Una televisi¨®n en abierto para los amigos del cine
VerdiCl¨¤ssics emite diariamente en Catalu?a unas 13 pel¨ªculas
En Catalu?a hay un canal de televisi¨®n, en abierto, sin suscripci¨®n, dedicado al cine. Programa unas trece pel¨ªculas al d¨ªa, pero, ojo, no cualquier mamarrachada. Obviamente hay t¨ªtulos insignificantes, pero en una semana puedes encontrar Monsieur Verdoux (1947, Charles Chaplin), Senso (1954, Luchino Visconti), la inquietante rareza de Los ojos sin rostro (1960, Georges Franju)¡ por destacar algunas de un cat¨¢logo con muchos halagos al alma cin¨¦fila. Se llama VerdiCl¨¤ssics y con eso est¨¢ todo dicho. Se trata de llevar la cultura de lo que en tiempos se llamaron salas de arte y ensayo a la peque?a pantalla sin que ello suponga excluir t¨ªtulos de menos rango o el puro, y digno, entretenimiento.
El canal por el que transita lo tiene concedido la empresa de 8TV que fue la que propuso a la distribuidora, productora y propietaria de los cines Verdi, A Contracorriente Films, hacerse cargo ¨ªntegramente de su programaci¨®n. A Contracorriente acept¨® el encargo y administra un cat¨¢logo de 1.800 t¨ªtulos. El canal apenas tiene m¨¢s publicidad que la de los propios cines Verdi. No obstante, para A Contracorriente, es un ¡°modelo empresarial c¨®modo, con un riesgo muy peque?o, un margen de beneficios rid¨ªculo que nos da la oportunidad de que una buena pel¨ªcula llegue a un espectador con gustos afines al p¨²blico del Verdi¡±. As¨ª se explica, Adolfo Blanco, fundador y m¨¢ximo directivo de la compa?¨ªa. La distribuidora busca con VerdiCl¨¤ssics dos objetivos principales: ¡°potenciar la marca Verdi y crear p¨²blicos cinematogr¨¢ficos¡±.
La emisora programa t¨ªtulos doblados al catal¨¢n (el doblaje que hizo en su d¨ªa TV3), al castellano, subtitulados y siempre hay la opci¨®n de acudir al dual para escuchar la versi¨®n original. Lo primero depende de la copia disponible. Y a veces te encuentras con rarezas. Por ejemplo, la vez que emitieron Charada (Stanley Donen, 1963) doblada al catal¨¢n salvo en dos escenas con discret¨ªsimos besos que se vieron en la versi¨®n original con subt¨ªtulos (particularmente prescindibles). ?A qu¨¦ se deb¨ªa? Mr. Belvedere lo hab¨ªa explicado. Se trata de una copia que TV3 adquiri¨® hace a?os a un distribuidor que la suministr¨® censurada. TV3 dobl¨® al catal¨¢n aquella versi¨®n, pero al restituir la integridad de la copia no se dispon¨ªa del doblaje de las escenas suprimidas. Al final, aquella emisi¨®n de hace pocas semanas se convert¨ªa en una huella hist¨®rica de la villan¨ªa y ridiculez de la censura.
A pesar de la modestia y juventud del canal -empez¨® a emitir a finales del 2021-, una pel¨ªcula como El marido de la peluquera (Patrice Leconte, 1990) tuvo 25.000 espectadores y ha habido picos de 50.000. ¡°No se pueden comparar estas cifras con la audiencia millonaria del f¨²tbol, nuestras pretensiones son distintas. Es un escaparate para promocionar el cine¡±. Un escaparate, el de la televisi¨®n generalista, que ha ido abandonando al cine. ?ste es el gran lamento, la gran preocupaci¨®n de Blanco, que lleva muchos a?os batallando con el cine y para que el p¨²blico no olvide que la mejor manera de verlo es en pantalla grande, en una sala.
Un episodio personal de esta batalla es la carta p¨²blica que envi¨® al ministro de Cultura Jos¨¦ Ignacio Wert en abril de 2012 y que este diario public¨® ¨ªntegramente. En ella, Blanco empezaba felicitando al ministro por los recientes ¨¦xitos de los equipos espa?oles de f¨²tbol. Una felicitaci¨®n, sin embargo, con su malicia. ¡°Quiz¨¢ gente de Europa como Merkel o Sarkozy, que siempre quieren buscarles tres pies al gato, se pregunten c¨®mo un pa¨ªs en quiebra, con ¨ªndice de paro tan altos, puede brillar tanto en el deporte rey, que no es un deporte precisamente barato¡±. Admitiendo que una producci¨®n cinematogr¨¢fica sin riesgo es una de las causas de la crisis de esta industria en Espa?a, Blanco se?alaba el abandono en que el Estado ten¨ªa a la distribuci¨®n y exhibici¨®n contribuyendo a que Espa?a liderara, entonces, en el mundo el porcentaje de p¨¦rdida de espectadores. Y criticaba que se pretendiera solventar un ajuste presupuestario rebajando en 27 millones las ayudas al cine espa?ol. En la carta no ped¨ªa un trato de favor, sino ¡°que se sea coherente y se trate con el mismo criterio a todas las actividades que no sean de primera necesidad¡±. Y se preguntaba si no convendr¨ªa que los clubes de f¨²tbol devolviesen los 752 millones de euros que deb¨ªan a la Hacienda espa?ola.
Para Blanco el rival de la exhibici¨®n cinematogr¨¢fica en la televisi¨®n no son las pel¨ªculas que emiten. ¡°Es el f¨²tbol o Operaci¨®n Triunfo. La presencia del cine en las parrillas de la televisi¨®n en abierto ha descendido dram¨¢ticamente y las televisiones p¨²blicas deber¨ªan ser conscientes del peligro que supone. Y tener un compromiso con ¨¦l. Si no ofrecen cine no se crea afici¨®n y sin esa afici¨®n¡ ?Qui¨¦n se plantear¨¢ un s¨¢bado por la tarde entrar en una sala?¡±.
Todos los proyectos digitales que Blanco y su empresa han protagonizado han tenido, siempre, un rinc¨®n pensado para apoyar a las salas de cine. En plena pandemia, cuando acab¨® el confinamiento, lanz¨® La Sala Virtual de Cine. Era una plataforma para llevar los estrenos de A Contracorriente al hogar del espectador porque los cines estaban cerrados. En la maniobra de registro, el cliente deb¨ªa se?alar su cine habitual y ¨¦ste recibir¨ªa una parte del gasto que el espectador hiciera en la plataforma virtual. ¡°Fue m¨¢s bonito que exitoso. Era tecnol¨®gicamente muy ambicioso y perdimos dinero. Podr¨ªamos decir que hicimos un m¨¢ster a un precio ruinoso¡±. Y de ese m¨¢ster naci¨® Acontra+, una plataforma de suscripci¨®n, aunque no excluye el alquiler. Y aqu¨ª hace otro gui?o a las salas. Los suscriptores reciben cada mes una entrada para el cine que hayan elegido de una lista de salas y ciudades que va creciendo. ¡°La sequ¨ªa del cine en la televisi¨®n arruina la experiencia de ir al cine¡±, concluye Blanco. Y VerdiCl¨¤ssics es un humilde intento de combatirla que ha puesto muy contenta a la comunidad cin¨¦fila.
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