Suzanne Vega, tan dulce y sobria como siempre
La cantante neoyorquina bord¨® un precisoso concierto en Sant Feliu de Gu¨ªxols
Tocar el cielo para luego verlo ya desde m¨¢s lejos. Comenzar por arriba una carrera que no te mantiene de por vida encumbrada. Llegar y besar el santo para m¨¢s tarde perder la estampita. Suzanne Vega tuvo unos inicios as¨ª, triunfales. Desde aquellos lejanos ochenta se ha ido convirtiendo en una figura de culto con una modesta pero nada despreciable capacidad de convocatoria, que ha seguido renovando su repertorio sin que sus gemas de anta?o consiguiesen compa?era de viaje de igual fuste en popularidad. Pero en escena no se ve a una artista peleada consigo misma que atribuye esa readaptaci¨®n como algo amargo con lo que convivir. M¨¢s bien al contrario, Suzanne Vega hoy es una cantante cuya agridulce mirada musical, nunca ha evitado temas duros, es expresada con un dinamismo, alegr¨ªa y convicci¨®n propia de la artesana que sigue disfrutando al trabajar su material. El concierto que protagoniz¨® en el Festival de la Porta Ferrada fue una deliciosa muestra de ello, un delicioso concierto de est¨ªo.
D¨ªgase de entrada que Suzanne Vega ha envejecido muy bien. Su aspecto juvenil, esa melena que forma parte de ella, sus movimientos en escena, amagando bailes cuando el ritmo de la canci¨®n lo suger¨ªa, su facilidad para convertir un sombrero de copa en un recurso casi c¨®mico que apeaba sus letras de la trascendencia y su voz, intocada por el ¨®xido, igual, o casi, a la de aquella jovencita que cantaba Luka, una dulce canci¨®n triste, hac¨ªan pensar en el que tiempo ha extendido una moratoria a la neoyorquina. Simp¨¢tica aunque no chistosa, comunicativa, implicada en los problemas pol¨ªticos actuales, tuvo tiempo para referirse a Catalunya, atenta al lugar que pisaba, hizo incluso pinitos de hablar en catal¨¢n y siempre con una sonrisa suave e ilusionada en la cara, hizo un repaso por canciones que han estado siempre con ella y de las que no reniega. Tanto Marlene On The Wall, primer tema de la noche, Luka o Tom¡¯s Dinners que sonaron antes de los bises, como Walk On The Wild Side que tom¨® de Lou Reed como primer bis, fueron expuestas con id¨¦ntica convicci¨®n a la de Speaker¡¯s Corner, un tema sobre la libertad de expresi¨®n, o Rats, sobre la proliferaci¨®n de las ratas neoyorquinas, que sonaron sin haberse a¨²n publicado. Lo nuevo y lo viejo en un mismo plano. Lo nuevo no nacido con aspiraciones de ¨¦xito o como relevo de lo viejo, sino como muestra de la vigencia continuada de una mirada que ya no necesita m¨¢s parabi¨¦n que el aplauso del p¨²blico en un concierto. Porque tras tantos a?os de conciertos, esos aplausos parec¨ªan llenarla. Todav¨ªa.
Y la caligraf¨ªa del concierto fue adem¨¢s precisa, un bordado a base de guitarras. La mayor parte del tiempo s¨®lo la de Gerry Leonard, un fin¨ªsimo instrumentista fogueado entre otros con Bowie. Como Suzanne, de aqu¨ª probablemente la complicidad, no necesit¨® llenar las canciones de solos ni de truculencias con su forma aparentemente f¨¢cil de tocar. En alguna ocasi¨®n se dobl¨® a s¨ª mismo lanzando un loop de guitarra, o se introdujo alguna tenue percusi¨®n, pero el gui¨®n lo paut¨® su sola guitarra, en alguna ocasi¨®n acompa?ada por la ac¨²stica de Suzanne. Y la voz con esa deliciosa ternura, esa calidez y esa dicci¨®n que hacen de Suzanne Vega alguien reconocible, hasta por la forma de contraer su me?ique derecho cuando toc¨® la guitarra, en su singladura entre el folk y el pop. Tambi¨¦n reconocible por la forma de agradecer la presencia del p¨²blico, y hasta por una humildad que la dej¨® ver como una trabajadora que ha podido seguir su vida gracias a que cuando era joven tuvo un ¨¦xito descomunal que a¨²n hoy resuena en las radios de medio mundo como parte de su presente. No hab¨ªa visitado Catalunya desde 2.016, pero parece que este tiempo ha servido para hacerla m¨¢s dulce, m¨¢s elegante y tan simp¨¢tica y normal como para abanicarse en Left Of Center s¨®lo porque ten¨ªa calor. Sin m¨¢s.
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