Ahogados en la propia ret¨®rica
Tras las elecciones legislativas Esquerra est¨¢ demostrando una preocupante inseguridad y una creciente vulnerabilidad psicol¨®gica ante las argucias de Junts
Cualquier experto en negociaci¨®n pol¨ªtica advertir¨¢ que un elemento clave para la consecuci¨®n del ¨¦xito es la discreci¨®n, especialmente cuando se abordan conflictos enquistados por a?os de desencuentro y desconfianza. Las dos partes que negocian el apoyo de los partidos independentistas a la investidura de Pedro S¨¢nchez hab¨ªan mantenido hasta ahora un gran hermetismo sobre los t¨¦rminos y contenidos de las conversaciones, y eso en s¨ª mismo era ya un indicador de que en ambos lados hab¨ªa voluntad de acuerdo. La moci¨®n de Junts y ERC por la que se insta a condicionar el apoyo a la investidura a que el candidato acepte un refer¨¦ndum de autodeterminaci¨®n, ha roto esa din¨¢mica. Desde que se aprob¨® el viernes en el Parlamento Catal¨¢n con el apoyo de la CUP las especulaciones se han disparado ante la evidencia de que la negociaci¨®n puede naufragar. Carles Puigdemont marc¨® el per¨ªmetro de las exigencias en su alocuci¨®n inicial desde Bruselas: amnist¨ªa, uso parlamentario de las lenguas cooficiales y cuestiones de gobierno a¨²n por concretar, pero no la autodeterminaci¨®n. ?A qu¨¦ viene ahora que Junts y ERC pongan sobre la mesa esta cuesti¨®n, que todos saben que resulta inaceptable para la otra parte?
La interpretaci¨®n m¨¢s benevolente sostiene que es una mera gesticulaci¨®n. Pero aunque as¨ª fuera, ser¨ªa una decisi¨®n irresponsable, pues ha puesto el contenido de la negociaci¨®n bajo los focos medi¨¢ticos y la ha situado en el terreno de la pugna por el relato, mucho m¨¢s propicio a la dial¨¦ctica de vencedores y vencidos que suele ser la tumba de muchas negociaciones. Parece como si el independentismo volviera al escenario de la hip¨¦rbole y el farol, que ya propiciaron el proceso de autoenga?o que condujo al fracaso de 2017. Es dif¨ªcil, sin embargo, pensar que lo ocurrido sea solo una cuesti¨®n de ret¨®rica de cara a la galer¨ªa, porque el mero enunciado de la moci¨®n encarece, y mucho, el coste electoral que la negociaci¨®n tiene para el PSOE y alimenta el mantra de la derecha de que no se puede pactar con los independentistas porque son insaciables: les das la mano y quieren el brazo.
As¨ª pues, ?ha sido una patinada estrat¨¦gico, fruto de la perenne competencia electoral entre Esquerra y Junts, o hay algo m¨¢s? Es dif¨ªcil pensar que la moci¨®n no contara con la aquiescencia de Puigdemont, que es quien decide en Junts, pese a que formalmente solo sea un militante de base. Por su parte, tras las elecciones legislativas Esquerra est¨¢ demostrando una preocupante inseguridad y una creciente vulnerabilidad psicol¨®gica ante las argucias de Junts para llevarla a su molino. Si ha sido una patinada lo veremos muy pronto. El PSOE tiene claro que la primera opci¨®n es intentar un acuerdo de investidura con los independentistas, pero no a un precio tal alto que suponga un suicidio pol¨ªtico. Ya lo ha advertido el l¨ªder del PSC Salvador Illa. S¨¢nchez siempre tiene la opci¨®n B: volver a las urnas. Y si lo hace por no aceptar el ¨®rdago independentista, incluso le puede favorecer. La cuesti¨®n estriba en determinar en qu¨¦ momento la primera opci¨®n tiene m¨¢s riesgo que la segunda. Pero para el independentismo, no hay opci¨®n B. Perder esta oportunidad no les acerca ni a la amnist¨ªa ni a la autodeterminaci¨®n.
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