El fin de la historia
La Diada transcurrir¨¢ con la manifiesta divisi¨®n del independentismo, que insiste en predicar suma y practicar resta
El permanente contacto con la actualidad global ayuda a percibir un paisaje sombr¨ªo. El pesimismo est¨¢ sobrevalorado y las advertencias de las adversidades que nos esperan apuntan a un apocalipsis permanente. A esto cabe a?adir a Mr. Murphy, el mejor aliado de los tiempos dif¨ªciles, cuya ley deja claro que todo lo que va mal puede empeorar.
Este ha sido el com¨²n denominador de las charlas durante los encuentros veraniegos. En un tono resignado parec¨ªa que aquellos buenos momentos de sosiego con familia y amigos fueran de despedida. Como si no hubiera esperanza se ha ido se?alando un horizonte amenazador, unas expectativas negativas, en un invierno fr¨ªo y una calefacci¨®n escasa.
Hace 30 a?os, Francis Fukuyama nos ilumin¨® con El fin de la historia y el ¨²ltimo hombre. Fue una aut¨¦ntica revoluci¨®n intelectual, a la vez que una provocaci¨®n para la ¨¦poca, presentar el final de la pugna ideol¨®gica que hab¨ªa dominado el mundo y anunciar que la felicidad democr¨¢tica ser¨ªa universal. Lo que empez¨® como art¨ªculo y acab¨® en libro fue escrito antes de la ca¨ªda del muro de Berl¨ªn y de la descomposici¨®n del supuesto imperio sovi¨¦tico que m¨¢s tarde descubrimos tan aparente como inane. Una profec¨ªa que se le discuti¨®, que fue negada por algunos hechos pero que tard¨ªamente pareci¨® que iba tomando cuerpo. Hasta que el neoliberalismo se pas¨® de la raya y empuj¨® al desencanto generalizado con el sistema que est¨¢ obligando a la pol¨ªtica a mirarse en su propio espejo para buscar respuestas a las m¨²ltiples demandas de la ciudadan¨ªa pero sin saber, de momento, c¨®mo actuar adecuadamente. Y as¨ª perseveran esperando descifrar la f¨®rmula que se les resiste por sus bloqueos electorales.
Esta semana se ha cumplido el quinto aniversario del famoso debate sobre las leyes de transitoriedad en el Parlamento de Catalu?a. El inicio del final. Para sus todav¨ªa defensores, una forma de poner las bases para la ruptura con un Estado que no les sirve. Para sus detractores, mayoritarios y ampliados por los posteriormente avergonzados, un salto in¨²til de la ley a la ley porque les falt¨® pasar por la ley para seguir los eficientes pasos de la transici¨®n espa?ola. Pero como para los irredentos aquella etapa es la base de todos los males y ya no esperan enmienda alguna, la unilateralidad es el ¨²nico camino.
En este escenario transcurrir¨¢ la Diada de domingo. Con la manifiesta divisi¨®n del independentismo que insiste en predicar suma y practicar resta, en simular cercan¨ªa y mantenerse lo suficientemente alejados los unos de los otros como para intentar que nos les confundan. Y lo curioso, casi divertido, es que quienes exigieron entonces seguir adelante y no ceder a las tentaciones de la prudencia ahora son los m¨¢s perseverantes en el conservadurismo anteriormente practicado por sus rivales. Y estos, herederos de ¨¦pocas anteriores, van anunciando el encendido de la mecha que tampoco van a prender.
Al no llegar al fin de su historia solo les queda enfrentarse a sus desencantados. Justificarse y hablarles claro. Como Fukuyama.
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