¡®Frenteadoras¡¯: las mujeres con hijos que usan las mafias de la ocupaci¨®n para apropiarse de viviendas
Un grupo criminal utiliz¨® a menores para aparentar vulnerabilidad: ¡°Que ponga a los ni?os delante de la puerta a llorar¡±
Hay delitos en los que la frontera entre ser v¨ªctima o victimario es muy delgada. Las mulas transportan droga en sus cuerpos desde pa¨ªses lejanos y son detenidas en los aeropuertos por narcotr¨¢fico. Pero si alguien se ha aprovechado de su vulnerabilidad para cargarlas con el estupefaciente pueden ser consideradas v¨ªctimas y resultar absueltas (as¨ª lo recoge ya alguna sentencia). Las mujeres explotadas sexualmente son v¨ªctimas de un delito contra la libertad sexual, pero si se integran en la organizaci¨®n y acaban como controladoras de otras mujeres prostituidas, pueden ser condenadas por esa misma categor¨ªa penal. En las ocupaciones de viviendas, esa l¨ªnea es a¨²n m¨¢s fina, a veces casi imperceptible, y tambi¨¦n aqu¨ª son las mujeres las que quedan a menudo con un pie a cada lado.
La mafia de la ocupaci¨®n desarticulada por los Mossos en Barcelona contaba con un arma imprescindible: las frenteadoras, mujeres que, una vez derribada la puerta, se encierran dos o tres d¨ªas en el piso con ni?os menores de edad para simular una situaci¨®n de desamparo y disminuir as¨ª el riesgo de un desalojo expr¨¦s. En jerga, frentear es ¡°hacer frente a una situaci¨®n de riesgo¡±, se?ala la polic¨ªa. Cinco de esas mujeres forman parte de los detenidos en noviembre por ocupar desde 2020 decenas de viviendas en Barcelona y L¡¯Hospitalet, la mayor¨ªa propiedad de bancos y fondos de inversi¨®n.
El sumario del caso Squatter, al que ha accedido EL PA?S, considera a estas mujeres parte de la organizaci¨®n criminal. Eran conscientes de lo que hac¨ªan y cobraban por ello, si bien ¡°cantidades irrisorias¡± en comparaci¨®n con la que ganaban los presuntos l¨ªderes de la banda, los hermanos colombianos Plinio C. y Jos¨¦ C. Estos, seg¨²n la investigaci¨®n, alquilaban y ¡°vend¨ªan¡± los pisos o negociaban compensaciones con los propietarios a cambio de abandonarlos. El caso naci¨® cuando los agentes comprobaron que la clasificaci¨®n de denunciados por usurpaci¨®n de vivienda en el barrio de Sants estaba copada por mujeres colombianas.
Juana N., de 21 a?os y procedente de Ibagu¨¦ (Colombia), ha sido identificada en seis ocupaciones desde 2019. Cuando los Mossos llegaban al piso reci¨¦n ocupado ¡ªbien porque se activaba la alarma, bien porque los vecinos denunciaban¡ª su relato siempre era el mismo: que llevaba ¡°tres d¨ªas¡± all¨ª con sus hijos menores, que no se marchar¨ªa y que hab¨ªa sido ¡°v¨ªctima de una estafa¡±. Un ¡°cubano¡± del que no sab¨ªa dar m¨¢s se?as le hab¨ªa ofrecido el piso por 1.700 euros. Aunque Juana N. no lleg¨® a ser detenida, la polic¨ªa ve sus explicaciones ¡°m¨¢s que sospechosas¡± y subraya que ¡°nunca denunci¨®¡± la aparente estafa pese a su supuesta existencia precaria.
Las frenteadoras integradas en el grupo criminal saben cu¨¢l es su tarea. Cuando los hermanos Plinio y Jos¨¦ abren el piso y cambian la cerradura, ellas ya est¨¢n all¨ª, ¡°acompa?adas de menores que utilizan en caso de presencia policial para hacer creer que est¨¢n en situaci¨®n de grave vulnerabilidad¡±. Durante los dos primeros d¨ªas, lo m¨¢s probable es que sean identificadas y ¡°constar¨¢n como las personas que han cometido el delito de usurpaci¨®n¡±. Pasados unos d¨ªas, abandonan el piso, que queda a disposici¨®n de los jefes para su venta o alquiler. Cobran por su presencia y por llevar a los menores. ¡°Los ni?os m¨¢s peque?os son los m¨¢s caros¡±, subraya la polic¨ªa.
