El ocaso de F¨¨lix Millet en prisi¨®n: peleado con su ¡®socio¡¯, aislado en la celda y sin arrepentirse
El expresidente del Palau de la M¨²sica, al que la Generalitat acaba de conceder el tercer grado, necesita ayuda para todo y apenas se relaciona con funcionarios y presos
F¨¨lix Millet lleg¨® a prisi¨®n en ambulancia y todo apunta a que la abandonar¨¢ del mismo modo, rumbo a una residencia de ancianos en Cardedeu (Barcelona), a solo 12 kil¨®metros de la que fue su mansi¨®n, en l¡¯Ametlla del Vall¨¨s, reformada a lo grande con dinero ajeno. El geri¨¢trico parece el destino final del saqueador confeso del Palau, que mientras tanto sigue cumpliendo condena ¡ªlleva casi dos a?os y medio en prisi¨®n¡ª por el expolio. La Generalitat acaba de concederle, por razones ¡°humanitarias¡±, el tercer grado penitenciario, lo que en teor¨ªa le permite salir todos los d¨ªas de la c¨¢rcel y regresar solo, de lunes a jueves, para dormir. Pero Millet, que tiene 86 a?os y seg¨²n la resoluci¨®n del Govern sufre una patolog¨ªa ¡°grave e incurable¡±, no est¨¢ por ahora en condiciones de aprovechar el aire fresco. Permanece en el hospital penitenciario de Terrassa, despu¨¦s de unas ¨²ltimas semanas en las que su deterioro f¨ªsico y cognitivo se ha acentuado.
La c¨¢rcel le lleg¨® tarde a Millet, cuando ya no era ni la sombra del hombre arrogante y poderoso que manej¨®, durante a?os, los hilos y la caja de una de las instituciones culturales m¨¢s emblem¨¢ticas de Catalu?a, el Palau de la M¨²sica, y que se movi¨® como pez en el agua en la esfera pol¨ªtica. El 25 de junio de 2020, una vez que el Tribunal Supremo confirm¨® la pena de nueve a?os y ocho meses por el caso Palau y agotados todos los recursos (incluida una petici¨®n de indulto fallida), Millet ingres¨® en el centro penitenciario de Brians 2. All¨ª, en el m¨®dulo de enfermer¨ªa, ha pasado dos a?os y cuatro meses, sin que ni su edad ni su estado de salud le hubieran reportado, hasta ahora, la obtenci¨®n de la semilibertad: forma parte del 0,2% de internos octogenarios en las c¨¢rceles catalanas, seg¨²n datos de la Generalitat.
EL PA?S ha reconstruido el paso de Millet por la c¨¢rcel a trav¨¦s del relato de personas que han seguido su trayectoria penitenciaria y de documentos judiciales, como un auto del pasado enero en el que, por en¨¦sima vez, se le denegaba el tercer grado porque, pese a todo, segu¨ªa sinti¨¦ndose ¡°impune¡± y sin asumir su responsabilidad. Sigui¨® hasta en dos ocasiones, sin ¨¦xito, un programa para el tratamiento de los delitos de corrupci¨®n (Para y piensa) que no le sirvi¨® de mucho: est¨¢ siendo investigado por ocultar, presuntamente, bienes muebles y el cobro de alquileres para evitar resarcir al Palau. ¡°Ya en la celda, segu¨ªa diciendo que eso era lo habitual de la ¨¦poca, que as¨ª funcionaban las cosas¡±, explican estas fuentes. ¡°Dec¨ªa que la culpa era de Converg¨¨ncia [el caso destap¨® el pago de comisiones ilegales millonarias de una constructora al partido nacionalista a trav¨¦s del Palau], que era culpa de Montull¡¡±.
Jordi Montull fue administrador del Palau, mano derecha de Millet y compa?ero en el saqueo del coliseo modernista, un expolio cifrado en 23 millones de euros (solo se ha recuperado la mitad) y que les permiti¨® a ellos y a sus familias disfrutar, entre otros placeres, de viajes ex¨®ticos por medio mundo. En el juicio, celebrado en 2017, ocho a?os despu¨¦s de que el fiscal ordenara el hist¨®rico registro del Palau, ambos confesaron la financiaci¨®n ilegal del partido de Jordi Pujol, para lograr una rebaja de la pena. Pero algo se rompi¨® entre ellos y, cuando en 2020 ingresaron en Brians 2, ni se hablaban. El enfrentamiento silencioso de los dos ancianos ha sido la comidilla de los funcionarios de la prisi¨®n. ¡°Montull sufr¨ªa porque, si no pagaba, su hija iba a entrar en la c¨¢rcel, y se quejaba de que Millet no le ayudaba. Hablaban mal el uno a las espaldas del otro. Y, cuando se cruzaban en los pasillos, ni se saludaban¡±, cuentan. La relaci¨®n se deterior¨® a¨²n m¨¢s cuando, en septiembre de 2021, en una decisi¨®n cargada de pol¨¦mica, el Departamento de Justicia concedi¨® a Montull el tercer grado que entonces negaba a Millet.
