Corrupci¨®n: los sospechosos salpican
Los m¨¢s de 5.000 jueces de las sospechosas confidencias del presidente de la Audiencia Nacional Jos¨¦ Ram¨®n Navarro no son culpables, pero est¨¢n injustamente salpicados por el desprestigio de las sospechas
Las sospechas de corrupci¨®n preceden a su descubrimiento como los nubarrones a las tormentas. Cuando esas sospechas recaen sobre miembros relevantes de un grupo humano, sea instituci¨®n, corporaci¨®n, partido, profesi¨®n, o familia, las sospechas comprometen al grupo. Mucha gente cree que todos conocen las fechor¨ªas de los sospechosos, o al menos las toleran, las suponen, o las silencian. Dicen: ¡°Son todos iguales¡±. Cuando el responsable aprovecha su jerarqu¨ªa o superioridad en el colectivo o act¨²a utilizando a sus miembros, implica a estos como colaboradores m¨¢s o menos voluntarios. Y salpica a todo su grupo.
Un ejemplo reciente: los sospechosos mensajes de WhatsApp cruzados durante el a?o 2019 entre el presidente de la Audiencia Nacional (AN) Jos¨¦ Ram¨®n Navarro y Francisco Mart¨ªnez, que hab¨ªa sido secretario de Estado de Interior con el ministro Fern¨¢ndez D¨ªaz, ambos implicados en la trama delictiva policial para favorecer al PP (operaci¨®n Kitchen). Mart¨ªnez ped¨ªa insistentemente informaci¨®n y ayuda judicial sobre el proceso que le afecta, que estaba en fase de secreto sumarial. Navarro promete d¨¢rsela. Su cautela en sus mensajes es palmaria, pero le invita a cenar en casa. Cabe sospechar que en esa conversaci¨®n dom¨¦stica, ¨ªntima e indemostrable, pudo explayarse en informaciones irregulares con datos procesales secretos obtenidos del juzgado con la necesaria complicidad, intencionada o irresponsable, de los jueces correspondientes. La sospecha clamorosa que recae sobre el presidente dif¨ªcilmente le acarrear¨¢ responsabilidades por falta de pruebas, pero implica directamente a esos jueces. Y adem¨¢s salpica a toda la judicatura.
Otro ejemplo reciente: el FC Barcelona pagaba a Enr¨ªquez Negreira mientras fue vicepresidente del Comit¨¦ T¨¦cnico de ?rbitros (CTA). Los datos fueron descubiertos por la Agencia Tributaria que, como es preceptivo, los remiti¨® a la fiscal¨ªa. La investigaci¨®n progres¨® y ha sido judicializada. Cobr¨®, seg¨²n las noticias, casi siete millones de euros mientras ejerc¨ªa funciones jer¨¢rquicas sobre el colectivo arbitral, diciendo que fue para conseguir que los ¨¢rbitros ¡°no perjudicaran al club¡±. Lo mismo que dicen los g¨¢nsteres cuando exigen contraprestaci¨®n por una supuesta protecci¨®n. Pero con una diferencia esencial: no consta que los directivos pagaran coaccionados por amenazas de Negreira. Ni que este les estafara cobr¨¢ndoles, a?o tras a?o, hasta siete millones de euros, sin intenci¨®n de cumplir su compromiso, y sin que los directivos, que no son ingenuos, le pagaran sin percibir el enga?o.
Las sospechas, ahora ya indicios, sugieren que hubo un acuerdo libre para que el vicepresidente del CTA consiguiera que los ¨¢rbitros favorecieran intencionadamente al club con decisiones incorrectas. Y eso constituir¨ªa un delito de corrupci¨®n en el deporte, introducido en el c¨®digo penal en 2010, imputable a Negreira y a los ¨¢rbitros que hubieran accedido a sus ilegales proposiciones, a los directivos que pagaron por ello y al club como persona jur¨ªdica responsable. Pero ni el conjunto del colegio arbitral ni los 143.000 socios del Bar?a son culpables. Como no lo son los m¨¢s de 5.000 jueces y juezas de las sospechosas confidencias de Navarro. No son iguales. Pero est¨¢n injustamente salpicados por el irreversible desprestigio de las sospechas.
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