Sonia G., es una de las m¨¢s activas y busca a otras mujeres para frentear. El 24 de agosto de 2022, Tatiana G. la llama para decirle que acaba de llegar al piso ocupado con un ni?o y que se ha presentado un vigilante de Securitas. Sonia le da indicaciones precisas por tel¨¦fono: le dice que no abra la puerta ¡°por nada del mundo¡±, le recuerda que el vigilante ¡°no tiene derecho ni a tocar la puerta¡± y la anima a contar que la han estafado. Una vez que la polic¨ªa llega al piso, en L¡¯Hospitalet, ambas mujeres vuelven a hablar por tel¨¦fono. Sonia le dice que puede estar tranquila porque ahora ¡°ya no la echar¨¢n¡± y que el proceso judicial ¡°tarda un a?o¡±.
¡°Les di mis ahorros¡±
La investigaci¨®n judicial recoge casos de mujeres que se prestan a frentear porque necesitan una vivienda. Ese ¨²ltimo eslab¨®n, el de los inquilinos, es el m¨¢s d¨¦bil. Algunos de ellos, sugieren los Mossos, ¡°podr¨ªan llegar a desconocer la ocupaci¨®n il¨ªcita del inmueble¡±. Pese a ser v¨ªctimas de estafa, no denuncian: la comunidad colombiana de Barcelona no es tan grande y ¡°tienen miedo a represalias aqu¨ª o en su pa¨ªs¡±. Al final, como todas las mafias, esta tambi¨¦n ¡°se aprovecha de personas que en algunos casos est¨¢n en situaci¨®n de vulnerabilidad¡±, dice la polic¨ªa.
As¨ª se encontraba Yenny Paola G., de 39 a?os, cuando lleg¨® a Espa?a en 2019 con dos hijas. ¡°Les dimos todos los ahorros que ten¨ªamos a unos propietarios que resulta que no lo eran¡±, explica a este diario. Yenny admite que, m¨¢s tarde, supo que el piso estaba ocupado, pero sigui¨® viviendo all¨ª porque no ten¨ªa otro lugar adonde ir. ¡°Sin papeles, sin posibilidad de trabajar, acced¨ª a seguir pagando¡±, cuenta.
A Yessica C., prima de los dos l¨ªderes del grupo, le ocurri¨® algo parecido. Lleg¨® a Espa?a en diciembre de 2021 con sus tres hijos, dos gemelas de 10 a?os y un ni?o de nueve. Intent¨® ocupar, con ayuda de los primos, un piso cerca de la Ciudad de la Justicia, pero no sali¨® bien. Pas¨® cuatro meses en un piso social. Hasta que encontr¨® en un parque a Adriana R. (una de las detenidas), que le ofreci¨® instalarse en una habitaci¨®n en la calle de Sant Baltasar de Barcelona gratis y sin pagar luz, agua ni gas. Ten¨ªa que aceptarlo porque ¡°limpiaba ocasionalmente en domicilios dos d¨ªas a la semana¡± y cobraba 50 euros por semana.
En su declaraci¨®n ante los Mossos como testigo, Yessica C. admiti¨® por qu¨¦ no pagaba: fue frenteadora ocasional. ¡°Me han utilizado para ir a un piso que hab¨ªan ocupado y evitar que la patrulla pudiese desocupar la vivienda¡±, dice en alusi¨®n a una ocupaci¨®n frustrada de una vivienda en la calle Montseny de L¡¯Hospitalet, en septiembre de 2022. Cuando llegaron los Mossos, Yessica C. explic¨® que hab¨ªa pagado 1.500 euros. Horas antes, los hermanos hab¨ªan hablado por tel¨¦fono: la ocupaci¨®n deb¨ªa ejecutarse a las 5.00, aprovechando ¡°el cambio de turno¡± policial, y romper la alarma enseguida. Si llegaba la polic¨ªa, la estrategia era jugar la baza de los menores: ¡°Que ponga a los ni?os delante de la puerta a llorar y que lo grabe todo con el tel¨¦fono m¨®vil¡±.
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