El barrio de Barcelona que retrata ¡®El 47¡ä tres d¨¦cadas despu¨¦s: ¡°Hay autob¨²s, pero siguen los cortes de luz¡±
Torre Bar¨®, en Barcelona, arrastra carencias d¨¦cadas despu¨¦s de que Manuel Vital secuestrara un autob¨²s para demostrar que se pod¨ªa dar ese servicio al barrio
El pasaje de las Carreras de Torre Bar¨®, en Barcelona, es m¨¢s empinado que el Tourmalet. La pendiente media en el barrio es del 10,8%, cuando la de la etapa reina del Tour de Francia no llega al 8%. Bianca se encontraba la tarde del jueves a medio camino del pasaje. A varios metros del estrecho parque Apolo, en honor a una estatua del dios griego que hab¨ªa en esta zona verde que un d¨ªa fue privada y que hoy es p¨²blica, pero est¨¢ des¨¦rtica, hu¨¦rfana de estatua y sin agua potable. Junto a Bianca una perrita operada por un veterinario que, como todo aqu¨ª, est¨¢ fuera del barrio. ¡°Hace un a?o que vivo aqu¨ª, viv¨ªa en Rub¨ª. No lo soporto. No hay bares, ni tiendas, ni nada. Hay solo un supermercado Bon?rea abajo. Adem¨¢s, hay jabal¨ªes y me dan mucho miedo¡±, consigue pronunciar Bianca perdiendo el resuello mientras sube cuesta arriba.
Torre Bar¨® es el escenario de la pel¨ªcula El 47. La historia del conductor de autobuses, l¨ªder vecinal y sindical Manuel Vital, inmigrante extreme?o que durante el desarrollismo franquista lleg¨®, como tantos, de Andaluc¨ªa, Extremadura o Galicia a Barcelona buscando una vida mejor. En este valle -en la periferia de la periferia de Barcelona, entre la sierra de Collserola y la veintena de carriles de asfalto que dan acceso a la ciudad por el norte- construyeron chabolas que acabar¨ªan evolucionando a casas hechas con las manos de sus habitantes.
Guadalupe Jim¨¦nez tiene casi 70 a?os y lleva d¨¦cadas viviendo en Torre Bar¨®. ¡°Mira, all¨ª estaba la casa del se?or Manuel Vital¡±, se?ala desde la casa que ella y su marido construyeron en la empinad¨ªsima calle de Castelldefels. La matriarca presume de ser una de las primeras gitanas que lleg¨® al barrio. ¡°Siempre me ayudaron los vecinos. Aqu¨ª hab¨ªa que construir la barraca de noche porque la polic¨ªa, al llegar por la ma?ana, si ve¨ªa que no ten¨ªamos techo nos la tiraban al suelo. Si estaba sin techar iba abajo¡±, recuerda Jim¨¦nez sobre la norma con la que comienza la pel¨ªcula. Hoy es viuda y vive en la misma casa con sus siete hijos y sus nietos. ¡°Conforme se fueron casando mis hijos fuimos ampliando la casa¡±, revela. Una de sus hijas, Carmen Gonz¨¢lez, cocina costilla de cerdo en uno de los porches de la vivienda. Guadalupe recuerda a Vital: ¡°Siempre ayudaba a todo el mundo. Luego, cuando se muri¨®, su casa se qued¨® en ruinas y la acabaron tirando al suelo¡±.
La gran gesta medi¨¢tica de Vital fue secuestrar, en mayo de 1978, el autob¨²s articulado 47 y conducirlo hasta la parte alta de Torre Bar¨® para demostrar que los autobuses p¨²blicos pod¨ªan subir al barrio. Las autoridades dec¨ªan que era imposible. A los pocos meses del secuestro, el servicio de autob¨²s se convirti¨® en regular. ¡°Hoy tenemos un autob¨²s a demanda, hay que pedirlo con la aplicaci¨®n del m¨®vil, pero poco m¨¢s. Todav¨ªa cuando llueve se nos va la luz. Y adem¨¢s, si diluvia hay desprendimientos y riesgos para las casas¡±, lamenta Jim¨¦nez. ¡°Seguimos siendo pobres como antes pero ya no somos pobrecitos¡±, ironiza.
