Cinco balazos y tres secuestros: el ¡°plan premeditado¡± del pistolero de Canovelles que mat¨® a un instructor de tiro
EL PA?S reconstruye las 14 horas en las que Roger L¨®pez mat¨® a un hombre, dispar¨® a otro y rapt¨® a cinco personas en una huida de pel¨ªcula desde Barcelona a Murcia
Es f¨¢cil predecir el futuro cuando ya ha ocurrido. El caso es que, dos semanas antes de matar a un hombre en el club de tiro de precisi¨®n de Canovelles (Barcelona), Roger L¨®pez dio muestras de que era un tipo peligroso. El due?o del bar de las instalaciones le recrimin¨® la costumbre de usar las galer¨ªas de tiro fuera del horario, seg¨²n contar¨¢ ¨¦l mismo a los Mossos d¡¯Esquadra en la investigaci¨®n del asesinato. Roger, de 20 a?os y una gran impulsividad, reaccion¨® de forma agresiva. Ese d¨ªa, sin embargo, no estaba armado. Un socio trat¨® de calmarlo y le acompa?¨® a la mesa donde estaba su padre, Gerard L¨®pez. El hombre se levant¨®, pag¨® las consumiciones y sali¨® en defensa de su hijo, insultando al due?o del bar. Cuando este dijo que notificar¨ªa al club lo ocurrido, el padre le amenaz¨®: ¡°Si pones alguna queja contra nosotros, tendr¨¢s un problema personal y vendr¨¦ a por ti¡±.
Si lo ocurrido en el bar pes¨® o no en el ¨¢nimo de Roger la tarde del 8 de abril de 2023 es algo que la investigaci¨®n no ha podido aclarar. Pero lo que el fiscal F¨¦lix Mart¨ªn tiene claro es que los cinco disparos con los que mat¨® a un trabajador del club no fueron fruto de una reacci¨®n airada o de un arrebato incontrolable. El chico lleg¨® a las 18.30 al club, del que era socio, ¡°en el contexto de un plan criminal que previamente hab¨ªa elaborado y para el cual necesitaba tener en su poder armas de fuego¡±, seg¨²n la imputaci¨®n de hechos a la que ha accedido EL PA?S. Roger, que dispon¨ªa de licencia de armas, solicit¨® en la galer¨ªa una pistola semiautom¨¢tica y se dirigi¨® a la cabina n¨²mero 2, donde estuvo disparando ¡°con la finalidad de fingir su verdadero prop¨®sito¡±: matar, no al due?o del bar, sino al gerente del local.
A los pocos minutos de empezar a practicar, Roger pidi¨® que le cambiaran el arma por otras dos: un rev¨®lver Smith & Wesson, con una caja de munici¨®n de 50 cartuchos, y una pistola semiautom¨¢tica Daewoo, con 50 cartuchos m¨¢s. Jorge A., el encargado del local y tambi¨¦n instructor de tiro, ignoraba que acabar¨ªa siendo v¨ªctima de ese peque?o arsenal que acababa de entregar al joven. Desde la cabina, Roger ¡°empez¨® a vigilar los movimientos¡± del instructor para ¡°elegir el momento y situaci¨®n que hicieran m¨¢s sencillo su empe?o criminal¡±, siempre seg¨²n el fiscal. Jorge estaba realizando en ese momento labores de limpieza y mantenimiento. A las 19.25, mientras barr¨ªa una cabina, Roger se le acerc¨® y le dispar¨® cinco veces por la espalda. Muri¨® a los pocos minutos.
