La voz enraizada de Queralt Lahoz abri¨® el ciclo Sala Barcelona en el Castell de Montju?c
La cita musical ofrecer¨¢ propuestas emergentes durante todo el verano
El tron¨ªo no se aprende, el tron¨ªo se tiene. Y Queralt Lahoz lo tiene. Arrobas de tron¨ªo. Su abuela, aquella se?ora que lo perdi¨® todo en su Andaluc¨ªa natal, iniciadora de una saga de mujeres que contin¨²a en su madre y de momento acaba en ella, hizo algo m¨¢s en la vida que perderlo todo ante el caciquismo. El poso de aquellas vidas de trabajadores y mujeres insobornables mantiene el pulso en la m¨²sica de Queralt Lahoz, nacida en una Santa Coloma de Gramanet defendida por ella como espacio de identidades en comandita. Lo hizo en un concierto en el que no rehuy¨® la agitaci¨®n y la ideolog¨ªa al recordar que los suyos no pod¨ªan velar cad¨¢veres porque simplemente se ignoraba d¨®nde estaban. Y lo hizo, precisamente, en el Castell de Montju?c, resignificado por la m¨²sica en terraza de verano mediante reivindicaciones de libertad de g¨¦nero en el arranque de Sala Barcelona, un ciclo de conciertos estivales bajo el cielo y piedras que esta vez acunan, que se prolongar¨¢n hasta el 21 de septiembre gracias a las salas de conciertos y su asociaci¨®n (ASACC) y al Institut de Cultura de Barcelona. Nacida bajo la pandemia, Sala Barcelona sigue porque la vida de las salas contin¨²a precaria en esta tierra de grandiosos fastos musicales.
Queralt Lahoz es otra de esas artistas que no olvidan la ra¨ªz pero que tampoco quieren museizarla. Es por ello que partiendo del flamenco, la artista envuelve su m¨²sica con sonoridades digitales y ac¨²sticas que nunca pierden el norte en una borrachera de modernidad. Teclados, bater¨ªa ac¨²stica y bases son las herramientas de su m¨²sica, que tiene en su generosa voz, el mascar¨®n de proa. As¨ª, s¨®lo con su voz, a capella, interpret¨® en la parte final del concierto Aurora, la pieza que cierra su excelente y reciente ep¨¦ de 4 temas titulado Alto cielo. Artista cabal, se cambi¨® de vestuario mediada la actuaci¨®n en un gesto que m¨¢s que presuntuoso se ley¨® como muestra de respeto a la asistencia, melena azabache, mirada franca, en la primera parte de la actuaci¨®n oculta por unas gafas negras por las que Bono pagar¨ªa, el primer tramo incluy¨® piezas de trabajos previos como Pu?al¨¢, El tiroteo o Si la luna quiere, piezas con mucho resabio flamenco y palmas para marcar el comp¨¢s. Eso sin olvidar el pulso actual, ya que abri¨® con Tan rico, de su ¨²ltimo trabajo. A medida que el concierto fue avanzando la pulsi¨®n bailable tambi¨¦n se aceler¨®.
¡°Soy una intensa¡±, dijo Queralt tanto para explicar sus alocuciones, el reparto de abanicos LGTBI o el movimiento de su cuerpo mientras bailaba y el bombo se iba a negras para que el p¨²blico, con notable presencia femenina tanto en n¨²mero como en complicidad, se dejase ir. Fue la parte final, como corresponde, la m¨¢s acelerada y bailable, y composiciones como Con miedo a ti, No me salves y ¨¦xitos perfil De la cueva a los olivos , Con poco o Dame doblones certificaron que a Queralt le atrae el paso del hip-hop, la calidez de la melod¨ªa aflamencada, su comp¨¢s y los resabios latinos que no le hacen ascos puntuales al dembow. Le gusta, en suma, la m¨²sica que sienta pr¨®xima una mujer de su generaci¨®n (la que estrena la treintena), que si algo tiene claro es de d¨®nde viene y qu¨¦ quiere transmitir con un arte en el que callar tambi¨¦n significa. Y la semana que viene, all¨ª mismo, Putochinomaric¨®n. En una fortaleza que fue castrense.
Puedes seguir a EL PA?S Catalunya en Facebook y Twitter, o apuntarte aqu¨ª para recibir nuestra newsletter semanal
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.