el resentimiento de clase que su ascenso les provoc¨®. A pesar de ello, sigue estando ah¨ª, ante una carrera que se dirimir¨¢ por corto margen entre les Comunes, Esquerra y el PSC. Sorprende que socialistas y republicanos hayan mantenido las candidaturas del envite anterior, en vez de buscar alg¨²n revulsivo que pudiera marcar diferencias. El valor a?adido de Esquerra est¨¢ claro: es la ¨²nica opci¨®n que tiene el independentismo para lograr la alcald¨ªa. Jaume Collboni, dado el car¨¢cter marginal de la derecha espa?olista, ha optado por acercarse a los poderes econ¨®micos hostiles al soberanismo y a hacer suyo el discurso de los lobbies del cosmopolitismo provinciano. ?Bastar¨¢ con ello para tumbar a los Comunes? La ecuaci¨®n se anuncia as¨ª: gobernar¨¢ el que sea capaz de sumar por lo menos a uno de los dos competidores a su mayor¨ªa. Y Esquerra si quiere estar en el gobierno de la capital tendr¨¢ que volver a la alianza con las otras izquierdas.
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