Breve historia del presente pol¨ªtico
A las izquierdas surgidas del rechazo al sistema les cuesta sostenerse en la medida en que sus promesas a menudo quedan a una distancia ahora mismo insalvable
Despu¨¦s de una turbulenta transici¨®n, no exenta de momentos de alto riesgo, bajo el liderazgo de UCD, a partir de la mayor¨ªa absoluta del PSOE en 1982 la democracia espa?ola se consolid¨® como un bipartidismo imperfecto. Cuando Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar consigui¨® articular a la derecha espa?ola en torno al PP, los dos grandes partidos garantizaban un r¨¦gimen de alternancia de izquierda a derecha y viceversa, con mayor¨ªas claras, reforzadas por la ley electoral, en que uno y otro marcaban la pauta con los peque?os grupos de cada lado m¨¢s PNV y CiU, las derechas vasca y catalana, complementando mayor¨ªas.
Con el tiempo, la complejidad ha ido creciendo y las sumas no son autom¨¢ticas como antes, cuando los nacionalismos perif¨¦ricos que operaban como partidos gozne, siempre dispuestos a negociar con el ganador, completaban la din¨¢mica de estabilidad. La irrupci¨®n de Ciudadanos, hoy desaparecido de escena, y la consolidaci¨®n de un espacio a la izquierda del PSOE, a partir de la irrupci¨®n de Podemos y compa?¨ªa y de la desaparici¨®n del PC, ha ido complicando el escenario. Y del bipartidismo imperfecto hemos pasado a un multipartidismo de per¨ªmetro variable de m¨¢s compleja gesti¨®n. Y en este sentido es significativo que cuando el proceso catal¨¢n ha entrado en tiempo muerto, Jordi Pujol haya lanzado un mensaje inequ¨ªvoco: ¡°Yo no habr¨ªa disuelto CDC¡±. Es decir, vuelvan a su sitio.
La llegada de Pedro S¨¢nchez al poder, despu¨¦s de que casi desde la nada tumbara a una vieja guardia socialista a la que todav¨ªa ahora le cuesta asumir que su tiempo ya pas¨®, coincidi¨® con la consolidaci¨®n del multipartidismo. El presidente instalado en el equilibrismo durante todo su mandato parece querer hacer de la necesidad virtud: ¡°Bienvenidos a los gobiernos en minor¨ªa¡±, ha dicho respondiendo al ruido negociador de estos d¨ªas. La complejidad ha de ser atendida. Con el factor a?adido de la cuesti¨®n nacionalista, que configura por lo menos tres realidades distintas, Euskadi, Catalu?a y el resto de Espa?a. Gobernar es m¨¢s que nunca negociar. Y se equivoca el que cree que puede imponerse por s¨ª solo a los dem¨¢s como le ocurri¨® al PP y lo acab¨® pagando.
Esta complejidad llega en un momento de mutaci¨®n significativa, en cuya ruta hemos visto que las izquierdas (fruto de la l¨®gica simple burgues¨ªa-proletariado) tienen dificultades para encontrar su sitio. Los partidos socialistas sufren en el gobierno la presi¨®n de los poderes reales y la socialdemocracia pierde identidad y perfil; a las izquierdas surgidas del rechazo al sistema les cuesta sostenerse en la medida en que sus promesas a menudo quedan a una distancia ahora mismo insalvable. En este marco, negociar supone poner sobre la mesa intereses muy diversos. Y lo hemos visto de una manera patente esta semana en la negociaci¨®n del plan fiscal del gobierno, en que partidos conservadores como Junts y el PNV, dificultan los acuerdos e incomodan a la izquierda. Y, sin embargo, es de inter¨¦s de todos llegar a puntos de encuentro. Lo contrario ser¨ªa hacer un regalo a la derecha espa?ola esta s¨ª cohesionada con PP y Vox cada d¨ªa m¨¢s pr¨®ximos.
Esta realidad no es anecd¨®tica, es sintom¨¢tica del punto en que estamos: el cambio de sistema del capitalismo industrial al financiero y digital, que, con Trump en primer plano, amenaza con una regresi¨®n importante de las libertades que en Espa?a ya ha encontrado sus peones con la alineaci¨®n del PP de Feij¨®o con los sectores m¨¢s reaccionarios del parlamento europeo, con Manfred Weber como l¨ªder de la penetraci¨®n del autoritarismo postdemocr¨¢tico en las instituciones europeas. Al tiempo que muchos se preguntan: ?d¨®nde est¨¢ la socialdemocracia?
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