?Guerra contra Catalu?a?
Nadie puede negar la dur¨ªsima persecuci¨®n del catalanismo de todo tipo, pero es una manipulaci¨®n hist¨®rica deducir de ello que la guerra civil fue una guerra de Espa?a contra Catalu?a
Uno cree ingenuamente que hay asuntos tan evidentes que no har¨ªa falta volver otra vez sobre ellos. Pero nada, parece que sigue siendo necesario recordar que la guerra de 1936-39 empez¨® por un golpe de Estado militar, con apoyo de buena parte de la derecha, contra el gobierno republicano de izquierdas salido de las elecciones de febrero del 36. Un gobierno espa?ol. ?se era el objetivo principal de los golpistas, echar a la izquierda por la fuerza, una vez comprobado qu...
Uno cree ingenuamente que hay asuntos tan evidentes que no har¨ªa falta volver otra vez sobre ellos. Pero nada, parece que sigue siendo necesario recordar que la guerra de 1936-39 empez¨® por un golpe de Estado militar, con apoyo de buena parte de la derecha, contra el gobierno republicano de izquierdas salido de las elecciones de febrero del 36. Un gobierno espa?ol. ?se era el objetivo principal de los golpistas, echar a la izquierda por la fuerza, una vez comprobado que legalmente no hab¨ªan podido. El asalto empez¨® a imaginarse desde mucho antes, cuando se intuy¨® una futura victoria electoral de la izquierda. El propio Jos¨¦ Calvo Sotelo, l¨ªder de la derecha mon¨¢rquica, advirti¨® a Franco -jefe del Estado Mayor- de que, si iban a levantarse, no esperaran al resultado de las urnas, precisamente para evitar lo que quedaba claro: que era un golpe de la derecha al perder el poder.
Tras la victoria del Frente Popular arreciaron las conversaciones entre conspiradores. En ninguno de estos casos se hablaba de un levantamiento contra la Generalitat, sino contra el Gobierno central. El principal temor no era el separatismo, sino una supuesta amenaza comunista (pese a que, en ese momento, el Gobierno del Frente Popular s¨®lo lo formaban republicanos de izquierda moderada).
Llegado el momento del golpe militar, con el apoyo de la mayor parte de la derecha -y aqu¨ª se incluye un sector de la Lliga Regionalista, con Francesc Camb¨® como financiador-, los discursos y manifiestos hablan de terminar con ¡°la anarqu¨ªa¡± o la violencia revolucionaria y poner orden. El texto con el que el mismo Franco se suma al movimiento es una larga retah¨ªla de calamidades nacionales en el que s¨®lo dedica un par de l¨ªneas al ¡°desgarramiento territorial¡±. Meses despu¨¦s, en una conocida entrevista, afirmar¨¢: ¡°Salvar¨¦ a Espa?a del marxismo¡±, aunque le cueste fusilar a media Espa?a. No hay en esas palabras una alusi¨®n a una guerra de Espa?a contra Catalu?a.
L¨®gicamente, el proyecto anti-liberal, anti-laico, anti-izquierdista y anti-republicano de los insurrectos inclu¨ªa tambi¨¦n la idea de una Espa?a unitaria. La derecha espa?ola nunca ha sido partidaria de la descentralizaci¨®n, mucho menos de la autodeterminaci¨®n. Y nadie puede negar la dur¨ªsima persecuci¨®n del catalanismo de todo tipo. Pero es, m¨¢s que un reduccionismo, una manipulaci¨®n hist¨®rica deducir de ello que la guerra civil fue una guerra de Espa?a contra Catalu?a.
Cuando Quim Torra exig¨ªa que el Gobierno de Pedro S¨¢nchez pidiera perd¨®n por el fusilamiento de Companys, estaba olvidando que el president m¨¢rtir fue capturado por la Gestapo junto a Juli¨¢n Zugazagoitia, ex ministro del PSOE, el mismo partido de S¨¢nchez, y que ambos dirigentes republicanos fueron asesinados por la dictadura con semanas de diferencia. Por poner s¨®lo un ejemplo. Tan conocidas son las masacres de republicanos espa?oles -100 mil muertos lejos del frente hasta abril de 1939- que no hace falta reiterarlas. Como tampoco parece necesario recordar que, tras la ca¨ªda de Figueres, el 9 de febrero de 1939, la guerra sigui¨® en torno a Madrid, Valencia, Murcia, Albacete o Almer¨ªa, por poner algunos ejemplos. Demasiado obvio, demasiado triste tener que seguir insistiendo en ello.
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