Embrollos pol¨ªticos y presupuestos
En la Catalu?a del ¡®postproc¨¦s¡¯ y sin presupuestos lo ¨²nico que sigue su camino sin pesta?ear es el Hard-Rock y su macrocasino.
La ruleta ha acabado con los presupuestos para 2024. Y ese es un mal dato en un pa¨ªs que viene del agitado decenio del proc¨¦s y en el que las pol¨ªticas sociales han tenido un car¨¢cter meramente ret¨®rico, pues el soberanismo hegem¨®nico las ha limitado a alimentar el mantra populista de que la independencia acabar¨ªa a con todos los males.
Lo cierto es que la pobreza crece mientras en la campa?a electoral hay quienes siguen agitando el reclamo de esa Arcadia tan feliz como inalcanzable. En Catalu?a, seg¨²n la estad¨ªstica de la propia Generalitat (Idescat), el 8,9% de la poblaci¨®n se halla en situaci¨®n de pobreza social y material severa lo que supone 80.000 personas m¨¢s que en 2022. En Catalu?a hay m¨¢s de 700.000 pobres, seg¨²n datos de 2023.
Y pese a esas cifras, entre enero del a?o pasado hasta febrero de 2024 el n¨²mero de personas beneficiarias de la Renta Garantizada de Ciudadan¨ªa (RGC) ¨Ctanto ¨ªntegra como complementaria¨C ha menguado: ha pasado de 165.371 a 157.520. Es decir, la Generalitat apenas da cobertura al 20% de la poblaci¨®n que seg¨²n ella misma est¨¢ en situaci¨®n de pobreza severa.
Por a?adidura, el accidentado fin de legislatura ha dado al traste con la modificaci¨®n de la ley que regula la citada renta, reforma en teor¨ªa apoyada por toda la izquierda y que en la pr¨¢ctica se dilata en el tiempo una y otra vez. El embrollo de convocar elecciones anticipadas y estar sin presupuestos tiene consecuencias. Y, m¨¢s all¨¢ del c¨¢lculo pol¨ªtico, para la ciudadan¨ªa resulta incomprensible. Los agentes sociales, que ya expresaron su perplejidad ante la no aprobaci¨®n de las cuentas de la Generalitat, ahora ven como se esfuman 800 millones de euros en sanidad, como se posterga la rebaja de las tasas universitarias o como quedan en el caj¨®n de los buenos prop¨®sitos los 1.700 pisos sociales previstos en Barcelona. No es que las cuentas permitieran declarar el estado de felicidad permanente, pero no tenerlas por meros c¨¢lculos pol¨ªticos es peor.
PSC y Esquerra culpan de todo ello a los comunes y recuerdan que dieron luz verde a dos presupuestos ¨Cen 2022 y 2023¨C en los que figuraba el desarrollo del macro-casino Hard Rock e incluso se llegaba a incluir una partida de 120 millones de euros para el pol¨¦mico complejo de juego. Eso tan cierto como que el PSC quiso que Hard Rock, la ampliaci¨®n del aeropuerto del Prat y la construcci¨®n de la B-40 entre Sabadell y Terrassa figuraran como condiciones sine qua non para aprobar los presupuestos. Se trata de un cat¨¢logo de macroproyectos en una Catalu?a en crisis clim¨¢tica. Con restricciones a la vista para el consumo de agua de boca, el Hard Rock emplear¨ªa 15.000 millones de litros anuales. Eso s¨ª, la gran piscina del complejo de Salou -de ampliarse el aeropuerto del Prat¨C podr¨ªa albergar las aves expulsadas del delta del Llobregat y evocar de esta forma los manglares de la Florida del Hard Rock. La pol¨ªtica de vuelo gallin¨¢ceo del independentismo est¨¢ contagiando gravemente a la izquierda.
No deja de ser parad¨®jico que cierto progresismo catal¨¢n ¨Cque arquea preocupado la ceja ante lo que considera chalaneo para conseguir prestaciones sociales¨C aborde con suma indulgencia el negocio urban¨ªstico con 104 hect¨¢reas del Hard Rock, que la Caixa compr¨® a 30 euros el metro cuadrado en r¨¦gimen de expropiaci¨®n forzosa y ahora se prev¨¦ que sean adquiridas por la Generalitat por 115 euros el metro cuadrado. En la Catalu?a del postproc¨¦s y sin presupuestos lo ¨²nico que sigue su camino sin pesta?ear es el macrocasino de Salou.
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