La gesta de Vital no ha impedido que casi medio siglo despu¨¦s las carencias contin¨²en en Torre Bar¨®. Los vecinos se sienten abandonados, y la renta familiar disponible por c¨¢pita es de la m¨¢s bajas de la ciudad: 12.272 euros (la media de Barcelona es de 21.642). Si en la pel¨ªcula el panadero tiene que subir los sacos de harina a mano, ahora no hay donde comprar pan. En Torre Bar¨® llegaron a vivir 6.000 personas, ahora no llegan a 3.000. Todav¨ªa hay casas de autoconstrucci¨®n (el 67% del total del barrio fueron construidas antes de 1980), hay otras m¨¢s nuevas y algunas que parecen de lujo. Tambi¨¦n hay inmuebles ocupados. En las ¨²ltimas municipales Torre Bar¨® fue el barrio de la ciudad que m¨¢s vot¨® a Vox (16% del voto). Pese a la imagen del secuestro del autob¨²s, no es un barrio cohesionado: la orograf¨ªa y la poca densidad de poblaci¨®n lo dificultan. La asociaci¨®n de vecinos no parece tener demasiada actividad y el ¨²ltimo bar que quedaba cerr¨® hace tres meses.
Jos¨¦ Costa interrumpe en la terraza de Guadalupe para preguntar si alguno de los miembros de la familia tiene tarjeta del autob¨²s: ¡°Es que estamos a mitad de mes y ya no tengo¡±. Pese a las penurias, Costa asegura que las condiciones de vida en Torre Bar¨® han mejorado. ¡°Cuando est¨¢s acostumbrado a nada, si te dan algo lo agradeces. A¨²n as¨ª, no se parece esto al resto de barrios de Barcelona¡±, concluye.
Las calles est¨¢n mejor asfaltadas, llega la paqueter¨ªa de Amazon e incluso los riders de Glovo (en moto), pero nada m¨¢s. ¡°Todo est¨¢ debajo del barrio [donde tambi¨¦n est¨¢n las estaciones de metro y cercan¨ªas]. Ya sabes que para cualquier cosa tienes que bajar y subir. De hecho, la compra, la farmacia, el m¨¦dico, los colegios¡ Todo est¨¢ a m¨ªnimo 20 minutos. No parece que seamos Barcelona¡±, lamenta Rosario mientras espera el autob¨²s. Al lado, hay un parque con juguetes abandonados. Alguien ha colgado una pancarta donde, escrito con aceite, se leen las reglas del espacio: ¡°Recoger, no romper y no llevarse juguetes¡±. El autob¨²s tarda m¨¢s de veinte minutos en llegar y comienzan a concentrarse vecinas. ¡°Se ha o¨ªdo muchas veces que nos iban a tirar las casas al suelo para construir viviendas de lujo. Claro, mira qu¨¦ vistas. Pero es que aqu¨ª no hay absolutamente nada de nada¡±, lamenta una de las se?oras. Se acerca una pareja de jabal¨ªes y las vecinas ni pesta?ean.
En la parada aparece Antonio Quijada, de 57 a?os, con su perro. Sus padres emigraron desde Granada y Antonio, con sus nueve hermanos, construyeron la casa donde viven. ¡°Esto era el vertedero de Barcelona. Ven¨ªan los camiones y tiraban toda la basura¡±, recuerda. Admite que vivir en Torre Bar¨® le ha forjado el car¨¢cter: ¡°Nosotros ten¨ªamos que bajar a por bombonas de butano y subirlas a peso. Yo iba al colegio andando hasta el Verdum. Ahora, el barrio ha cambiado, pero poco. Tenemos autob¨²s, pero seguimos siendo pobres. Hay cortes de luz, cerraron el ¨²ltimo bar hace tres meses y todo siempre cuesta m¨¢s. A¨²n as¨ª, no lo cambio por vivir en el centro de Barcelona¡±.
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