La vida de un anciano en el m¨®dulo de enfermer¨ªa de una prisi¨®n est¨¢ plagada de dificultades. M¨¢s a¨²n cuando uno se desplaza en silla de ruedas, como Millet, y necesita ayuda para todo. El expresidente del Palau cont¨® con el apoyo de presos de confianza que, a cambio de una remuneraci¨®n, le asist¨ªan (a ¨¦l y a otros presos) en las tareas del d¨ªa a d¨ªa, seg¨²n fuentes de la c¨¢rcel. ¡°F¨¨lix no est¨¢ para relacionarse con nadie ni para hacer vida social. Ve muy mal y apenas oye, est¨¢ muy limitado¡±, asegura su entorno. Diversos trabajadores a?aden que, adem¨¢s, la familia Millet pagaba de su bolsillo los servicios de un compa?ero de celda que ¡°estaba a su disposici¨®n las 24 horas¡±: ¡°Le sub¨ªa y bajaba de la silla, le daba agua, le acercaba el papel higi¨¦nico o le acompa?aba al patio a fumar¡±.
Un fumador en el m¨®dulo
La prisi¨®n tampoco ha quitado a Millet la adicci¨®n a la nicotina. ¡°Intentaba fumar a escondidas en el ba?o¡±, apuntan estas fuentes. ¡°?l lo que quer¨ªa era estar encerrado en la celda. Y si no, estaba en la sala de d¨ªa o con su tabaco, leyendo alg¨²n libro o mirando la tele. Rutinas, las justas¡±, explican. Tampoco cultiv¨® una relaci¨®n especial con los funcionarios ni con otros presos, a los que no dej¨® buena impresi¨®n durante su primer y brev¨ªsimo paso por la c¨¢rcel (13 d¨ªas) en 2015, a prop¨®sito de unas irregularidades urban¨ªsticas que se investigaban al margen del caso Palau: cuando sali¨®, Millet se llev¨® a casa un televisor rudimentario que hab¨ªa comprado en el economato de la prisi¨®n por 150 euros, en lugar de dejarlo, como mandan los c¨®digos no escritos de la c¨¢rcel, a disposici¨®n del resto de presos. En febrero de 2018, despu¨¦s de que la Audiencia de Barcelona dictara sentencia, tuvo que volver a abandonar temporalmente su mansi¨®n de l¡¯Ametlla para ingresar (un mes) en prisi¨®n preventiva, hasta que pag¨® una fianza de 400.000 euros.
Aislado en su mundo, ha recibido en esta etapa de cumplimiento de la pena (de junio de 2020 a octubre de 2022) pocas visitas del exterior: las de su abogado y, en contadas ocasiones, las de una de sus hijas, que vive en Estados Unidos y que le vio por ¨²ltima vez el pasado septiembre, cuando ya observ¨® un empeoramiento preocupante, con s¨ªntomas de demencia. Adem¨¢s de los problemas de movilidad, Millet sufre diabetes e insuficiencia renal y ha tenido que ser trasladado ¡°dos o tres veces¡± al hospital penitenciario, en una ocasi¨®n por una neumon¨ªa.
El ¨²ltimo ingreso en el hospital de Terrassa, hace m¨¢s de un mes, le mantiene todav¨ªa all¨ª y es el que ha conducido a la concesi¨®n del tercer grado por motivos humanitarios, una decisi¨®n que la Fiscal¨ªa estudia recurrir. Los funcionarios tambi¨¦n han observado ese deterioro, que ni siquiera la perspectiva de salir ha revertido. Cuando le dijeron que, a partir de octubre, podr¨ªa obtener permisos penitenciarios, pregunt¨®: ¡°?He de volver? Quiero salir para no tener que volver nunca m¨¢s¡±.
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