Sting, de vuelta a las esencias
El m¨²sico abre el Universal Music Festival en el Teatro Real con un viaje a los aromas vigentes de The Police
Algunos se preguntar¨ªan mientras disfrutaban de Sting el mi¨¦rcoles en Madrid: ?Y tantas vueltas para qu¨¦? La inc¨®gnita crec¨ªa a medida que su sobrio espect¨¢culo avanzaba y todos comprob¨¢bamos que el m¨²sico el¨¢stico, heterog¨¦neo, flexible que ha sido siempre regresaba con cada tema a las esencias de The Police. Y lo hac¨ªa no solo en los temas que convirtieron en legendaria a la banda encargada de refrescar el pop a finales de los setenta, tambi¨¦n en sus nuevas canciones o en algunas de las antiguas, devueltas a los c¨¢nones de sus inicios.
?Melancol¨ªa a los 66 a?os bien plantados que lleva encima? ?Ganas de agradar a sus viejos fans? ?Rendici¨®n incondicional ante la evidencia de que aquellos cinco discos marcaron lo suficiente la historia del pop como para no seguir renegando de ellos? Todo a la vez, quiz¨¢s.
Pero el caso es que la sorpresa fue agradable y bienvenida, porque este Sting de 2017 regresa m¨¢s sabio, m¨¢s reposado, pero igual de en¨¦rgico y con ventajas sobre aquello. Una, que su baterista, Josh Freese, est¨¢ a la altura del m¨¢gico rubio Stewart Copland, pero la impronta de Dominic Miller a la guitarra en la actualidad supera con creces la del melifluo Andy Summers. Si a eso le unimos que la banda es un cruce generacional entre padres e hijos, la p¨®cima es curiosa. Sobre el escenario, acompa?an a estos tres portentos, Joe Summer a los coros, hijo de Sting, y Rufus Miller, guitarra al otro costado de su padre, Dominic.
?Y qu¨¦ hay del viaje? Desde que Sting diera la espantada y regresara a su esencia jazz con The dream of the blue turtles, pero sobre todo en vivo con aquella exhibici¨®n renovada que fue el deslumbrante Bring on the night, no ha dejado de buscar caminos certeros y tambi¨¦n de estamparse. Hubo una ¨¦poca en que desnud¨® sus cl¨¢sicos con una guitarra solo o los revir¨® de ritmo y esencias funkies, africanas y caribe?as. Se atolondr¨® en artificios como The summoner¡¯s tales y busc¨® esencias renacentistas de homenaje al cancionero ingl¨¦s del siglo XVI, en el raro If on a winter¡¯s tale, que sac¨® al mercado con el sello Deutsche Grammophon. La b¨²squeda desde entonces ha sido constante, a veces con voluntad de llegar a amplios p¨²blicos, y otras no tanto.
Hoy, quiz¨¢s cansado, quiz¨¢s ausente de los prejuicios que le hicieron echar el tranco a The Police, se enorgullece de sus ra¨ªces. Y no ha tenido mejor prueba para demostrarlo que la forma en la que aborda las viejas canciones en directo: con su base r¨ªtmica de partida y su ausencia de adornos. Retomando ese fascinante mestizaje que uni¨® desde Outlandos D¡¯Amour y Reggata de Blanc, los dos primeros discos, rock, ska, reggae, punk¡ Sumando aquel brillante canto del cisne que fue Syncrhonicyty y repartiendo raciones de un experimento arriesgado como Ghost in the machine.
Pero es que varios de los nuevos temas de su m¨¢s reciente trabajo, 57th & 9th, beben a conciencia de aquello. Aunque en el resultado queden destellos del profundo viaje en canciones como Great North Road, que abri¨® el concierto muy puntual, pasados minutos de las 21.30. Pronto lleg¨® la nostalgia bien empaquetada: en¨¦rgica y en dosis de contundencia y calidad, con toques de gusto propios del gran m¨²sico que es, como incorporar de ¨²nico teclado un preciso acorde¨®n. Entre lo m¨¢s destacado, aparte del repertorio policiaco que brill¨® con grandes ¨¦xitos como Message in a bottle, Walking on the moon, So lonely, Roxanne¡, piedras preciosas de su discograf¨ªa en solitario como Fragile, que cerr¨® el concierto, Englishman in New York, Mad about you, Fields of gold o una sobrecogedora Shape of my heart.
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