El tacticismo como forma de vida
Las pr¨®ximas elecciones catalanas son la primera oportunidad para clausurar una larga y est¨¦ril etapa dominada por las astucias de la t¨¢ctica pol¨ªtica y apostar por una Catalu?a al fin gobernada
Las elecciones precipitadas, m¨¢s que anticipadas, dir¨¢n hasta d¨®nde llega el agotamiento nacionalista. Adem¨¢s de la fragmentaci¨®n del espacio independentista, son elocuentes las encuestas sobre su decaimiento y el incremento del voto socialista. Pocos pueden estar satisfechos del balance de los sucesivos gobiernos nacionalistas desde diciembre de 2010, 14 a?os perdidos en el laberinto inaugurado por Artur Mas. En perspectiva han hecho m¨¢s que buenos a los gobiernos de Pasqual Maragall y Jos¨¦ Montilla, entonces tan denostados, como s¨®lidas experiencias de gobiernos de progreso y con sensibilidad social. Catalu?a estaba gobernada, la convivencia preservada, la institucionalidad a salvo y el pa¨ªs contaba con peso y prestigio en Espa?a y en Europa, a pesar de los vendavales que no faltaron alrededor del nuevo Estatuto.
La disoluci¨®n es un fracaso m¨¢s del ¨²ltimo gobierno surgido de la mayor¨ªa parlamentaria independentista, quiz¨¢s la ¨²ltima. A pesar de todo, Pere Aragon¨¨s ha sido, de largo, el mejor presidente de la serie. Quim Torra, su antecesor, fue una caricatura irrelevante. Puigdemont, un aventurero que extrem¨® las peores pulsiones del astuto Artur Mas. El actual presidente de Esquerra no ha sido un prodigio de fortaleza, valent¨ªa y liderazgo, pero al menos ha preservado una cierta institucionalidad y cuidado la capacidad de di¨¢logo. En la obtenci¨®n de los indultos y de la amnist¨ªa tiene mayor m¨¦rito su actitud prudente y constructiva que los siete diputados decisivos que el azar regal¨® a Puigdemont, el campe¨®n de las astucias.
No es posible disociar la convocatoria electoral del tacticismo enfebrecido que se ha instalado en Catalu?a como la forma natural de vida pol¨ªtica quiz¨¢s en todo lo que llevamos de siglo. Ahora En Com¨² Podem ha destacado en la exhibici¨®n de tales pr¨¢cticas, pero en estos a?os dilapidados del proc¨¦s los aut¨¦nticos ases de este oficio lamentable (que vac¨ªa la pol¨ªtica de ideas, programas y visi¨®n estrat¨¦gica) son Junts, el maestro titular, y Esquerra, el esforzado aspirante. La cancelaci¨®n del Hard Rock ha sido la bandera, pero el motivo ya conocido por todos es el portazo socialista a Colau en el ayuntamiento de Barcelona, sin que hayan importado los efectos divisivos en el propio gobierno de coalici¨®n de izquierdas, la pr¨®rroga de los presupuestos del Estado de 2024 y la p¨¦rdida de autoridad de Yolanda D¨ªaz.
Junts no pod¨ªa faltar en la jugada y tambi¨¦n ha movido sus piezas. Primero, gracias a la puigdemontista presidenta del Parlament, pospuso la votaci¨®n en la que iban a salir los presupuestos a la espera del voto en contra que faltaba de un diputado de Vox ausente. Despu¨¦s, como cab¨ªa esperar y es de costumbre, ha desplegado todos sus recursos y trucos jur¨ªdicos y propagand¨ªsticos para animar los temores a un retorno desestabilizador del expresidente desde su extra?amiento bruselense.
Para Aragon¨¨s tambi¨¦n era una ventana t¨¢ctica que deb¨ªa aprovechar en detrimento de Junts y de la candidatura de Puigdemont, evitando a la vez un final de legislatura ag¨®nico. Casi todo juega en favor de Salvador Illa, salvo el caso Koldo y la visi¨®n madrile?oc¨¦ntrica de la amnist¨ªa y de todo lo que concierne a Catalu?a. Pero el suyo no es un caso de astucia sino de paciencia. Para los votantes es tambi¨¦n la primera oportunidad para clausurar una larga y est¨¦ril etapa dominada por las astucias del tacticismo y apostar por una Catalu?a al fin gobernada.
Puedes seguir a EL PA?S Catalunya en Facebook y X, o apuntarte aqu¨ª para recibir nuestra newsletter semanal
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.