Mucho ruido y escasas nueces
Noble corrida de la casa Matilla, no del todo aprovechada
F¨¢cil, con recursos de veterano, Ponce lidi¨® al primero con la facilidad que dan los a?os. El toro, sin clase pero obediente, no opuso resistencia alguna. La faena fue vistosa, variada, sin obligar a un toro que, a su aire y encogido, colabor¨® en todo momento. Toros as¨ª, para Ponce, son pan comido¡aunque demasiado blando. El cuarto dur¨® lo que Ponce quiso, y quiso que la faena fuera de metraje largo. A placer, a pleno rendimiento, hasta descarado, Ponce se lo mont¨® a su gusto. De trabajo tan largo, la disposici¨®n fue notable mientras que los muletazos sal¨ªan a borbotones. El toro, noble y obediente sin condiciones, fue exprimido por un Ponce insaciable. Un dato: hasta cuatro vueltas le dio la banda a ¡°Concha flamenca¡± durante la faena. Ah¨ª queda eso.
GARC?A JIM?NEZ, PE?A FRANCIA / PONCE, EL FANDI, URE?A
Toros de Garc¨ªa Jim¨¦nez y Pe?a Francia (el sexto), bien presentados, nobles y obedientes.
Enrique Ponce: casi entera y descabello (oreja); pinchazo ¨Caviso- otro m¨¢s y casi entera (saludos).
El Fandi: pinchazo y estocada (oreja muy protestada); pinchazo, bajonazo y descabello (ovaci¨®n).
Paco Ure?a: cuatro pinchazos y descabello (saludos); pinchazo ¨Caviso- tres m¨¢s, cuatro descabellos ¨C2? aviso- y otro m¨¢s (silencio).
Plaza de Castell¨®n, 26 junio. Tercera de Feria. Casi media sobre un aforo de 4000.
En medio de un batiburrillo de pases, una serie al natural, casi al principio de faena, sobresali¨® entre tanta acumulaci¨®n. Fue el momento de lucidez de un Fandi que atendi¨® y entendi¨® a su primer y buen toro a su manera. Con su conocida soltura con el capote, su solvencia demostrada en banderillas, con la muleta amonton¨® pases y gestos hacia la galer¨ªa. Harto ya de estar harto, el buen toro sac¨® su lado oscuro y se fue en busca de las tablas, en terrenos de toriles, mientras El Fandi segu¨ªa en su tenaz y est¨¦ril empe?o. La oreja concedida fue regalo de la casa y no muy bien acogida por el personal. En el quinto, otro animalito que no ofreci¨® resistencia, todo lo contrario, El Fandi se super¨® a s¨ª mismo. El tercio de banderillas y la faena fueron un calco del toro anterior, solo que en esta ocasi¨®n no hubo un solo momento de lucidez. Sin estructura, con un planteamiento sobre la marcha, la cosa acab¨® siendo como un relato sin argumento.
Una hermosa estampa la del tercero: colorado ojo de perdiz y bien armado. Y un buen toro, que dio juego hasta que tambi¨¦n gir¨® grupas hacia los adentros cuando la faena de Ure?a estaba clausurada. El murciano, fiel siempre a su estilo y concepto, se entreg¨® desde el racimo de lances de a pies juntos, hasta sus ya cl¨¢sicos y expresivos naturales a comp¨¢s abierto. La faena siempre tuvo sentido y sensibilidad, con un toro que tomaba la muleta con celo y se rend¨ªa sometido a la mano baja de Ure?a. L¨¢stima de espada, que no funcion¨® como deb¨ªa. Tambi¨¦n fue larga la faena de Ure?a al hermoso sexto. De ataque frontal, de mano baja, pero no siempre saldada a favor del torero. A la distancia corta, el toro se entregaba, a le media distancia le costaba m¨¢s e incluso en alg¨²n trance lleg¨® a protestar. En cualquier caso, Ure?a vaci¨® el dep¨®sito de la voluntad y hasta se permiti¨® el lujo de encontrarse a gusto por momentos. La espada, otra vez, no fue su aliada.
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