¡°Me han matado, me han disparado¡±
Iv¨¢n A. estuvo a punto de convertirse en la segunda v¨ªctima mortal de esa jornada. Justo cuando Roger comet¨ªa el crimen, se acord¨® de que hab¨ªa olvidado las gafas en la cabina y volvi¨® a recuperarlas. En la zona de tiro escuch¨® la tenue voz del instructor, que desde el suelo, boca abajo y con las manos en el abdomen, balbuce¨® sus ¨²ltimas palabras: ¡°Me han matado, me han disparado¡±. Iv¨¢n vio c¨®mo Roger ¡°abandonaba precipitadamente¡± la zona de tiro y, por puro instinto, decidi¨® perseguirle. El homicida se detuvo, cogi¨® la pistola semiautom¨¢tica y le enca?on¨®. Dispar¨®. Pero la pistola no ten¨ªa munici¨®n en la rec¨¢mara. Iv¨¢n se detuvo, resbal¨® y cay¨® al suelo ¡ªtoda la secuencia, incluido el crimen, ha quedado registrada por las c¨¢maras de vigilancia del club¡ª y se parapet¨® en los ba?os hasta que supo que Roger se hab¨ªa ido para volver a atender a la v¨ªctima.
Roger pas¨® por el mismo bar donde dos semanas antes hab¨ªa tenido el incidente junto a su padre, y sali¨® del club saludando a los dem¨¢s socios. Las c¨¢maras muestran que camina r¨¢pido, pero no corre. Preparado para huir, se plant¨® delante de un BMW que circulaba en esos momentos por el paseo de l¡¯Alzina. El anciano que lo conduc¨ªa acompa?ado por su esposa tuvo que frenar para no atropellarle. El chico intent¨® enga?arles, seg¨²n declararon ambos m¨¢s tarde a la polic¨ªa: ¡°Corra, corra, apriete, me quieren matar¡±. Pero la mujer no lo vio claro y, desde el asiento del copiloto, le pidi¨® que se marchara. Entonces, Roger la enca?on¨® y empez¨® as¨ª el primero de los secuestros que iba a perpetrar en las siguientes horas para garantizar su huida.
Sucesi¨®n de secuestros
Pese a que una pistola apuntaba a la nuca de su mujer, el conductor mantuvo la compostura. Se neg¨® ¡°categ¨®ricamente¡± a dejar al agresor en Barcelona y tom¨® la C-17 hasta una gasolinera situada frente al supermercado Esclat de Granollers. Par¨® el coche y pidi¨® a Roger que se bajara. Este accedi¨®. Eran las 19.27. Apenas hab¨ªan pasado 12 minutos desde los disparos. Pero Roger no estaba dispuesto a entregarse. Vio que una mujer estaba poniendo gasolina en su veh¨ªculo y la abord¨®. Se levant¨® ligeramente la sudadera para que pudiera ver la pistola y le indic¨® que subiera de inmediato al coche, un Fiat 500 negro.
Desde el asiento del copiloto, Roger instruy¨® a la mujer sobre lo que ten¨ªa que hacer y le quit¨® el tel¨¦fono m¨®vil para, entre otras cosas, buscar si se hab¨ªan publicado ya noticias sobre el crimen. La oblig¨® a conducir hasta Barcelona, le hizo parar en las inmediaciones de un t¨²nel de lavado junto a la ronda Litoral y despu¨¦s la dej¨® irse. Pero casi de inmediato dio inicio al tercer secuestro. Vio que un Peugeot 308 abandonaba el t¨²nel de lavado y, ¡°sigilosamente¡±, se acerc¨® a ¨¦l. Abord¨® a las dos ocupantes y les oblig¨® a llevarle mucho m¨¢s lejos. Pararon dos veces en un supermercado y otras tantas para repostar hasta que, a primera hora de la ma?ana del 9 de abril, ya en el centro de Murcia, las chicas le convencieron para que las dejara irse. Condujeron hasta la vecina localidad de Molina de Segura y, sinti¨¦ndose all¨ª seguras, llamaron a la polic¨ªa.
A las 8.30, 14 horas despu¨¦s de entrar en la galer¨ªa de tiro de Canovelles, agentes de la polic¨ªa le encontraron en la estaci¨®n de tren. Roger intent¨® sacar las armas que a¨²n llevaban consigo, pero fue reducido. Las dos veces que ha pasado a disposici¨®n judicial, primero en Murcia y luego en Granollers, ha intentado darse a la fuga. Desde entonces, permanece en prisi¨®n provisional por un asesinato cuyo m¨®vil, por ahora (Roger se ha acogido a su derecho a no declarar) sigue siendo un misterio para todos, tal vez tambi¨¦n para ¨¦l mismo.
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