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La emoci¨®n de volver a vernos y abrazarnos para recordar lo felices que creemos que fuimos y lo bien que lo pasamos, necesitados de sacarnos una foto, recuerdo de los a?os vividos en el Camp Nou
Ya perd¨ª la cuenta de las veces que me he despedido del Camp Nou. No s¨¦ cu¨¢ndo ser¨¢ la ¨²ltima porque cada adi¨®s resulta menos convincente por la facilidad con la que se suceden los motivos para regresar al viejo estadio del Bar?a. Ya sea por nostalgia, temor o por las novedades de la reforma, no hay manera de dar la espalda a un campo que se jubila deprisa a los 66 a?os. Hay una visita, sin embargo, que ha quedado tan marcada de por vida como fue la del partido ante el Mallorca. Ocurri¨® el 30 de mayo, dur¨® alrededor de tres horas -de 10 a 13- y result¨® apote¨®sica por multitudinaria y entra?able para cuantos nos congregamos en el c¨¦sped del Camp Nou. Aunque el departamento de prensa del club asumi¨® la organizaci¨®n, la idea fue de una de sus trabajadoras m¨¢s apreciadas por los periodistas locales y for¨¢neos como es Sandra Sarmiento.
Los citados eran los ¡°profesionales de los medios de comunicaci¨®n que durante m¨¢s de 65 a?os han estado vinculados al Estadio del FC Barcelona¡±. Los contactados fueron 385 y 309 acudimos radiantes y expectantes al Camp Nou. El ¨¦xito se explica por el poder de convocatoria de un club como el Bar?a y por la gratitud que el periodismo siente hacia la figura de Sarmi por su capacidad para solucionar los asuntos log¨ªsticos y gestionar con acierto la tribuna de prensa del estadio del Barcelona. Aquellos que han sido olvidados har¨ªan bien en no reclamar solo al club sino pedir explicaciones tambi¨¦n a sus jefes porque fueron requeridos por la entidad azulgrana para que completaran la lista con los profesionales que a su entender deb¨ªan acudir al acto porque cubren o cubr¨ªan la actualidad del Bar?a.
El encuentro result¨® espectacular precisamente porque no hab¨ªa jerarqu¨ªas, ni recomendaciones y menos condicionantes o requerimientos, tampoco barreras, manual de instrucciones, protocolos o parlamentos, sino que se celebr¨® a campo abierto, sin m¨¢s v¨ªnculo que la grada y el c¨¦sped del Camp Nou. Aparecieron compa?eros con los que no nos trat¨¢bamos, ve¨ªamos o coincid¨ªamos desde hac¨ªa tiempo, representantes de generaciones distintas, todos partidos en cualquier caso por un mismo antes y despu¨¦s: la secci¨®n que fuimos y ya no es y las relaciones que ten¨ªamos y ya no se dan, porque las empresas han cambiado tanto como los clubes y los periodistas y los jugadores ya no convivimos en el campo de entrenamiento como cuando habl¨¢bamos por igual con el conserje Cussola que con el Dios Maradona.
Las noticias ya no van del campo a la redacci¨®n desde que se invent¨® la m¨¢quina de encargar y la distancia con los protagonistas se ha agrandado tanto que a los periodistas nos pudo la emoci¨®n de volver a vernos y abrazarnos para recordar lo felices que creemos que fuimos y lo bien que lo pasamos, necesitados la mayor¨ªa de sacarnos una foto, recuerdo de los a?os vividos en el Camp Nou. No se trata de retratar la nostalgia sino de ser generosos con los escenarios y las personas que han sido decisivas en nuestra carrera, un ejercicio que se multiplica en el caso de muchos de nosotros por una cuesti¨®n de edad y nos obliga por tanto a estar al tanto de jubilaciones de amigos como Salvador Sala, uno de los periodistas m¨¢s conocidos de TV3 por un curr¨ªculo que le llev¨® a escenarios como Bruselas o Washington en tiempos de los atentados del 11-S.
Me habr¨ªa perdido en Barcelona, reci¨¦n llegado de Perafita, si no hubiera ido de la mano de Salvador. Incluso dudo de que hubiera sabido encontrar la Universitat Aut¨®noma en Bellaterra. No solo me acompa?¨® sino que me instruy¨® desde que nos cit¨¢bamos en su casa de Torell¨® para cubrir la corresponsal¨ªa de Europa Press y Mundo Diario al tiempo que colabor¨¢bamos en El 9 Nou. La vida nos llev¨® por caminos diferentes despu¨¦s de que para mi suerte Ramon Serra me ofreciera ser un redactor de deportes en el AVUI. No habr¨ªa despabilado si antes no hubiera convivido en un piso de Gr¨¤cia con un grupo de estudiantes y muy especialmente con aquel Salvador que me fascinaba por su pasi¨®n por la pesca, su o¨ªdo musical, su vena art¨ªstica -plasmado en la acuarela- y su saber hacer period¨ªstico expresado despu¨¦s en TV3.
Tampoco habr¨ªa recorrido tanto camino a?os m¨¢s tarde en El Pa¨ªs sin la amistad y profesionalidad de Jos¨¦ S¨¢mano, al que 33 a?os de servicio y oficio no le han servido ni siquiera para ganar con la grandeza merecida la puerta de salida de Miguel Yuste. Malamente cuando se tasa la vida de un periodista que no tiene precio por su capacidad de aprendizaje al inicio y de docencia despu¨¦s, siempre fiel al esp¨ªritu de la secci¨®n y a la marca El Pa¨ªs. Nunca fue un jefe f¨¢cil, especialmente para sus superiores, y jam¨¢s dej¨® de ser exigente con sus redactores, sobre todo en su inter¨¦s por servir al lector: no toleraba las faltas ni las erratas y mucho menos las noticias no contrastadas que exig¨ªan adem¨¢s correcci¨®n o rectificaci¨®n y la tensi¨®n informativa se manten¨ªa sin descanso en cualquier puesto de trabajo vinculado a El Pa¨ªs.
No daba respiro, era m¨¢s gru?¨®n que cascarrabias y sus llamadas sonaban a alerta, tan temidas como esperadas por muchos porque supon¨ªan un reto m¨¢s que una orden, la invitaci¨®n a ser protagonista en la mejora de la propuesta colectiva, sentir orgullo de pertenencia, por m¨¢s que supieras que al d¨ªa siguiente echar¨ªa algo en falta, siempre dispuesto a competir y a ser mejor que los dem¨¢s, sano envidioso de los grandes diarios de Europa. Pepe ha sido y es inconformista y pesimista, consciente del poder reverencial que genera y tambi¨¦n de la intimidaci¨®n que provoca en quienes prefieren las buenas palabras; un jefe enciclop¨¦dico como ninguno, con mucho criterio y siempre dispuesto a batirse con la empresa por los contratos y los sueldos de los suyos, a saltarse un presupuesto que ahora le pasa factura, lejos de El Pa¨ªs.
No queda m¨¢s remedio despu¨¦s de mucho desgaste en la mesa de redacci¨®n que compartir mantel para hablar de los viejos tiempos y de una camarader¨ªa que no perderemos porque nunca habr¨¢ un adi¨®s definitivo sino que siempre se dar¨¢ un motivo para volver a verle, a Pepe, a Salvador y al viejo Camp Nou del que cada vez queda menos a la espera de que se convierta en el nuevo Camp Nou.
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