Sisa partir¨¢ y en su cara no cabr¨¢n m¨¢s besos
El cantautor recibi¨® en el Festival Grec el homenaje y cari?o de su gremio y de un p¨²blico que quiso ser ¡°malalt del cel¡±
Como en muchas pel¨ªculas rom¨¢nticas con hermoso beso final, lo mejor estuvo justo antes de caer el tel¨®n. La pl¨¦yade de artistas que le hab¨ªan homenajeado estaba sobre el escenario celebrando La primera comuni¨®, cuando t¨ªmidamente hizo aparici¨®n por el lado derecho, acompa?ado para evitar las sillas que hab¨ªan decorado el concierto y se interpon¨ªan en su camino. Gafas redondas de pasta negra sujetas con una goma entorno a la cabeza, colores vivos en la camisa, pantal¨®n remangado hasta media tibia. Se le ve¨ªa feliz, como un ni?o que abre el regalo m¨¢s deseado el d¨ªa de su cumplea?os. Era Sisa recibiendo el respeto, cari?o y homenaje de sus compa?eros de profesi¨®n y de un p¨²blico puesto en pie. En breve la ciudad le volver¨¢ a reconocer, esta vez con la Medalla de Oro al M¨¦rito Cultural. A Sisa no solo se le loar¨¢ cuando le toque marchar, partir¨¢ con muchos besos en las mejillas.
Y recordar¨¢ con particular cari?o los que recibi¨® en el Festival Grec. Primero en forma de valor, besos de arrojo de quienes participaron, pues cantar a Sisa qued¨® claro, en la noche del mi¨¦rcoles, que resulta dificil¨ªsimo, por no decir que imposible. O se cambia por completo el registro o se naufraga. Cari?osa, respetuosa y sutil fue tambi¨¦n la direcci¨®n musical de Gregori Ferrer (piano y teclados), al frente de un grupo de seis m¨²sicos m¨¢s (viol¨ªn, clarinete, violoncelo, guitarra, contrabajo y bater¨ªa) que dispusieron una alfombra ininterrumpida de m¨²sica bajo las gargantas de los int¨¦rpretes, que bordaron Malalts del cel, el ¨²ltimo disco publicado por Sisa y antesala de su discreto mutis art¨ªstico. Para tomar nota, otra muestra de respeto, esta por omisi¨®n: si en los homenajes resulta tediosa la verborrea admirativa hacia el homenajeado por innecesaria, repetitiva, previsible y blanda, aqu¨ª nadie dijo ni mu, nadie present¨® a nadie, nadie dijo qui¨¦n era, nadie abri¨® la boca para otra cosa que no fuese cantar, y, por no decir, ni se dieron las gracias tras los preceptivos aplausos, algunos de pura educaci¨®n. Todo fue tu¨¦tano bajo las bombillas que recreaban un envelat, el motocarro azul humeante que hac¨ªa juego con un ¨¢rbol seco de igual color y las mesitas que poblaban la escena, mesas de fiesta popular, no de cabaret.
En este sencillo dise?o no era preciso m¨¢s para dar claves del mundo de Sisa, un desfile de m¨²sica popular que comenzaba en bolero, pasaba por un vals, tomaba aires de pasodoble y se deshilachaba en esas baladas pre?adas de ternura y desamparo. Un ba?o de pesimismo esperanzado de quien se siente expulsado de un mundo a la deriva al que, pese a todo, se sigue mirando con ternura. Como en todos los homenajes, hubo de todo: quien cant¨® de pie, quien lo hizo sentado, quien no se sab¨ªa la letra, quien se not¨® que la cantaba cada d¨ªa en la ducha, quien se equivoc¨®, quien no afin¨®, quien impuso su estilo al repertorio y quien por ¨¦l paso de puntillas. Nada que objetar cuando la m¨¢xima es el cari?o, el respeto, la admiraci¨®n y la asunci¨®n de riesgos a los que nadie obliga. Adem¨¢s, casi todos los artistas participantes ten¨ªan algo de Sisa: Carab¨¦n, su compostura; Guillem Gisbert, su serio sentido del humor; Quimi, su punto gamberro; Tronco, el delicioso car¨¢cter na¨ªf; Maria Rod¨¦s, su intimismo; Tarta Relena, su capacidad de transformaci¨®n; Roger Mas, su veneraci¨®n por la palabra; Maria Arnal, su laica espiritualidad; Joan Garriga, el car¨¢cter popular; Queralt Lahoz, su determinaci¨®n; Julio Bustamante, su sol mediterr¨¢neo y Marina Rosell, haber compartido el escenario de la vida en parecidas coordenadas.
Malalts del cel no fue interpretado por Sisa en directo, pero no cabe decir que es su Sagrada Familia, pese a que otros lo han acabado por cantar. Las canciones pueden ser ef¨ªmeras y todas y cada una de las personas que aplaudieron las del disco, ampliadas con los bises de Coristes i numism¨¤tics y la citada La primera comuni¨®, se llevaron a casa sus conclusiones, y las peores en breve ser¨¢n olvidadas. Quedar¨¢ el cari?o, un cari?o que Sisa pudo sentir, y la convicci¨®n imborrable e imperecedera de que para cantar a Sisa y dar sentido a sus maravillosas letras tienes que ser Jaume Sisa: solo ¨¦l sabe cantarlas con esa singular impericia t¨¦cnica que convierte en magistrales sus interpretaciones.
Puedes seguir a EL PA?S Catalunya en Facebook y Twitter, o apuntarte aqu¨ª para recibir nuestra newsletter semanal
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.