Guarder¨ªas rurales contra la despoblaci¨®n: ¡°Si la escuela cierra, el pueblo muere¡±
Este curso han abierto 52 escuelas infantiles en peque?os municipios con el objetivo de atraer a familias hacia zonas poco pobladas
Tanit, de 18 meses, merodea de un lado a otro del aula. Est¨¢ contenta: le gusta la m¨²sica y hoy toca M¨²sica. Agarra fuerte unas claves de madera mientras escucha, junto a otros ni?os, las canciones que va reproduciendo la maestra. Tanit pertenece a las Semillas -as¨ª es como han bautizado a su grupo de la guarder¨ªa-, pero crecer¨¢ y pasar¨¢ a las Flores -el nombre del grupo de infantil de segundo ciclo-, hasta los Frutos -primaria-. Pero esta semilla va m¨¢s all¨¢ del simple crecimiento personal. Tanit es una de los tres alumnos que este curso han estrenado la escuela infantil rural de Pin¨®s (Solson¨¨s, Lleida), una apuesta para asegurar el futuro del centro de primaria y de todo el municipio.
La guarder¨ªa de Pin¨®s forma parte del conjunto de 52 escuelas infantiles rurales que en septiembre abrieron las puertas como mecanismo para luchar contra la despoblaci¨®n. La Generalitat ha firmado un convenio con los ayuntamientos para que estos solo deban asumir 5.000 euros anuales, de los 30.000 que cuesta mantener uno de estos centros. Con esta iniciativa, 122 municipios con menos de 2.500 habitantes ya cuentan con una guarder¨ªa propia, lo que evita que sus vecinos tengan que hacer largos trayectos para escolarizar a sus hijos.
¡°Es una oportunidad ¨²nica. La escuela de Pin¨®s la tenemos a 10 minutos, si no tendr¨ªamos que recorrer 30 minutos. Ya hab¨ªamos pensado en ir a Tor¨¤ o Solsona, pero cuando nos enteramos de que abr¨ªa aqu¨ª nos alegramos. Es un regalo¡±, asegura Susanna, madre de Antoni, de 21 meses, y compa?ero de Tanit. Esta familia, como otras que se ganan la vida con la tierra y los animales, no se plantean marcharse, pero la escuela les facilita mucho la vida y, adem¨¢s, puede ser un polo de atracci¨®n para futuros residentes.
Pin¨®s -en la comarca del Solson¨¨s, una de las que padecen mayor despoblaci¨®n- cuenta con 300 habitantes; 500 con las segundas residencias. Aqu¨ª presumen de estar ubicados justo en el centro geogr¨¢fico de Catalu?a, y as¨ª lo acredita una rosa de los vientos ubicada cerca de otro de los reclamos tur¨ªsticos, como es un hostal centenario ¡°que en 2024 celebrar¨¢ los 500 a?os abierto ininterrumpidamente¡±, asegura orgulloso el alcalde, Xavier Vilalta. A principios del siglo XX llegaron a los 1.200 parroquianos, pero la modernidad provoc¨®, por un lado, un ¨¦xodo hacia las f¨¢bricas y, por otro, la sustituci¨®n de manos en el campo por maquinaria. Despu¨¦s de vaciarse paulatinamente durante d¨¦cadas, hace ya varios a?os que el municipio no pierde poblaci¨®n. ¡°Creo que hemos tocado fondo. Pero si la gente no se puede ganar la vida, se marchar¨¢¡±, a?ade el edil.
De momento, han crecido ligeramente gracias a dos nuevas familias que se establecieron con la pandemia. Pero el objetivo del alcalde es encontrar ocupantes para todas las casas abandonadas del pueblo -un 20% del total-. Para lograrlo, el municipio forma parte de la iniciativa Repoblem, que ofrece facilidades a personas y familias que quieran establecerse en los municipios m¨¢s despoblados. En el marco de este programa, el Ayuntamiento de Pin¨®s est¨¢ rehabilitando dos casas que pondr¨¢ en alquiler a un precio bajo para familias con ni?os; de momento ya tienen una lista de un centenar de interesados. Y aqu¨ª, la escuela es clave.
¡°La escuela es un atractivo m¨¢s y un servicio vital¡±, resume el alcalde, quien vivi¨® a mediados de los 80 del siglo pasado el cierre de la que hab¨ªa sido su escuela, en Vallmanya, uno de los cinco n¨²cleos de poblaci¨®n, muy disgregados, que forman Pin¨®s. El Ayuntamiento ha batallado para contar este a?o con una guarder¨ªa, instalada junto a la escuela Ard¨¨vol.
Tanit, junto a dos compa?eros m¨¢s, han estrenado la escuela infantil y ayudan a hacer crecer la comunidad que forman los 12 alumnos del colegio de primaria. Como es una escuela rural, aqu¨ª no est¨¢n todos los cursos, y se mezclan edades. Los de la guarder¨ªa lo hacen con el resto de los alumnos de infantil (hasta seis a?os). En esos momentos, son seis. ¡°Es muy bonito porque se ayudan los unos a los otros. Los peque?os aprenden h¨¢bitos y rutinas, mientras que los grandes [los de tres a seis a?os] dejan por un momento de ser los peque?os de la escuela para ser los grandes de la clase, hacen de modelos y aprenden a ser m¨¢s responsables y aut¨®nomos, y a cuidar y ayudar a los dem¨¢s¡±, explica la directora Cat Benavides.
Pero tambi¨¦n tienen sus instantes para estar en su aula, un m¨®dulo prefabricado que se ha instalado en la plaza del pueblo. ¡°Cada alumno tiene sus necesidades y los de Infantil-5 tienen que leer y escribir porque el a?o que viene empiezan primaria, pero est¨¢n con otros ni?os que apenas saben hablar, as¨ª que a ratos necesitan estar separados¡±, comenta la directora, mientras los mayores practican la geometr¨ªa con la mesa de luz o juegos de madera, a la vez que los peque?os reciben sus primeras nociones matem¨¢ticas con el cuento de Los tres cerditos.
La directora admite que integrar la guarder¨ªa ¡°no ha sido f¨¢cil¡± por la reorganizaci¨®n del personal, de las actividades y la adaptaci¨®n de los espacios. ¡°Ha supuesto mucho trabajo, pero es necesario, de ella depende el futuro de toda la escuela¡±. Sin la guarder¨ªa, algunas familias se quedan los ni?os en casa, pero otras los llevan a centros de Tor¨¤ o Calaf. ¡°Pero corres el riesgo que despu¨¦s esos alumnos contin¨²en en las escuelas de all¨ª, y esto pone en riesgo nuestra continuidad¡±, admite Benavides. La directora espera que el nuevo parvulario suponga un revulsivo. ¡°La gente joven se tiene que quedar. Si la escuela cierra, el pueblo muere¡±.
La maestra defiende que la escuela tiene que abrirse al pueblo, crear sinergias y comunidad con los vecinos, as¨ª que organizan actividades o espect¨¢culos abiertos a todo el municipio. Tambi¨¦n se comparten espacios, de modo que la plaza del pueblo se convierte en el patio de la escuela o el comedor est¨¢ en el restaurante ubicado frente al centro.
El silencio de las pocas calles solo se rompe con las canciones de Navidad que ensayan los alumnos de primaria, y que se escapan por las ventanas para mezclarse con el olor a brasa del fuego que calienta el restaurante, esperando a los ni?os. Llega el mediod¨ªa. A las 13.30, los alumnos salen de la escuela y cruzan para ir a comer. Un momento breve en que sus risas rompen la soledad de las calles. ¡°La escuela llena de vida el pueblo¡±, remata el alcalde.
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