Catalu?a no escapa a la trampa de la nostalgia
La a?oranza por una sociedad libre de inmigraci¨®n, inseguridad y miedos ha dado lugar en Catalu?a no a una, sino a dos formaciones de extrema derecha con representaci¨®n parlamentaria
En su libro El futuro de la nostalgia, Svetlana Boym describe este sentimiento como la a?oranza de un hogar que no ha existido nunca o ha dejado de existir. Nos alerta sobre el peligro de confundir lo real con lo imaginario, de crear patrias fantasmas por las que estemos dispuestos a matar o morir, confundiendo las fantas¨ªas sobre el pasado con las necesidades del presente.
El ascenso de la extrema derecha est¨¢ ¨ªntimamente vinculado con este fen¨®meno, el de la b¨²squeda de una utop¨ªa que no se proyecta sobre el futuro sino sobre la construcci¨®n de un pasado imaginario. Lo que nos ofrecen estas formaciones es una patria sin conflictos donde viviremos envueltos en la certeza de tener al d¨ªa siguiente comida, trabajo y vivienda, como sucedi¨®, nos dicen, con generaciones que nos precedieron.
Sabemos, sin embargo, que esta promesa es una trampa. La precariedad y la incerteza han sido nuestras compa?eras de viaje a lo largo de los siglos. La globalizaci¨®n no ha hecho m¨¢s que acelerar los procesos, pero los desheredados de la tierra han existido siempre, as¨ª como las migraciones motivadas por la violencia y el hambre. Saber gestionarlas fue y seguir¨¢ siendo uno de los grandes retos de la humanidad.
Catalu?a no escapa a esta fiebre de la nostalgia. Durante m¨¢s de una d¨¦cada, una parte importante de nuestra ciudadan¨ªa y de sus representantes pol¨ªticos han dedicado sus energ¨ªas a perseguir una patria imaginaria que, nos dec¨ªan, solucionar¨ªa nuestros problemas por el mero hecho de materializarse. Ahora, la fiebre de la nostalgia ha adoptado una forma m¨¢s inquietante y peligrosa, la de la extrema derecha que ha entrado al Parlament no con una, sino con dos fuerzas parlamentarias.
El polit¨®logo Ricardo Chueca dice que cada pa¨ªs da vida a la extrema derecha que necesita. En Catalu?a, la divisi¨®n de los ¨²ltimos a?os ha hecho que necesitemos dos criaturas diferenciadas que se envuelven en banderas distintas pero que comparten la falsa nostalgia por una sociedad libre de inmigraci¨®n, inseguridad y miedos. Una sociedad con una inmutabilidad social y cultural que en realidad nunca ha existido.
Est¨¦ticamente responden a amos distintos pero su nostalgia es la misma y la receta para combatirla tambi¨¦n. El ant¨ªdoto contra la extrema derecha pasa por unas pol¨ªticas p¨²blicas ambiciosas, unas que no dejen a nadie fuera, y por el ejercicio de una memoria hist¨®rica y democr¨¢tica que nos recuerde hacia d¨®nde nos han conducido estas mismas ideas tramposas en otros tiempos. Una memoria que constate, como ha hecho la pel¨ªcula El 47, que nuestras sociedades se han levantado con la aportaci¨®n indispensable de las personas venidas de otras latitudes y que se han hecho pr¨®speras no porque las hayamos privado de derechos, sino porque hemos trabajado con ellas para crear una prosperidad compartida.
La nostalgia, nos dice Svetlana Boym, puede proyectarse de forma reaccionaria, intentando restaurar un pasado imaginario con mitos hist¨®ricos a medida, o creativamente, precisando lo que se a?ora para llevarlo al presente como una nueva perspectiva de futuro que no alimente los fantasmas de lo que pudo haber sido y no fue. Una nostalgia que no abrace utop¨ªas imaginarias por falta de futuro, que no trafique con el pasado como si fuera una droga.
Beatriz Silva es periodista chilena, diputada independiente por el PSC y editora y autora del libro Chile, 50 a?os despu¨¦s (Catarata).
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