Una confortable noche con Sting en la Costa Brava
El artista ingl¨¦s revis¨® sus cl¨¢sicos en el festival de Cap Roig
Ni en tiempos azorados y de extrav¨ªo falla, puntual como el ferrocarril japon¨¦s, sobrio como un luterano, y simp¨¢tico con el comedimiento del buen vendedor. Sting no enga?a, a menos que se le vaya a ver en un estado de confusi¨®n que busque lo que fue Sting. Gordon Matthew Thomas Sumner, envidiable tono f¨ªsico, carrocer¨ªa lustrosa, aspecto deportivo, brazos nervudos y ese cabello que amenaza con ausentarse desde Police y que a¨²n sigue ah¨ª, ya no es un jovencito al que pedir br¨ªo, dinamismo, sorpresas e intensidad, Gordon Matthew Thomas Sumner es un se?or que se ha tomado tan en serio ser un se?or ajeno al v¨¦rtigo y a lo imprevisto que su concierto en Calella de Palafrugell, con toda probabilidad casi calcado a los anteriores y a los que vendr¨¢n, fue una honorable visita a un cancionero petrificado que a¨²n le da vida. Y esa vida de auto homenaje es lo que parece contar m¨¢s para ¨¦l a sus setenta a?os, una vida sin sobresaltos art¨ªsticos, una hoja en el tramo m¨¢s pl¨¢cido del curso del r¨ªo a la que s¨®lo resta llegar al mar.
Noche de gala en el festival de Cap Roig, gala de vestidos de noche, brillos, bronceados y una cierta sensaci¨®n de negar por decreto el paso del tiempo sobre la piel. Lleno. Entradas a precio de noche de tiros largos con cierta sensaci¨®n de exclusividad. Temperatura deliciosa y puntualidad. Arranca Message In A Bottle y no se sabe muy bien si Sting es un caballero ajeno a la excitaci¨®n o es que est¨¢ hasta las narices de tocarla. Sonr¨ªe s¨ª, y como el hit no mueve casi nada en la platea, Sting la tiene que animar pidiendo que la pieza sea coreada y palmeada, lo que consigui¨® sin mover a la algarab¨ªa, el p¨²blico tambi¨¦n era caballeroso y educado. Sigue Englishman In New York y aqu¨ª s¨ª que se suspira mientras ¨¦l afirma en la letra que es m¨¢s de t¨¦ que de caf¨¦, y se remata el tr¨ªo inicial con Every Little Thing She Does Is Magic. Tres ¨¦xitos que han pasado sin mayor novedad y que dan la pauta de lo que ser¨¢ el concierto, un recital para evocar no como ¨¦ramos sino c¨®mo recordamos lo que su m¨²sica nos hizo sentir. Sin repetirlo.
Sus largas y delgadas piernas lo movieron por escena sin tener que parecerse a esos colegas de su edad que parecen puestos en marcha tras haber sido desembalsamados. No ha de lucir torsos desnudos, ni correr como un atleta vestido de trapecista, ¨¦l toma t¨¦ y es un se?or. Bien, su voz no es la de antes y adem¨¢s pareci¨® por momentos tenerla algo tocada y perder alguna afinaci¨®n, pero mejor no pensar en lo perdido por el camino cuando a¨²n se puede, si se desea, buscar. Sting no busca, simplemente resucita con arreglos de cocteler¨ªa un repertorio que fue brioso y agudo y ahora suena contenido y redondo, muy se?or, no sea conduzca a emociones desaconsejables. Nada objetable, la eterna juventud no deja de ser una promesa cient¨ªfica, aunque quiz¨¢s las bromas de Sting pod¨ªan ser menos t¨®picas y el espect¨¢culo algo m¨¢s ambicioso. A¨²n con todo, palabras en catal¨¢n y For Her Love cantada en un castellano que, eso s¨ª, hizo bueno a Nat King Cole.
El p¨²blico, tan respetuoso, elegante y contenido como Sting, manifestaba apego y alegr¨ªa cuando le eran exigidos por el propio Sting o por los miembros de su grupo. S¨®lo en Every Breath You Take se puso en pie de motu propio, oliendo el final del concierto tras otra tanda de Police cerrada con King Of Pain. En los bises una novedad, ya que She¡¯s Too Good For Me no hab¨ªa sonado con anterioridad en un repertorio, cerrado con Roxanne en versi¨®n extra larga y algo err¨¢tica y un Fragile para dejar suspiros suspendidos en el aire y los m¨®viles sin bater¨ªa. Una confortable noche en pret¨¦rito cerrada con dulzura. Hay que seguir viviendo.
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