Un poco de luz para ¡®los nadies¡¯ de Barcelona
La fundaci¨®n Arrels recuerda con unas placas de cart¨®n a las 400 personas ¡®sin techo¡¯ que han muerto en la ciudad en los ¨²ltimos seis a?os
Puntuales, Jos¨¦ Mar¨ªa N¨²?ez, de 76 a?os, y Anna Maria Llobet, de 64 a?os, esperan en la residencia que la fundaci¨®n Arrels tiene para personas sin techo en Barcelona. El primero hace 15 a?os que acude como voluntario cada lunes, desde que se jubil¨® ¡°de la Bimbo¡±. Mientras aguarda, bromea con los usuarios del centro, que acoge a personas con necesidades urgentes, por salud, por edad, por a?os en la calle¡ Anna Maria es una de esas usuarias. ¡°Soy alcoh¨®lica¡±, resume, sobre el principal problema que la arrastr¨® a dormir al raso. Hac¨ªa 10 a?os que viv¨ªa en la calle cuando conoci¨® a los educadores de la fundaci¨®n, ahora lleva siete sobria, vive en un piso compartido de Arrels y come y cena en la residencia. La misi¨®n de ambos, un lunes cualquiera de octubre, es mantener vivo el recuerdo de personas sin techo que han muerto en Barcelona. En total, trabajadores, voluntarios y usuarios de Arrels han colgado 400 placas por toda la ciudad para los sin techo fallecidos en los ¨²ltimos seis a?os.
Lejos de la sofisticaci¨®n de los actos institucionales, la comitiva del lunes en el barrio de Poble-sec es familiar. Laia Vila, la responsable de la residencia de Arrels, enrola a todo aquel que se deja en la pegada de placas. La intenci¨®n es dejar el recuerdo colgado de cinco personas que ya no est¨¢n y que durmieron en las calles del barrio o en la propia residencia: Mohamed, Anna, Kisery, Vicente y Gis¨¨le.
La primera es Gis¨¨le, que falleci¨® en el puerto de Barcelona. Viv¨ªa al raso por ¨¦pocas, en el parque del Mirador de Montju?c. ¡°Nosotros no la conocimos¡±, explica Laia, mientras limpia la pared para colocar la placa de cart¨®n, sobria, donde consta su nombre, los 42 a?os que ten¨ªa cuando muri¨®, y una frase a recordar: ¡°Vivir en la calle mata¡±. Al final, dos hashtag: #nadiedurmiendoenlacalle #nadiesinrecuerdo. Y en medio, una peque?a bombilla que ilumina el recuerdo. Solitaria, Gis¨¨le se relacion¨® solo con educadores de calle, y en alguna ocasi¨®n us¨® el piso 0 de Arrels, un refugio nocturno para quienes no se adaptan a otras opciones habitacionales. En marzo, fue hallada muerta en el puerto y la conclusi¨®n de la investigaci¨®n es que se suicid¨®.
No muy lejos de ella, en el parque de Jardins de les Hortes de Sant Bertran, se cuelga la placa de Vicente. Laia, con una amplia sonrisa, recuerda c¨®mo de vez en cuando lo mandaban a los jardines a poner un poco de orden y limpiar los restos que dejaban varios amigos suyos tambi¨¦n sin techo. El propio Vicente, que desde 2016 estaba en Arrels, hab¨ªa dormido en el parque. ¡°Las vivi¨® de todos los colores¡±, asegura Laia, rememorando a Vicente, al que conoc¨ªan desde hac¨ªa dos d¨¦cadas. ¡°Muy intenso y muy querido¡±, recogen las notas internas de la fundaci¨®n sobre ¨¦l. Muri¨® con 64 a?os, por encima de la media de edad en la que fallecen las personas que han vivido en la calle en Barcelona: 55 a?os.
La placa de Kisery luce en la calle de Albareda, colocada con esmero, buscando el resguardo de la lluvia. El Ayuntamiento no permite nada que suponga una intervenci¨®n en el mobiliario urbano, as¨ª que se conforman con los austeros recuerdos de cart¨®n. ¡°No sab¨ªamos qu¨¦ idioma hablaba, no sab¨ªamos nada de su vida¡±, cuenta Laia. Y eso que vivi¨® muchos a?os en la residencia de Arrels, donde jug¨® con persistencia a las damas. Pocos d¨ªas despu¨¦s de cumplir los 69, falleci¨®. Con seis a?os menos, 62, muri¨® Mohamed, cuya placa afianza con esmero Laia. Conocido como Mit, vivi¨® m¨¢s de 25 a?os en la calle. Ahora resid¨ªa con Arrels, donde ten¨ªa seducidas a todas las trabajadoras. ¡°Era un gentleman¡±, ser r¨ªe Laia.
En la puerta de la residencia, se guarda un sitio especial para Anna. Su caso conmocion¨® a todos los que all¨ª viven. La noche del 8 de diciembre de 2019, ya no volvi¨® a dormir. Lo siguiente que supieron de ella es que hab¨ªa aparecido asesinada, con la mitad del cuerpo en los bajos del remolque de un cami¨®n. ¡°Y todav¨ªa no sabemos qu¨¦ pas¨®¡±, lamenta Laia, conteni¨¦ndose. Tres a?os despu¨¦s, se sigue sin saber qui¨¦n mat¨® a Anna, de 46 a?os, una amante de la danza.
Al final del breve recorrido, de poco m¨¢s de una hora, Laia se emociona. ¡°Estoy tonta¡±, se excusa. Jos¨¦ Mar¨ªa se despide r¨¢pido, que a¨²n le queda un trecho hasta Cornell¨¤, donde vive. ¡°Lo malo es que se mueren de golpe¡±, se emociona tambi¨¦n, mientras aprieta el paso hacia el metro. Anna Maria se ofrece para responder cualquier pregunta, para contar por qu¨¦ un d¨ªa dej¨® de tener una vida normal y acab¨® en la calle, engrosando, en palabras del escritor Galeano, el grupo de los ¡°Los nadies¡±: ¡°Los hijos de nadie, los due?os de nada. Los nadies: los ningunos, los ninguneados, corriendo la liebre, muriendo la vida, jodidos, rejodidos¡±. Ayer la fundaci¨®n los record¨® en su acto anual a los 80 que murieron el a?o pasado en Barcelona, donde 1.200 personas viven en la calle.
Puedes seguir a EL PA?S Catalunya en Facebook y Twitter, o apuntarte aqu¨ª para recibir nuestra newsletter semanal
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.