Puigdemont, al final de la escapada
No es el regreso a la nostalgia lo que necesita Catalu?a, que es lo que puede ofrecer el ¡®president¡¯, sino la fortaleza pol¨ªtica necesaria para abrir una nueva etapa
La desorientaci¨®n general de este magma llamado Junts per Catalunya ha sido la condici¨®n de posibilidad de la candidatura de Carles Puigdemont. Su nombre era el ¨²nico que pod¨ªa generar consenso dentro de un espacio, fruto de un largo proceso de aluvi¨®n, en el que conviven un mont¨®n de grupos y grupitos, de procedencias diversas, sobre los que se han ido encaramando personajes con m¨¢s ambici¨®n que proyecto. Ninguno de ellos ha sido capaz de desplegar los atributos precisos para superar las patolog¨ªas y recelos de vecindario y elevarse por encima de los dem¨¢s dando cuerpo, entidad y liderazgo a una amalgama hasta ahora s¨®lo unida por la f¨¢bula de la independencia, sin coincidir siquiera en las maneras de interpretarla.
No es que Carles Puigdemont resulte para todos la opci¨®n satisfactoria, pero la ret¨®rica creada en torno a su fuga y exilio impide cualquier posibilidad de r¨¦plica. Puigdemont ha dado el paso y nadie desde dentro osar¨¢ desafiarle. La discreci¨®n de los potenciales l¨ªderes alternativos, con la sola excepci¨®n de Jordi Turull, que ha asumido el papel de mayordomo del candidato, es reveladora.
Desde que la p¨¦rdida del sentido de los l¨ªmites arruin¨® el proc¨¦s en 2017, que el presidente Puigdemont no supo frenar en el momento adecuado, Junts per Catalunya vive en la confusi¨®n fruto de una diversidad de procedencias y de sensibilidades que s¨®lo la fe en la gran promesa pod¨ªa mantener unidas. La incapacidad para definir una estrategia realista ha hecho que Junts est¨¦ habitado por una frustraci¨®n contenida, cargada de silencios atronadores. ?D¨®nde est¨¢n los notables que en su d¨ªa convergieron desde trayectorias tan diferentes? All¨ª llegaron gentes procedentes de toda la gama del espacio pol¨ªtico catalanista: derechas de todos los colores, democratacristianos, centristas, socialistas e incluso izquierdistas, atra¨ªdos por el proc¨¦s. Hace tiempo que los silencios confirman ruidosamente que la conjura de gente tan diversa no puede ser sostenible m¨¢s all¨¢ de unos momentos de excepci¨®n.
Dicho de otro modo, la herencia pol¨ªtica del pujolismo se descompuso sin que nadie supiera actualizarla. Catalu?a tiene un serio d¨¦ficit en el espacio de la derecha conservadora y liberal. Artur Mas, el albacea, perdi¨® pronto el control de la herencia. Afortunadamente, el pa¨ªs est¨¢ suficientemente vacunado y el PP es tan especialmente torpe que la derecha espa?olista ha sido incapaz de capitalizar el desaguisado.
A falta de l¨ªderes que den los pasos necesarios para recomponer el espacio conservador y liberal, Junts se encomienda a Carles Puigdemont, para que nadie ose rechistar, con una alta posibilidad de que s¨®lo sirva para prolongar la resaca del choque de 2017. No es el regreso a la nostalgia lo que necesita Catalu?a, que es lo que puede ofrecer Puigdemont, sino la fortaleza pol¨ªtica necesaria para abrir una nueva etapa. Y deber¨ªan ser muchos los interesados en este cambio de etapa que la amnist¨ªa ha favorecido, pero las inercias del patrioterismo no lo van a poner f¨¢cil. Ser¨ªa una iron¨ªa de la historia que fuese precisamente la candidatura de Puigdemont la que, perdiendo, hiciera evidente que hay que volver a hacer pol¨ªtica de verdad: la que combina los objetivos y el principio de realidad.
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